Maradona: a treinta años del debut soñado
El domingo 22 de febrero de 1981 quedó grabado en las retinas de Diego Maradona y los hinchas de Boca Juniors, pues en ese 4-1 ante Talleres de Córdoba comenzó el gran idilio por el mejor jugador de fútbol de la historia.
Eran tiempos de la más nefasta dictadura militar, de José Alfredo Martínez de Hoz como Ministro de Economía, de inflación que crecía, de la recordada tablita.
Argentinos Juniors, con su presidente Próspero Cónsoli a la cabeza, había tomado una determinación: vender a su joya más preciada, por la que se peleaban clubes locales y extranjeros.
Diego, que había llevado al modesto equipo de La Paternal al subcampeonato en el torneo de Primera División de 1980, pudo haber emigrado al Barcelona español. También pudo haberse vestido con la camiseta de River Plate (de hecho, una publicación deportiva tenía guardada una fotografía para usar de tapa con el 10 exhibiendo la casaca de la Banda), pero Boca copó la parada y el pase se hizo, a préstamo, por 2,5 millones de dólares.
Además, Boca, que venía de un 1980 decepcionante con Ubaldo Rattín como DT y necesitaba obligatoriamente lavar una imagen discreta, cedió en forma definitiva a la entidad de La Paternal al arquero Osvaldo Santos, a los mediocampistas Norberto Rotondi y Carlos Salinas y al delantero Carlos Randazzo. Y sumó a préstamo al defensor Miguel Angel Bordón y al volante ofensivo Mario Zanabria.
Entonces, con celeridad y urgencia, la transferencia terminó de concretarse el viernes 20, justo dos días antes del debut previsto en el torneo Metropolitano.
Y en la soleada tarde del domingo 22, Maradona se dio el gusto de su vida: usó por primera vez la número 10 azul y oro y la retribución de la gente (más de 55 mil hinchas abarrotaron la Bombonera para presencia el acontecimiento) fue inmediata.
Es que Diego pagó con creces, desde el primer partido, lo que el pueblo xeneize pretendía de él. No se cumplían ni siquiera 20 minutos de juego, cuando Héctor Baley, arquero de Talleres y compañero en la selección argentina, trabó a Diego en el área y el árbitro Abel Gnecco sancionó el correspondiente penal. La ejecución, a cargo del astro, devino en el primer festejo de Maradona en su, por entonces, `nueva` etapa como jugador.
Pero el equipo de Silvio Marzolini, en aquella ocasión, no gozaba únicamente de las bondades del `pibe` nacido en Villa Fiorito. Durante ese debut oficial el jugador que deslumbró a la parcialidad auriazul fue el mediocampista Miguel Angel Brindisi, quien llegaba procedente de Huracán para `reinventar` su carrera.
El hoy entrenador del `Globo` metió dos excelsas definiciones que elevaron la cuenta a 3-0, antes de que finalizara el primer período.
Y sobre el final del partido, otro penal, otra vez Maradona en la ejecución y la chapa quedó decorada. En el medio se consumó el descuento de los cordobeses, a partir de una conquista aportada por la `Pepona`, José Omar Reinaldi, de paso por River Plate.
"Parecía que el piso se movía", confesaba Diego a la revista El Gráfico, cuando rememoraba el momento que saltó al campo de juego y sintió el respaldo del público xeneize.
"Me dí cuenta de otra cosa: la hinchada de Boca no quiere solamente triunfos. Le gusta también el fútbol bien jugado. Ojalá todos los clubes tuvieran una hinchada como la de Boca", completaba el astro.
Ese 22 de febrero de 1981 también se produjo otro hecho, que -con el paso del tiempo- alcanzó notoriedad y se transformó en otro punto de partida. El relator uruguayo Víctor Hugo Morales inició su labor periodística en la Argentina narrando, precisamente, el encuentro disputado en la Bombonera.
El hombre oriundo de Cardona llegaba como una suerte de `estrella` al equipo de la tira deportiva Sport 80, que se emitía por Radio Mitre, y tenía como otros referentes a Marcelo Araujo, Fernando Niembro, Néstor Ibarra, Adrián Paenza y Roberto Eguía, por citar a algunos. Víctor Hugo se propuso ser `competencia` de José María Muñoz, quien por ese entonces dominaba la grilla radial con una instalada `La Oral Deportiva`. Pero esa es otra historia.