Luis Brandoni: "La nostalgia es un sentimiento que cultivo con frecuencia"
*Por Diego Jemio. El cura campechano de "El hombre de tu vida" El actor cuenta cómo construyó su personaje para el unitario de Telefe. Y habla de Illia, y de aquella Buenos Aires que ya no existe.
No sabés lo que era este lugar en otros años... Acá nunca se hacía tarde. Las charlas eran interminables. De repente, podía aparecer Edmundo Rivero, un personaje de la noche que sólo tomaba té". El bar en cuestión ahora tiene asientos de cuero, música electrónica y gente que estaciona el auto para que sus clientes no se tomen la molestia. Cuando Luis Brandoni añora aquellos años, mira por el ventanal el horizonte de autos y entrecierra los ojos azules. En la forma de hablar y de recordar, hay una melancolía irremediablemente porteña. Esa misma marca aparece cuando añora la bohemia de la calle Corrientes, el sueño de ser cantor de tangos o número nueve de su malogrado River. Y aquella adolescencia en Dock Sud.
El hombre que no pudo ser un wing derecho está por cumplir medio siglo como actor. Hizo más de 40 películas, una decena de programas de televisión y gran cantidad de obras de teatro. Ahora, a los 71 años, le da brillo a uno de los personajes más entrañables de El hombre de tu vida (domingo a las 22 por Telefe). En el unitario dirigido por Juan José Campanella, "Beto" –como lo llaman sus amigos- es el padre Francisco, el cura que le da consejos a Hugo Bermúdez (Guillermo Francella).
El cura de Brandoni está lejos del tono de ceremonia y protocolo que tuvieron otros de la televisión. Su personaje llegó a la religión luego de una vida vivida, de amoríos y de caminar la calle durante largos años. Por ahora, la historia no cuenta por qué decidió abandonar la vida civil y congregarse a la religión, pero su palabra es la soga espiritual para el conflictuado Bermúdez. El dice que el programa tiene asegurado un lugar en la historia de la televisión, que su papel desacraliza a los curas y cuenta en qué sacerdotes pensó a la hora de construir a su Francisco.
¿Qué impresiones te llevaste al leer el primer guión? Fue una gratísima sorpresa. Nunca había representado a un sacerdote. Luego de leer unos minutos, noté que el personaje tenía aristas muy atractivas. Fijate que es un hombre que fue laico durante 40 años y luego toma los hábitos por una decisión que no conocemos. Tiene un trato entre cordial y campechano, con cierto grado de humor. Eso es muy atractivo para los ojos del espectador.
¿Cuál fue la primera referencia que tomaste para construir el personaje? Pienso en curas que conociste o en personajes de la televisión, el teatro o el cine.
Recordé a un actor extraordinario como Enrique Muiño, que hizo de sacerdote en La guerra gaucha ; era un personaje sobresaliente, entero y muy sólido. Luego, hizo El cura gaucho , sobre la vida del padre Brochero. Tenía una cosa campechana, pero naturalmente asociada a lo religioso. También rememoré al obispo de Neuquén, Jaime de Nevares, un personaje extraordinario; recordé a Jorge Casaretto, de San Isidro, y a Justo Laguna, otro personaje de memoria prodigiosa y gran espectador de teatro. Con todos ellos tengo una cosa muy cercana.
¿Sin llegar a ser un practicante? No, no lo soy. Tengo una crianza de Iglesia católica y soy bautizado, más que nada como una tradición de familia italiana. Sí soy respetuoso de todas las religiones.
En la televisión, salvo algunos casos, el papel de cura siempre es pequeño. Aparecen para dar la extremaunción o para casar a alguien. ¿Pensás que el padre Francisco desacraliza un poco a los sacerdotes? Totalmente. Muchos sacerdotes deben ver con entusiasmo el programa. Para construirlo, le di una cadencia particular al hablar, que es popular, pero a la vez elegante. Creo que eso lo acerca mucho a la gente. Es un lenguaje muy llano, sencillo y entendible, sin dejar de hacer apelaciones a la Biblia. Es un cura al que no le asusta nada, que no le hace asco a ningún tema.
