Los secretos de la cárcel de Devoto
La Garza Sosa llegó a pelear con tres presos armado con una faca. Los derrotó y mantuvo el liderazgo del pabellón.
La Garza Hugo Sosa, ex ladrón de blindados, llegó a pelear con tres presos armado con una faca. Los derrotó y mantuvo el liderazgo del pabellón. En la sala de visitas, el asesino Carlos Eduardo Robledo Puch le gritó a su madre: "¡Estoy acá por tu culpa!".
El Gordo Luis Valor, pistolero de raza, intentó fugarse por un túnel con diez compañeros pero el día decisivo un guardia se adelantó y les bloqueó la salida.
Tiempo antes le había pedido al encargado de la biblioteca del penal, el secuestrador asesino Arquímedes Puccio, un libro de química. Su idea era fabricar un explosivo para volar un muro y escapar. Se quedó con las ganas.
Todo eso ocurrió en un lugar emblemático de la historia criminal argentina: la cárcel de Devoto, que en dos años será demolida, según anunció el Gobierno de la Ciudad. Los internos serán trasladados a Marcos Paz.
Esa prisión fue escenario de botines, crímenes, peleas y fugas memorables. Pero en la memoria de algunos presos perdura una escena insólita que se vivió en su pabellón de máxima peligrosidad.
Una noche, en la década del 90, se celebró el cumpleaños de un pirata del asfalto. Uno de los presos coimeó a un guardia para que pudieran tomar alcohol. Además hubo drogas y música. Los presos hicieron una ronda y pidieron: -¡Qué baile Puccio!, ¡qué baile Puccio!
El siniestro líder del clan que secuestraba y mataba empresarios fue al centro con Hugo La Garza Sosa, el mítico hampón de la superbanda que robaba bancos y blindados. Los dos bailaron "No me arrepiento de este amor", de Gilda, y fumaron porro. Luego hicieron un trencito. En esa época, la única defensa de Arquímedes Puccio era una faca de 20 centímetros. Jura que nunca la usó, aunque varias veces tuvo que sacarla para intimidar.
En Devoto, donde según él fue líder de pabellón, Puccio conoció al famoso parricida Sergio Schoklender, uno de los fundadores del Centro Universitario de Devoto (CUD), a quien definía como "un sinvergüenza".
-Con él formamos el centro universitario. Pero es un traidor. Nos jugó feo porque siempre operaba por atrás. Una vez, todo el pabellón gritó: "¡Muerte a Schoklender!, ¡muerte a Schoklender!" -le dijo una vez al autor de esta nota.
La gloria o Devoto
El video casero dura 48 segundos y puede verse por Youtube: Valor salta con destreza uno de los muros de siete metros de la cárcel de Villa Devoto mientras dos mujeres que viven en un departamento de enfrente no pueden creer lo que están viendo desde el balcón: -¡Mirá cómo se tiró el cana! -dice una de ellas con sorpresa.
-¡No, no es un policía. Es un chorro! ¡No ves que los de blanco son chorros y se están escapando! -le responde la otra con temor.
La tarde del 16 de septiembre de 1994 hubo una fuga histórica del penal de Devoto protagonizada por el Gordo Luis Valor, La Garza Hugo Sosa Aguirre, Emilio Nielsen, Carlos Paulillo y Julio Pacheco. Se disfrazaron con los guardapolvos de los médicos del hospital penitenciario; Valor se vistió con la chaqueta gris de guardia.
Cuando llegaron a la muralla externa, disparó al cielo y enfrentó a dos guardias.
-¡Entregate, estás rodeado! -le gritó un guardia Luis.
-Negro, entregá las llaves que está todo copado -le dijo Valor.
Los cinco presos bajaron por las sábanas blancas anudadas que habían colgado horas antes y huyeron a los tiros en dos autos que los esperaban en la calle Bermúdez. La fuga les costó una condena de siete años.
Infobae entrevistó a cuatro ladrones emblemáticos que estuvieron detenidos en Devoto para que cuenten historias de la cárcel que en poco tiempo será una montaña de escombros.
Gordo Valor (ex líder de la superbanda que robaba bancos y blindados)
"Los presos somos raros. A veces nos agarra nostalgia con cosas feas. Yo siento nostalgia por mis años en Devoto. Ahí conocí a grandes amigos con los que planificamos robos o simplemente nos contamos nuestras historias. Todavía recuerdo el día anterior a la famosa fuga. A la noche empezamos a escuchar ruidos. Un bardo de pasos, golpes, patadas, ruidos, ruidos y más ruidos. Teníamos el corazón paralizado. Yo transpiraba como loco tratando de entender lo que estaba pasando".
