Luz roja en educación
*Por Alieto Aldo Guadagni. Chile es un ejemplo: hace años que viene universalizando la jornada escolar extendida, que asegura 1.100 horas de clases anuales cumpliendo recomendaciones de UNESCO
La OECD acaba de dar a conocer los resultados de la Prueba Pisa 2009, que abarcó a medio millón de estudiantes de 15 años de edad en 65 naciones y el propósito fue evaluar los conocimientos de matemática, ciencia y lenguaje. Recordemos que en la Prueba Pisa 2006 los resultados fueron preocupantes, ya que habíamos retrocedido al lugar 53 en la prueba de Matemática, que abarcó entonces a 56 países. Fue entonces señalado que Argentina era el país que más había retrocedido desde el 2000. Chile, por su parte, había sido el país que más había avanzado. Lamentablemente esta nueva evaluación internacional ratifica un cuadro preocupante, ya que en estas tres pruebas figuramos nuevamente en las últimas posiciones, con puntajes no sólo alejados de los países líderes sino también entre 20 y 22 por ciento por debajo del promedio general. Por ejemplo, ahora figuramos en la posición 58 en la prueba de Lenguaje, atrás de Chile, Uruguay, México, Colombia y Brasil; en Ciencias nos ubicamos en el lugar 57 y en Matemática en la posición 55. Las otras naciones latinoamericanas muestran importantes mejoras entre el 2000 y 2009, Perú avanzo 43 puntos, Chile 40, Brasil 16, México 3, mientras nosotros retrocedimos 20 puntos (el segundo mayor retroceso entre todas las naciones). Hacia fines de los noventa en este mismo tipo de pruebas en América Latina figurábamos en segundo lugar, únicamente detrás de Cuba. Por su parte, las evaluaciones realizadas por el Ministerio de Educación evidencian no sólo la deficiente preparación de nuestros alumnos, sino también las grandes diferencias entre escuelas privadas y estatales y entre las provincias, que están fuertemente determinadas por el nivel socioeconómico de las familias. Entre los alumnos que concluyen el ciclo secundario en escuelas estatales en el conurbano bonaerense el 55 por ciento registra resultado ‘Bajo’ en la prueba de Matemática, en Catamarca este deficiente resultado trepa al 81 por ciento, mientras encontramos en esta categoría apenas el 21 por ciento de los egresados de escuelas privadas de Córdoba.
Además, el 75 por ciento de los alumnos del cuartil inferior en ingresos familiares no concluye la escuela secundaria, valor que se reduce a un 20 por ciento en el nivel superior. Es grave perpetuar estas diferencias que consolidan la exclusión. La ley 25.864 estableció en el año 2003 un ciclo escolar mínimo y obligatorio de 180 días, con la obligatoriedad de compensar los días perdidos de clase. Nunca se cumplió esta obligación; entre el 2002 y el 2008 se perdieron en promedio 63 días de clase, en Entre Ríos la pérdida se ubicó en 196 días y en el Chaco en 126. Las familias pobres que son víctimas pasivas de este incumplimiento, generado por conflictos sindicales, optan por el costoso camino de abandonar la escuela pública y elegir la educación privada. En los últimos años 100.000 alumnos abandonaron las escuelas estatales de la provincia de Buenos Aires y optaron por escuelas privadas .La incumplida meta de 180 días no tiene nada de ambiciosa, ya que el promedio en los países de la OECD se ubica en 190 días; Corea obliga a 220 días anuales y en América Latina se destaca Costa Rica con 205, seguida por Brasil, México, Perú, Bolivia y Ecuador con 200 y luego por Chile con 190 y Uruguay con 185. Destaquemos la diferencia con Chile con respecto a la extensión de la jornada escolar; nuestra legislación fijo como meta que hacia el 2010 el 30 por ciento de las escuelas serian de jornada extendida, pero este modesto objetivo está lejos de cumplirse ya que asisten a escuelas primarias estatales con doble escolaridad menos del 7 por ciento de los niños. En el conurbano bonaerense, donde habita el mayor contingente de pobres de nuestro país, de cada 100 alumnos menos de 3 asisten a escuelas estatales de doble escolaridad. En esta cuestión, Chile es un ejemplo: hace años que viene universalizando la jornada escolar extendida, que asegura más de 1.100 horas de clases anuales cumpliendo recomendaciones de UNESCO. Si nosotros cumpliéramos la meta de 180 días tendríamos apenas 720 horas anuales de clase. La meta chilena es jornada escolar extendida para todos y a contrario de nuestro caso, la están cumpliendo porque ya están por encima del 90 por ciento, cuando a principios de la década beneficiaba apenas un 60 por ciento del alumnado. Esto significa que un niño chileno recibe, con respecto a un argentino, horas adicionales de clase durante todo el ciclo primario equivalente a tres años de nuestro calendario. Con estas diferencias a nadie debe sorprender que Chile avance y nosotros retrocedamos en la arena internacional educativa donde se está jugando el futuro de las naciones en este difícil mundo globalizado. Una manera de celebrar el Bicentenario del 2010 es propiciar un compromiso de las fuerzas políticas y del gobierno por una meta educativa más ambiciosa, que vaya más allá de este exiguo calendario escolar que posterga a los más pobres. Esta política de estado cuya implementación seria responsabilidad del Presidente que asumirá en el 2011 tiene que asegurar que hacia el Bicentenario de nuestra independencia en el año 2016, el año lectivo sea en serio de 190 días, y que además la mitad de los alumnos del nivel primario goce de los beneficios de una jornada escolar extendida. Dentro de esta meta tienen que estar incluidos la totalidad de los niños pobres; tenemos recursos para financiar esta meta. El desafío es tener un gasto público equitativo y transparente para que Argentina vuelva a ser la patria latinoamericana de la educación y la igualdad de oportunidades.