¿No te inquieta que esa forma coloquial pueda ser tomada como una falta de respeto?
No, para nada. Le pusimos mucho cuidado a eso. Quizá sí sea irreverente o informal, pero de una forma que genera empatía. Estoy seguro de que este programa se ganó un lugar en la historia de televisión. Dentro de lo poco nuevo que se puede hacer, El hombre de tu vida aborda temáticas complicadas con delicadeza, calidez y ternura. Y eso es infalible. Cuando la gente se pone enfrente del televisor, busca que le cuenten un cuento. Y si le pueden hacer una caricia al corazón, mejor todavía.
Luis Brandoni se entusiasma cuando habla de Don Arturo Illia , la obra de teatro de Eduardo Rovner que está protagonizando y que lo llevará de gira por varias provincias, además de hacer temporada en Mar del Plata. En toda su carrera, cuenta, es la primera vez que hace una obra sobre un personaje real, al que conoció, trató y admira. Dice que, al ver la obra, muchos jóvenes descubren quién fue el presidente que ejerció entre el ‘63 y ‘66 (derrocado por un golpe de Estado). Y que corren a buscar en Google más datos sobre el hombre de la Unión Cívica Radical, partido en el que el actor tiene una histórica militancia (fue diputado nacional en 1997).
¿Qué aprendiste de la figura de Illia haciendo la obra? Era extraordinario verlo. Yo lo conocí cuando él era presidente. Fui contratado por la Comedia Nacional Argentina en 1964 para participar de un festival en París. Algunos días antes de la fecha, nos dijeron que el dinero para viajar no aparecía. Tiempo después todo se solucionó y viajamos. Luego supe que el dinero apareció porque Illia metió mano en el fondo reservado del presidente de la República para mandar al elenco a París. Hizo lo mismo con un grupo independiente de Córdoba. Era un hombre extraordinario, sólido y sencillo. No tengo un parecido físico con él y por eso decidí pintarme el pelo de blanco. El desafío fue cómo combinar esa sencillez con la solidez de un hombre de convicciones. Hay un pasaje de la obra que me gusta mucho, en el que Illia le dice a un funcionario: "Señor embajador, no enoje a un hombre tranquilo". Son 35 escenas con un elenco grande, que repasa la vida de Illia desde el ejercicio de la medicina en Cruz del Eje hasta su muerte. Estoy muy contento de hacer esta obra.
¿Tenés alguna asignatura pendiente?
Creo que no. Durante mucho tiempo, quise hacer Un enemigo del pueblo , de Ibsen. Lo logré de la mano de Sergio Renán. Desde 1971, salvo excepciones, decidí hacer obras de autores nacionales. Me queda algo, pero no creo poder lograrlo: cantar con una orquesta de tango. Me encantaría, pero tengo respeto por los cantores, por Edmundo Rivero, por el Polaco Goyeneche, por Rubén Juárez. ¡El tango es una música tremenda! Siempre quise ser cantor de tangos y nueve de River.
En los ‘60, Brandoni compartió elenco con Osvaldo Miranda en La nena . Trabajó con Juan Carlos Altavista y fue admirador de la "comedia finísima" de Juan Carlos Thorry. "La comedia es un género que me place y que tiene sus claves. No diría que son secretos, pero sí cosas difíciles de enseñar. No me imagino a un director de orquesta marcando qué es el swing. En la comedia pasa lo mismo: tenés o no tenés ese don -comenta-. Particularmente, me gusta jugar escenas tiernas y luego virar hacia la emoción y la comicidad. Es un viaje que me gusta hacer como espectador", cuenta.
Cuando llegaste al bar, recordaste cómo era el lugar hace unos años. ¿Sentís nostalgia por esos tiempos, por aquella Buenos Aires? En el fondo, uno siente nostalgia por uno, por aquellas viejas ilusiones. Veo hoy la avenida Corrientes y pienso que nosotros vimos otra Corrientes. Todos los días era una fiesta y nunca se hacía tarde. Nosotros también vivíamos momentos feos, pero éramos inoxidables. Las cosas han cambiado mucho. Y sí, ¿qué querés que te diga? La nostalgia es un sentimiento que cultivo con frecuencia.