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Más impuestos sobre los salarios

La inflación y las urgencias fiscales, se complementan para agravar el problema de la creciente presión impositiva sobre los ingresos del trabajo.

Tanto el Gobierno de Néstor Kirchner como el de Cristina Fernández de Kirchner aumentaron la presión impositiva sobre los salarios medios y elevados mediante el atraso en la actualización del mínimo no imponible a partir del cual se paga el impuesto a las Ganancias. De este modo, un número creciente de asalariados, que incluye trabajadores que cobran sumas más elevadas que el promedio por el carácter riesgoso de su trabajo o la zona geográfica en la que se desempeñan, deben pagar un impuesto que debería caer sólo sobre las personas de ingresos altos.

En la actualidad, los trabajadores en relación de dependencia con ingresos superiores a los 4.818 pesos mensuales pagan ese tributo, lo cual agudiza la regresividad de una estructura impositiva cuya principal fuente de recaudación son los tributos al consumo. Según el Gobierno, un millón y medio de trabajadores pagan el impuesto. La imposición de los salarios ha generado numerosas protestas laborales y, más recientemente, demandas de actualización de los mínimos de diferentes grupos sindicales.

El Gobierno resiste este tipo de ajuste acuciado por la necesidad de recaudar para sostener el fuerte incremento del gasto público que está practicando con fines electorales. Pero el aumento de la inflación agudiza la preocupación por una presión impositiva que reduce los ingresos y se suma a la disputa salarial en curso. Para sostener la recaudación, el Gobierno posterga la actualización del mínimo no imponible. Un número creciente de trabajadores debe, así, pagar un regresivo impuesto a las Ganancias.