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Más música que desarrollo

*Por Marcelo Zlotogwiazda. Un tipo de cambio competitivo es una condición necesaria para que la economía no sólo siga creciendo sino que además se desarrolle.

El próximo domingo 18, multitudes van a asistir a los estadios de River Plate y de Racing Club. No será para ver partidos del Torneo Néstor Kirchner Apertura 2011 Copa René Favaloro, ya que es sabido que el equipo de Núñez no participa de ese campeonato y que ese día la Academia visita a Unión de Santa Fe.

La gente que ese domingo vaya al Monumental lo hará para disfrutar de los Red Hot Chili Peppers, y quienes concurran al cilindro de Avellaneda serán seguidores de las bandas de rock pesado Whitesnake y Judas Priest. Notable: dos grandes conciertos de rock importado en el mismo día.

Pero no es ninguna casualidad. Dos días antes Ricky Martin hará en River uno de los siete recitales previstos en el país, y si se atiende al calendario de octubre la seguidilla impresiona: el 1 Nick Jonas en Geba para las adolescentes; al día siguiente Tears for Fears en el Luna Park; el 8 Guns N’Roses en el Estadio Único de La Plata; el 14 Eric Clapton en River; el 15 Deep Purple en el Luna Park; el 22 Rod Stewart en Vélez, y el 28 Aerosmith en La Plata. Y hay mucho más que viene de afuera para lo que resta del 2011, a lo que se suma que para 2012 se están vendiendo como pan caliente ocho funciones de Roger Waters con el mítico The Wall.

La seguidilla está demostrando dos cosas. Que el dólar está a un valor que torna muy rentable la importación de espectáculos, y que hay una apreciable cantidad de gente con suficiente poder adquisitivo para consumirlos abonando entradas caras.

No es por el perjuicio para los músicos locales de semejante aluvión de competencia extranjera que el tipo de cambio es motivo de preocupación. Si bien la balanza comercial todavía tiene margen, hay bastante consenso acerca de la inconveniencia y del peligro de que se mantenga el desfasaje que se genera con los precios subiendo a más del doble que el dólar, como viene sucediendo en los últimos años. Ese consenso se fundamenta en la aceptación muy generalizada de que el tipo de cambio competitivo es una condición necesaria para que la economía no sólo siga creciendo sino que además se desarrolle.

Es interesante observar que en los últimos días varios dirigentes coincidieron en la necesidad de apuntar al desarrollo, entendido como un proceso que permita el crecimiento sostenido del Producto Bruto pero también la mejora en la calidad de vida y, en particular, la inclusión social. En las jornadas organizadas por la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA), Miguel Bein se refirió a un "final de época". Sostuvo que "el modelo llegó a donde se proponía llegar, el pleno empleo" (exageró un tanto), ya que "el modelo no se proponía llegar al desa­rrollo". Agregó que "la agenda del desarrollo es distinta" y que "el desafío ahora es incrementar la inversión para recuperar potencia industrial y ganar mercados de exportación".

Muy parecido a lo que en ese encuentro dijo el dirigente del consejo directivo de la CGT moyanista, Juan Carlos Schmidt: "Hubo una etapa muy fuerte de crecimiento con inclusión, pero no ingresamos en el desarrollo. Los instrumentos no son los mismos; el desarrollo implica un plan con metas para saber a dónde ir".

En igual sentido se pronunció el titular de AEDA, Matías Kulfas: "El siguiente paso es el salto al desarrollo con industrialización, seguir sustituyendo importaciones y apuntando la asistencia financiera al sector productivo".

Y también similares fueron las declaraciones que José Ignacio de Mendiguren realizó en ese seminario, en varios reportajes y en el discurso que pronunció en Tecnópolis durante la celebración del Día de Industria. Para el titular de la UIA, "la etapa que viene es transformar el crecimiento en desarrollo"; "recalentando la inversión y profundizando la política industrial", y "trabajando para diversificar la estructura exportadora".

Así como no es casualidad la impresionante seguidilla de recitales, tampoco la reiteración de menciones que hacen eje en el desarrollo.

No obstante, aun concediendo que el Gobierno estuviera elaborando una nueva agenda, con planes y metas apropiadas para el desarrollo, siempre hay una coyuntura, y una de las amenazas de esta coyuntura son las señales que provienen de Brasil. Preocupado por algunos síntomas de desaceleración económica (en junio la producción industrial bajó por primera vez desde la crisis de 2008) y por la tendencia hacia la reprimarización productiva que es impulsada por la apreciación del real, el Banco Central brasileño modificó sorpresivamente su política monetaria, reduciendo la tasa de interés de referencia.

Esta sorpresiva medida tiene como objetivo atenuar la altísima rentabilidad en dólares que los capitales especulativos vienen obteniendo a partir de tasas de interés reales exorbitantes, y de esa manera restarle incentivo al ingreso de divisas que presiona hacia abajo el tipo de cambio. Los primeros resultados fueron los buscados, ya que en las primeras tres jornadas el real se devaluó un 5 por ciento.

Todavía es muy prematuro como para dar por sentado que ha habido un punto de inflexión en la política económica brasileña, y que de ahora en adelante priorizará el crecimiento a la estabilidad de precios. Hay que tomar en cuenta que la inflación de los últimos doce meses (7,2 por ciento hasta agosto) fue la mayor de los últimos seis años, y que el sector financiero tiene un poder enorme para influir en las decisiones.

Tanto que el codirector del Centro de Investigaciones Políticas y Económicas (CEPR en su sigla inglesa) de Washington, Mark Weisbrot, acaba de escribir un artículo titulado "El problema ‘Wall Street’ de Brasil", donde señala que "uno de los problemas estructurales de Brasil es similar a uno de los más grandes problemas de los Estados Unidos: el sector financiero es demasiado grande y tiene demasiado poder político".

Pero tampoco se puede descartar que la moneda brasileña pierda más valor, y que ello erosione una de las grandes ventajas que la Argentina disfrutó en los últimos años.

De todas maneras, el dólar barato que tuvieron hasta ahora también les facilita a los brasileños contratar bandas extranjeras. Tomando en cuenta sólo el festival Rock in Rio que comienza el 23 de setiembre, tocarán, entre otros Elton John, Red Hot Chili Peppers, Lenny Kravitz, Coldplay, Maná, Guns N’Roses, Shakira, Jamiroquai, Stevie Wonder, Motorhead y Metallica, entre otros.

Una nota con final a toda orquesta. ¡Chan chan!