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Los vices de Cristina dicen mucho, tal vez demasiado

*Por Marcos Novaro. Con la mayor discrecionalidad posible y evitando ceder autonomía política, la Presidenta eligió a Boudou y Mariotto. La decisión puede espantar votantes independientes.

Bastó que Cristina Kirchner inaugurara su campaña, que como candorosamente confesó empezó en verdad el pasado 27 de octubre, para que volvieran a aflorar sus peores costumbres. Dos actos públicos, el del día de la Bandera, donde no sólo no se dejó hablar al intendente rosarino y al gobernador socialista, sino que se untó de escupitajos al candidato a reemplazar a este último, y el uso del insólito plan "LCD para todos" como excusa para anunciar la candidatura , dejaron ver de nuevo su natural inclinación al autobombo, el desprecio por los adversarios y el abuso de las instituciones con fines partidarios.

El uso de Olivos y de un tono soberbio en el anuncio de "los vices" fueron más rayas del mismo tigre. Aunque el nombre de estos contiene otros significados. Elegir su vice era para Cristina un asunto difícil. A diferencia de su postulación, que era a "todo o nada" (pues un "no" liquidaba sin más al kirchnerismo), seleccionar un compañero suponía optar entre varias opciones, todas más o menos viables, para encarar la campaña, la continuidad en el poder, e incluso para prolongarla más allá de 2015. Y su opción reveló el modo en que se encarará esto y la decisiva cuestión de la sucesión: con la mayor discrecionalidad posible.

Optar por un gobernador del PJ con ansias presidenciales suponía asumir compromisos: creaba un delfín difícil de controlar, que podría frenar el fortalecimiento del peronismo antikirchnerista, pero también la emergencia de otra figura del riñón K, o la eventual reforma constitucional para habilitar nuevas reelecciones. En suma, implicaba ceder autonomía y tener problemas tal vez más serios que con Cobos . Sería de todos modos de interés saber qué pasó entre Cristina y Capitanich: si él planteó condiciones inaceptables para ella sobre el funcionamiento del gobierno y la sucesión; o ella lo usó para dejarle en claro a los jefes pejotistas que su dedo basta para elevarlos, o devaluarlos.

La conveniencia de dejar en claro esta capacidad se entiende a la luz de los problemas que ha tenido en dos distritos decisivos, Córdoba y Buenos Aires.

Los intendentes bonaerenses dejaron ver una vez más que negocian como los sindicalistas : es ingenuo pensar que el intendente Jesús Cariglino dio el salto al duhaldismo sin contar con un compromiso de los demás barones de que no le robarán el distrito; como enseñaba Vandor, ellos golpean y negocian, se dividen el papel de romper y apretar desde distintos flancos, para seguir reinando sobre el jefe de turno.

El endurecimiento de la presidente ante esta actitud transmitió varios mensajes: primero, el territorio se debe subordinar a las conveniencias del vértice , segundo, el kirchnerismo se seguirá concibiendo como un proyecto de largo aliento con derecho a decidir sobre la orientación y destino del peronismo, tercero, las reglas formales de la vida interna y de la competencia interpartidaria se subordinarán a las dos premisas anteriores. Scioli, que debería saber ya que la sumisión que se le exige no tiene límite , encontró en Mariotto la respuesta a su tibia rebeldía de pactar con Massa y dar aire a las resistencias de los barones.

Para el caso, no importa que Mariotto pueda espantar unos cuantos votos. Aunque a este respecto, igual que en el caso de Boudou, interviene tal vez otro cálculo en la estrategia oficial: la de dar prioridad a la competencia por los votantes juveniles, progresistas e independientes . El temor a que con su decisión sobre los vices se beneficien Duhalde o De Narváez parece ser menor al de perder posiciones frente a Binner y Stolbizer o Alfonsín. No sólo porque esas fugas podrían ser mayores, sino porque serían más difíciles de recuperar o de compensar para mantener en pie "el proyecto". El antecedente de migraciones poselectorales de legisladores electos por listas disidentes del peronismo hacia las bancadas oficialistas justificaría esta preferencia. También la previsión que alientan algunas encuestas de que Cristina puede competir con Alfonsín por el voto de centroderecha que dejó vacante Macri. Pero tal vez en lo primero se sobreestime el número y valor del "voto progre", y en lo segundo se subestime al "votante centrista": los vices elegidos pueden espantar votantes independientes, incluso jóvenes , que no están tan desatentos a la capacidad de gestión como se piensa en Olivos, y para los que Binner puede resultar más compatible con la adhesión a Macri de lo que el clivaje ideológico hace creer.

La enseñanza, finalmente, es que aun cuando quiere ser pragmática, Cristina no puede evitar leer el mundo con anteojeras.

Y ellas le dificultan adaptarse a las condiciones en que se desarrollará seguramente la campaña. Que no serán las mismas que las reinantes los últimos meses. No sólo por las malas noticias que no terminan de traerle sus asociados, Schoklender, Bonafini, Moyano, Rachid, D´Elía, sino por otras que vienen de afuera: los problemas de salud de Chávez pueden no sólo tener un efecto mortal para su régimen sino anticipar los que tarde o temprano afectarán a otros populismos personalistas de la región, que carecen de mecanismos de sucesión.

Al decidir sobre los vices Cristina quiso mostrar indiferencia a esos mecanismos que le dificultarían concentrar el poder el mayor tiempo posible . Puede que le hubiera convenido curarse en salud, ya que en su situación se puede pasar de la omnipotencia a la total impotencia en un santiamén y a no muchos de sus conciudadanos puede agradarle seguir viviendo tan a merced de la suerte.