Malvinas, símbolos del retroceso
*Por Ricardo Kirschbaum. En 1989, Argentina y Gran Bretaña reanudaron relaciones diplomáticas, rotas desde abril de 1982, luego del desembarco de tropas en la colonia británica.
Malvinas, hasta entonces, tenía ese estatus que ahora se presenta como un territorio en vías de autodeterminación. Esa fue la consecuencia principal en los hechos del resultado de la guerra: las islas, protegidas militarmente, explotaron la pesca y se beneficiaron económicamente .
En Madrid, se acordó un mecanismo de "paraguas de soberanía" que funcionó para que se pudiera conversar de todo, menos de la cuestión principal. Esto es la pertenencia territorial del archipiélago.
Ese "paraguas" abrió una etapa de "cooperación", creando en el imaginario de quienes pensaban entonces la política exterior que el único camino que existía era seducir a los isleños, hacerles ver que la Argentina, a pesar de todo, podía ser un socio confiable y cercano a sus necesidades. Se admitió, inclusive, que los pasaportes argentinos sean sellados para entrar al territorio insular. Es lo que durante el menemismo se llamaba "realismo periférico" .
Este hecho simbólico marcaba el retroceso irreversible de la guerra: antes, para entrar en las Malvinas, se gestionaba una tarjeta blanca (white card) en la Cancillería que valía como un pasaporte que no era sellado por las autoridades británicas.
La seducción no cuajó. Entre otras cosas, porque los isleños (ya británicos de pleno derecho, concesión de Margaret Thatcher) habían adquirido otro estatus en todo sentido y disfrutaban de una relativa autonomía .
La Presidenta ha criticado al "paraguas de soberanía" y la diplomacia argentina está muy activa en todos los organismos multilaterales condenando al colonialismo británico. Y se ha enfatizado el carácter pacífico del reclamo: la acción militar terminó en 1982.
Antes y después de la derrota, Argentina obtuvo resultados favorables sin que Gran Bretaña acatara las resoluciones instando a negociar. Esa conducta se acentuó luego de la guerra y es muy difícil que se modifique.
En Madrid, se acordó un mecanismo de "paraguas de soberanía" que funcionó para que se pudiera conversar de todo, menos de la cuestión principal. Esto es la pertenencia territorial del archipiélago.
Ese "paraguas" abrió una etapa de "cooperación", creando en el imaginario de quienes pensaban entonces la política exterior que el único camino que existía era seducir a los isleños, hacerles ver que la Argentina, a pesar de todo, podía ser un socio confiable y cercano a sus necesidades. Se admitió, inclusive, que los pasaportes argentinos sean sellados para entrar al territorio insular. Es lo que durante el menemismo se llamaba "realismo periférico" .
Este hecho simbólico marcaba el retroceso irreversible de la guerra: antes, para entrar en las Malvinas, se gestionaba una tarjeta blanca (white card) en la Cancillería que valía como un pasaporte que no era sellado por las autoridades británicas.
La seducción no cuajó. Entre otras cosas, porque los isleños (ya británicos de pleno derecho, concesión de Margaret Thatcher) habían adquirido otro estatus en todo sentido y disfrutaban de una relativa autonomía .
La Presidenta ha criticado al "paraguas de soberanía" y la diplomacia argentina está muy activa en todos los organismos multilaterales condenando al colonialismo británico. Y se ha enfatizado el carácter pacífico del reclamo: la acción militar terminó en 1982.
Antes y después de la derrota, Argentina obtuvo resultados favorables sin que Gran Bretaña acatara las resoluciones instando a negociar. Esa conducta se acentuó luego de la guerra y es muy difícil que se modifique.