Malvinas y sus fantasmas
*Por Osvaldo Quiroga. No es una novela más sobre la Guerra de Malvinas; tampoco un relato que siga la historia de la contienda ocurrida treinta años atrás.
Trasfondo , de Patricia Ratto, convoca, en 143 páginas, los fantasmas de una guerra plagada de engaños, falsificaciones y encubrimientos.
Ya en su novela Nudos, Patricia Ratto se ocupaba de las Malvinas a través de algunas historias de ex combatientes. Pero lo que hace en Trasfondo va mucho más allá. A su excelencia literaria hay que sumar el clima de un momento histórico en el que buena parte del país navegó como lo hace este puñado de militares encerrado en un submarino en el que nada termina de funcionar: los torpedos no estallan en los blancos elegidos, los motores se averían en plena travesía y la oscuridad, el desconcierto y el desamparo parecen dominarlo todo.
Digámoslo sin miedo: lo único real de esa guerra fueron los chicos muertos y la valentía de algunos aviadores que volaban a ras del mar para cumplir con misiones imposibles. También el coraje de los muchachos de apenas 18 años que se congelaban en las improvisadas trincheras. Lo demás fue el delirio de una dictadura agonizante y la voluntad colonialista de un país lejano. Patricia Ratto, valiéndose de una prosa de rara belleza y admirable precisión, ilumina ese delirio contando la historia de un barco fantasma y su tripulación intentando combatir en un océano donde nada es lo que parece.
Tiene razón Martín Kohan cuando en la contratapa afirma: "Patricia Ratto ha escrito con Trasfondo una perfecta novela de guerra. Perfecta en la dosificación de la acción y la inacción, perfecta en la narración de lo más difícil de narrar que es la espera".
Como en sus novelas anteriores, Pequeños hombres blancos y Nudos , la autora prefiere detenerse en los detalles y describir una atmósfera viciada por la falta de aire, por el encierro, por la convivencia forzada de un puñado de hombres que deambulan en un océano desconocido y amenazante.
De pronto, una noticia brutal: "Acaban de confirmarnos que hundieron el crucero General Belgrano, notifica el comandante". Y entonces lo real de la guerra resuena en estos hombres aturdidos y alguno acaso imagina la sangre, los cuerpos flotando, la confusión, el miedo, el pavor y todo aquello que no figura en ninguna estadística. Trasfondo indaga en lo que no se ve. El lenguaje da cuenta de lo inefable, de lo no dicho que se convierte progresivamente en la cara más atroz de la guerra: el verdadero testigo, como diría Giorgio Agamben, está muerto, lo que queda son relatos difusos, fragmentos de un inmenso fracaso, restos de memoria que sólo la ficción puede reconstruir.
"? todos apilados estamos, acaso todos muertos, un ataúd sobre otro, sólo que aún no nos hemos dado cuenta. ¿Podrá en verdad uno morirse y no saberlo?", reflexiona el narrador.
Pero quizá lo más inquietante del texto es la niebla. ¿Puede haber niebla debajo del mar?
¿Cómo llamar a esa oscuridad por la que se desliza el submarino amenazado por el fuego enemigo? La niebla es aquí un tripulante silencioso. Esa misma niebla que recibió al submarino en su regreso a la base de Puerto Belgrano también estuvo siempre en el corazón de la travesía. Los que tenían que regresar con gloria lo hicieron escondidos en la madrugada. Como si la derrota fuera menor cuando se oculta. Aun hoy nuestros muertos en las Malvinas esperan que nos los cubra la niebla. Aunque Patricia Ratto no lo sepa, su novela convoca a fantasmas que nos siguen acompañando. Alguna vez, tal vez, podamos ver las islas sin ese manto de neblina.
Ya en su novela Nudos, Patricia Ratto se ocupaba de las Malvinas a través de algunas historias de ex combatientes. Pero lo que hace en Trasfondo va mucho más allá. A su excelencia literaria hay que sumar el clima de un momento histórico en el que buena parte del país navegó como lo hace este puñado de militares encerrado en un submarino en el que nada termina de funcionar: los torpedos no estallan en los blancos elegidos, los motores se averían en plena travesía y la oscuridad, el desconcierto y el desamparo parecen dominarlo todo.
Digámoslo sin miedo: lo único real de esa guerra fueron los chicos muertos y la valentía de algunos aviadores que volaban a ras del mar para cumplir con misiones imposibles. También el coraje de los muchachos de apenas 18 años que se congelaban en las improvisadas trincheras. Lo demás fue el delirio de una dictadura agonizante y la voluntad colonialista de un país lejano. Patricia Ratto, valiéndose de una prosa de rara belleza y admirable precisión, ilumina ese delirio contando la historia de un barco fantasma y su tripulación intentando combatir en un océano donde nada es lo que parece.
Tiene razón Martín Kohan cuando en la contratapa afirma: "Patricia Ratto ha escrito con Trasfondo una perfecta novela de guerra. Perfecta en la dosificación de la acción y la inacción, perfecta en la narración de lo más difícil de narrar que es la espera".
Como en sus novelas anteriores, Pequeños hombres blancos y Nudos , la autora prefiere detenerse en los detalles y describir una atmósfera viciada por la falta de aire, por el encierro, por la convivencia forzada de un puñado de hombres que deambulan en un océano desconocido y amenazante.
De pronto, una noticia brutal: "Acaban de confirmarnos que hundieron el crucero General Belgrano, notifica el comandante". Y entonces lo real de la guerra resuena en estos hombres aturdidos y alguno acaso imagina la sangre, los cuerpos flotando, la confusión, el miedo, el pavor y todo aquello que no figura en ninguna estadística. Trasfondo indaga en lo que no se ve. El lenguaje da cuenta de lo inefable, de lo no dicho que se convierte progresivamente en la cara más atroz de la guerra: el verdadero testigo, como diría Giorgio Agamben, está muerto, lo que queda son relatos difusos, fragmentos de un inmenso fracaso, restos de memoria que sólo la ficción puede reconstruir.
"? todos apilados estamos, acaso todos muertos, un ataúd sobre otro, sólo que aún no nos hemos dado cuenta. ¿Podrá en verdad uno morirse y no saberlo?", reflexiona el narrador.
Pero quizá lo más inquietante del texto es la niebla. ¿Puede haber niebla debajo del mar?
¿Cómo llamar a esa oscuridad por la que se desliza el submarino amenazado por el fuego enemigo? La niebla es aquí un tripulante silencioso. Esa misma niebla que recibió al submarino en su regreso a la base de Puerto Belgrano también estuvo siempre en el corazón de la travesía. Los que tenían que regresar con gloria lo hicieron escondidos en la madrugada. Como si la derrota fuera menor cuando se oculta. Aun hoy nuestros muertos en las Malvinas esperan que nos los cubra la niebla. Aunque Patricia Ratto no lo sepa, su novela convoca a fantasmas que nos siguen acompañando. Alguna vez, tal vez, podamos ver las islas sin ese manto de neblina.