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Malena Filmus y Darío Schvartz sobre la denuncia al ex médico de la ORT: "Nadie lo creía capaz de eso"

Ambas víctimas se demoraron en tomar conciencia de que había abusado de ellos sexualmente.

Lo que más llama la atención es la cercanía. Darío Schvartz y Malena Filmus no podrían ser más diferentes y sin embargo se percibe un lazo especial entre ellos. Hace un año ni siquiera se conocían. Los une una experiencia traumática, el abuso sexual infantil que sufrieron a manos de Alberto Cirulnik, pediatra.

Darío es bajo y corpulento, usa barba y está sentado recto, frente a la mesa. Malena es menuda, de ojos claros y pelo castaño, y tiene un tono de voz en el que se adivina firmeza. El es contador, ella actriz y directora. Con Leandro, el tercer integrante del grupo de querellantes en la causa contra el médico que trabajó para la escuela comunitaria judía ORT, forman un trío indestructible.

Darío confiesa que cuando escucha otros testimonios de víctimas de Alberto Cirulnik, recuerda cosas que tenía borradas. Como por ejemplo, que el pediatra, íntimo amigo de sus padres, se frotaba contra él cuando lo tenía sentado en su regazo, desnudo, a los 8 años.

Describe el bungalow del club Kadima, en Moreno, en el que disfrutaban los veranos las dos familias: los Cirulnik y los Schvartz. Del menor de los hijos del profesional, él era el mejor amigo. "Cuando decidí encarar al padre, y confrontarlo con todo lo que me hizo, él me llamó y me dijo Mi papá no tiene el perfil de un pederasta. Y yo le contesté ¿Y cómo es el perfil de un pederasta? Se quedó callado. Me lo crucé después un par de veces, pero no me dirigió la palabra", relata.

Malena trata de contextualizar lo ocurrido, de explicar la confusión que la conducta del "médico del colegio" causó en los chicos y chicas que atendía. "Todo pasó en una época en la que no se hablaba de esos temas. A un maestro, a un doctor, se lo respetaba. Nadie iba a pensar que era capaz de eso. Era difícil de creer. Una de las cuestiones claves es la falta de educación sexual. Si alguien me hubiera dicho "eso es abuso" me hubiera ahorrado mil situaciones a las que no me habría expuesto. Pero nadie me habia señalado qué era lo que constituía abuso, asi que yo no lo sabía", explica.

Darío y Malena se sorprenden porque cada uno coincide en el recuerdo de haber tenido por separado una clase en la ORT donde una profesora enseñaba con una banana a poner un preservativo. "Pero no era educación sexual, estaba solamente dirigido a la anticoncepción ", lamentan.

"Nadie sabía nada sobre abuso", coincide Darío. Cuando les contó a sus padres lo que le había hecho Cirulnik, consultaron un psicólogo que tuvo que aclararles, en ese contexto, que era común que los abusados demoraran mucho en denunciar. El impacto fue fuerte: "A ellos les costó caer. Tardaron en tomar conciencia, en entender lo que había pasado, no se si en un principio querían minimizarlo. Se lo cruzaban en el club Kadima. Cuando lo enfrentamos, en el estudio de contador de mi papá, donde era cliente, en la primera reunión Cirulnik dijo del abuso No me acuerdo, me daría asco. Fijate la respuesta, no lo negó. El se va de Kadima después de que deja de trabajar en ORT, en el 2012, cuando ya todo el club sabía de él".