Lucas Carrasco: condena por violación, reclusión y su columna "ahora que mi pij... es noticia"
El periodista fue encontrado muerto y su cuerpo está siendo sometido a una autopsia.
Alejado de los medios nacionales, con proyectos menores en la provincia de Entre Ríos y con un juicio en su contra por abuso sexual que se encaminaba a una fuerte condena; así fueron los últimos tres meses de vida del periodista Lucas Carrasco que hace poco menos de un mes fue condenado a nueve años de prisión al ser encontrado culpable de un abuso sexual ocurrido en 2013.
El 11 de septiembre, la jueza Ana Dieta De Herrero lo encontró culpable de “abuso sexual agravado por acceso carnal” y le impartió una pena de nueve años de prisión a cumplir de forma efectiva a partir del momento en el que la sentencia quede firme.
Carrasco saltó a la fama con su blog, llamado "República Unida de la Soja", durante el conflicto entre el kirchnerismo y el campo en 2008. Luego, participó en reiteradas veces en el programa K 678, y tuvo siempre un rol muy activo en Twitter. También fue panelista de Duro de Domar hasta 2010.
En uno de sus últimos tuis cargó contra el difunto cantante Cacho Castaña que en el último tiempo realizó diferentes declaraciones en contra de la igualdad de género y los derechos de la mujer. Incluso en su sitio se mofó de su condena y escribió una columna, la primera desde el fallo judicial, titulada “Ahora que mi pija es noticia”.
Luego de su paso por medios nacionales, Carrasco retornó a su Paraná natal en donde se encargó de montar un sitio de noticias, Noticias Entre Ríos, en el cual solía escribir de forma asidua. En una de sus última columnas presentó su libro en el cual se defendía dela condena en su contra y apuntaba a deslegitimar el relato de Sofía Otero, la joven de 22 años que lo denunció y por la cual fue condenado.
Carrasco fue encontrado muerto hoy al mediodía en la puerta de su casa y las primeras hipótesis, que publicó el diario Análisis Digital, apuntan a una posible sobredosis.
Su columna: "Ahora que mi pija es noticia"
A continuación, la primera columna que escribió después de ser condenado a nueve años de prisión.
"En algún momento traté de ponerme en el personaje -estaba escribiendo unas líneas para darle temporalidad actual a una obra de teatro (por cierto, me dejaron clavado con el pago)- de un chico, joven, de origen musulmán, viviendo en una ciudad cualquiera del primer mundo que decide inmolarse por el Estado Islámico. Hoy el Estado Islámico ya no existe y otro escritor de esos que hay que esconder y negar, estará actualizando las líneas dramatúrgicas.
Pero, mi tesis, es que siempre hay gente dispuesta a morir por sus ideas. Luego, buscan "sus" ideas.
¿No creo, entonces, en los mártires?
Sí, creo.
Aunque no conozco a ninguno que haya logrado su cometido (siempre y cuando exceptuemos las 70 vírgenes y las barbudas felicitaciones de Dios, ese mal padre que no descuida su hijo en el jardín, solo lo descuida en una crucifixión). El tema es si morís por el dios equivocado. Quién puede saber si al morir, por caso, batallando en Iraq por el dios cristiano, llegás muerto y Alá hace de patovica: le erraste de dios, querido. O viceversa.
Ojo, si hubiera una guerra y no pudiera huir, sería soldado. No hay nada más patético que morir por un bombardeo a civiles, ni homenajes te hacen. Ni plazas. Ni estatuas. Ni canciones. Y si estoy en Musulmandia me gustaría ser mujer: ok, te oprimen esos medievales hijos de puta, pero no te meten un chaleco y te mandan a explotar por un petróleo que ni siquiera podés tocar.
Después salí y tomé un helado con mi sobrino U. Saludé a unas señoritas que me miraron con espanto, pero fueron corteses porque hace años nos conocemos. Y partí hacia ninguna parte. No es poética la oración, es literal. Me subí a un colectivo en la terminal, al primero que encontré. Total no tenía nada que hacer, nunca tengo nada REALMENTE importante para hacer, por eso no me aburro. No está entre mis hobbies posmodernos aburrirme. Burlarme de la gente es mi antídoto, soberbio sí-sí-sí-sí, pero no me aburro, a diferencia de ustedes, que la gran mayoría son unos idiotas sin vida propia buscando en textos ajenos las emociones que les faltan a sus cuerpos. Una pornografía de alta gama, de sobriedad careta, de certamen literario. Un cura se me sentó al lado y me preguntó cosas y cosas y cosas. Sabía más de mí que yo mismo. Las trompetas de la fama.
Vivimos en un mundo de obsolescencia programada, pero eso tiene un sentido científico, ecológico y social. También vivimos en un mundo de insolencia programada y eso es destructivamente estúpido.
Hay una guerra solapada. Una guerra que estamos perdiendo. Una guerra contra la estupidez."
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