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¿Luego de Libia, le toca a Siria?

*Por Helene Cooper. Cada vez más convencido de que el presidente Bachar Assad, de Siria, no será capaz de permanecer en el poder, la administración Obama ya empezó a hacer planes para una política estadounidense en la región tras su salida.

En coordinación con Turquía, Estados Unidos ha estado explorando maneras de lidiar con la posibilidad de una guerra civil entre las sectas alauita, drusa, cristiana y sunita de Siria, conflicto que podría desatar rápidamente otras tensiones en una región volátil.

Si bien otros países han retirado a sus embajadores de Damasco, funcionarios de la administración Obama dicen que dejarán en su lugar al embajador estadounidense, Robert S. Ford, pese a los riesgos, para que así pueda mantener el contacto con líderes de la oposición y de las diversas sectas y grupos religiosos del país. Funcionarios del Departamento de Estado también han estado presionando a dirigentes de la oposición siria para que se unan conforme trabajan para derribar al gobierno de Assad, así como para erigir un nuevo gobierno.

Un prominente funcionario estadounidense dijo que el abandono de Assad por parte de Turquía, Arabia Saudita y naciones europeas incrementaría su aislamiento, particularmente a medida que sus fuerzas armadas se van agotando cada vez más por el alargamiento de la represión.

Otro funcionario cree que con 90% de las exportaciones petroleras de Siria yendo a Europa, el cierre del mercado europeo a Damasco podría tener un efecto paralizante sobre la economía siria y ejercer mayor presión sobre el gobierno de Assad.

"En los años ’90, si Siria quería crédito y comercio y préstamos que no pudiera obtener de Estados Unidos, acudía a los europeos", comentó Ray Takeyh, destacado integrante de estudios sobre Oriente Medio por el Consejo de Relaciones Exteriores y ex funcionarios de la administración Obama. Actualmente, prosigue Takeyh, Europa se ha sumado a Estados Unidos en la imposición de sanciones a las exportaciones sirias, incluido su crucial sector petrolero.

Aparte de Irán, destacó, Siria tiene muy pocos aliados a los cuales recurrir. "Los chinos reconocen que su desarrollo económico depende más de su relación con nosotros y con Europa que de si Assad o Kadafi sobreviven", afirmó, refiriéndose al líder depuesto de Libia, Muamar Kadafi.

Hace ocho meses, la idea de ver a Siria sin un integrante de la familia Assad al frente parecía tan descabellada como la idea de Egipto sin Hosni Mubarak o Libia sin Kadafi. Sin embargo, oficiales de los servicios de inteligencia y diplomáticos en Oriente Medio, Europa y Estados Unidos creen cada vez más que Assad pudiera no ser capaz de derrotar la tormenta que se está formando a las puertas de Damasco.

Ciertamente, Assad aún puede terminar siendo tan inamovible como su padre, Hafez, antes que él. Muchos analistas de política exterior dicen que mientras más tiempo siga Assad en el poder, más violento se volverá el país. Y esa violencia podría servir inintencionadamente a los intereses de Assad al permitirle usarla para justificar la persistencia de la represión.

Muchos factores podrían volver más difícil su salida que las de Mubarak en Egipto y del presidente Zine El Abidine Ben Ali en Túnez. Para empezar, tanto Estados Unidos como Europa se han distraído en semanas recientes por sus crisis económicas.

Lo que es más, mientras Túnez, Egipto, Libia e incluso Yemen implotaron en su totalidad, esas erupciones fueron mayormente internas, en tanto sus ramificaciones más considerables se limitaron a los ejemplos que pusieron en el mundo árabe. Un colapso en Siria, por otra parte, podría conducir a una explosión externa que repercutiría sobre Irán, Libia, Jordania, Israel e incluso Irak, particularmente si se disuelve en una guerra civil como la de Irak.

"Los sunitas se están armando cada vez más, y la situación se polariza", informa Vali Nasr, ex oficial de Obama en el Departamento de Estado y autor de "El resurgimiento del chiismo: Cómo moldearán el futuro los conflictos dentro del Islam". "Irán y Hezbolá están apoyando al régimen", dice Nasr. "Hay mucha conciencia a lo largo del régimen en cuanto a que esto se va a volver muy desagradable". Y esa conciencia está alimentando el deseo de planear para una era posterior a Assad, dicen funcionarios de la administración Obama.

"Nadie quiere otro Irak", dijo anónimamente otro funcionario. Al mismo tiempo, la Administración no desea transmitir la impresión de que Estados Unidos está intentando orquestar el resultado en Siria, por temor a que la imagen de la intervención pudiera hacerle más daño que bien a la oposición siria.

En particular, destacan que no quieren darle al gobierno iraní -que tiene enormes intereses en el gobierno sirio y es el mayor apoyo de Assad- una excusa para intervenir. Sin embargo, otro funcionario de Obama destacó el notable llamado que hizo este mes el presidente iraní, Mahmoud Ahmadineyad, para que Assad relaje su represión como una señal de que incluso la dirigencia de Irán está preocupada por las perspectivas del presidente sirio.