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Los servicios a los turistas

La provincia, en acuerdo con la actividad privada, ha establecido un programa destinado a mejorar la calidad de la oferta turística en las bodegas. Es una decisión interesante en razón de que los beneficios alcanzarán a toda la sociedad como consecuencia del efecto multiplicador que tiene el turismo.

Nadie puede poner en dudas de que la actividad turística -para muchos la industria sin chimeneas- ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos años. Impulsada por una mejora en la calidad de vida de los habitantes y en los cambios de hábitos, como el hecho de que la gente ha otorgado mayor importancia a la salud y el esparcimiento, lo cierto es que anualmente son millones los argentinos que visitan los distintos lugares turísticos y, en ese esquema general, Mendoza ha tenido una consideración especial por parte de los visitantes.

La realidad marca que ha sido importante el cambio producido en la mentalidad de los mendocinos y se ha pasado de aquella provincia poco afecta a recibir visitantes a una actualidad abierta al turismo y los resultados están a la vista. Sólo hace falta caminar algunos minutos por la Peatonal Sarmiento, a cualquier hora del día, para observar la cantidad de turistas que llegan desde todos los lugares del mundo.

Sin lugar a dudas el gran cambio se produjo con la incorporación del turismo enológico. Hasta no hace muchos años, Mendoza era sólo montaña y escasos lugares de interés particular, como el parque General San Martín con su Cerro de la Gloria. Sin embargo, el crecimiento de la industria vitivinícola trajo aparejada una actividad desarrollada por las bodegas, tomadas de lo que sucede en los países vitivinícolas con mayor trayectoria, como Francia o España. Allí las bodegas se prepararon para recibir a los turistas y la recepción se convierte en verdaderos shoppings con una amplia oferta para los visitantes.

En Mendoza el gran cambio en la industria vitivinícola se produjo cuando comenzó a caer el consumo interno y las bodegas vieron en la exportación una de las soluciones para evitar la crisis. Para ganar ese exigente y competitivo mercado externo fue necesario incorporar tecnología en  bodegas, realizar una reconversión adecuada y necesaria en viñedos y establecer una excelente relación precio-calidad. Alcanzados esos objetivos se inició una segunda etapa, la de preparar convenientemente a las bodegas para la recepción de turistas.

Hubo paralelamente una serie de incentivos, como el hecho de que Mendoza fuera designada una de las Capitales Mundiales del Vino o los concursos que se realizan para premiar la arquitectura de las bodegas.

Al decir de los propios bodegueros, la recepción de los visitantes -que es importante y que alcanza a decenas de miles de personas anualmente- no cubre con los ingresos las inversiones realizadas, pero sí resulta interesante en la captación de nuevos consumidores o en el fortalecimiento de los ya obtenidos.

De acuerdo con un informe de la Cámara del Turismo, un 10 por ciento de las bodegas mendocinas -120 en total- han preparado en los últimos años su infraestructura para atender al turista comprendiendo, además de personal especializado para acompañar a los visitantes en un recorrido por el establecimiento, la oferta de gastronomía y también de alojamiento.

En ese esquema y aún considerando que se trata de atención de primer nivel, no resulta inoportuno que se implemente un programa destinado a establecer pautas para mantener esa calidad alcanzada, en la búsqueda de convertir a Mendoza en el primer destino del país con estándares de calidad en bodegas en lo que a servicios turísticos se refiere. Los beneficios no sólo alcanzarán a las bodegas sino que también llegarán a la población en general, habida cuenta del efecto multiplicador que tiene la actividad turística.