"Después de esos segundos, buscamos de dónde venían los ruidos, y ahí estaban: cientos de policías y el cuerpo de infantería del Servicio Penitenciario Federal. Se asomaban por todas partes, por los patios vecinos, por la misma planta de ese piso. Estaba todo el penal tomado por Infantería. Eran muchos, demasiados. Algo había pasado y no había dudas: nos habían vendido y ante esta nueva situación, otra vez a improvisar".
"Los llamé a los muchachos para pensar un plan porque nosotros teníamos los caños y las facas. 'Si entran, se pudre todo', pensé. Iba a ser una carnicería y no podíamos rendirnos porque eran muchos los que podían caer con nosotros. No hacía falta tener mucha cabeza para darse cuenta que esto era algo demasiado grande, tan grande que era claro que nos habían delatado".
"En la puerta del séptimo pabellón, en la entrada principal, los pibes se habían dibujado un pistolero enmascarado. Un dibujo hecho a tiza con el nombre del nuevo jefe de requisa, como una caricatura a la que habían puesto de nombre 'Diablo que se comió la galletita'".
"Ese era el que encabezaba el pelotón de guardias. Le gustaba tirar con Ithaca los cartuchos de goma. Avanzó todo, comenzó la requisa por la escalera toda acordonada, entraron al octavo, esquivaron el séptimo y siguieron por el sexto y el quinto. Terminaron eso y se fueron. Hasta hoy no sé por qué no entraron al séptimo, donde estábamos convencidos, se pudría todo".
"Desde donde estábamos ese día pudimos ver centenares de policías muy armados. Equipados con escudos, gomas y demás armas. Los veíamos avanzar por todos lados y se ve que buscaban algo, seguramente eran las armas".
"Hoy estaríamos hablando de la masacre de Devoto, pero zafamos y a las pocas horas nos pudimos fugar".
"Lo de la fuga es una de las cosas por las que nos volvimos legendarios. Pero hay otras cosas. Nosotros luchamos por las reivindicaciones en 1993 para que nos dieran el 2×1 y más excarcelaciones. No son cosas menores. Aquí lo que no se negocia es la libertad. Empezamos a tener presencia y eso se notaba en los casos cotidianos. Teníamos un sector de deportes, otro de estudios y un montón de compañeros trabajando. Nosotros luchamos muchas veces contra la demolición de la cárcel. No queríamos perder el Centro Universitario ni los beneficios logrados. Pero esta vez los muchachos no pelearon. Otra cosa que recuerdo es a la Nancy, mi mujer, matando el tiempo en el café de Nogoyá y Bermúdez. Ahí me escribía cartas que me llevaba en la visita".
Luis Mario Vitette Sellanes (ladrón del robo del siglo al banco Río de Acassuso, ocurrido el 13 de enero de 2006)
"Tengo muchos recuerdos de Devoto, he pasado muchísimos años de mi vida en la llamada Unidad Penal Número 2. Conozco los hechos desde la creación de la primera universidad del mundo que funcionó en una cárcel. He vivido en los peores pabellones y en los no tan peores. He conocido a personajes de la política, he estado preso con un diputado nacional ahora fallecido, con un personaje de la tele muy conocido, con un personajes del deporte que era visitado por su señora modelo. He conocido a los narcos del famoso operativo Langostino".
"He estado con Gaetano Fidanzatti, el capo de la mafia siciliana. Recuerdo que un día metió su mano en su ropa y me regaló 50 dólares para que comprara un anafe para calentar el agua en el piso de abajo. También me crucé con Schoklender, quien me introdujo en el estudio informático. En el Centro Universitario me encontraba con los compañeros que se recibieron de abogados y hoy ejercen la profesión".
"También he conocido al mafioso Valeriano Forzatti, quien mató a un guardia en la planta baja, en la zona de calabozos. Y al poco tiempo los guardias, como si estuvieran impulsados por el espíritu del compañero fallecido, lo molieron a golpes. En el traslado al hospital de la cárcel de Caseros le siguieron pegando, pero no se moría. Conocí al médico de Caseros que se negó a atenderlo porque estaba en las últimas y era mejor llevarlo a otro hospital. Pero murió en el camino".
"En Devoto también conocí a los narcos colombianos. Uno de ellos me dijo: 'Oye, compadre, mi casa fue alquilada para que se filmara el capítulo de División Miami en el que aparece Phil Collins'. Pensé que me estaba verseando, hasta que dos semanas después su mujer, durante una visita (la mandó a traer de Colombia en avión privado), me mostró la foto. Estaba él con los actores de esa serie".
Hugo Garza Sosa (ex miembro de la superbanda)
"Devoto fue mi casa. Una tumba a medida de nuestros pecados. Ahí viví sus dos fugas más históricas. La de 1994, cuando saltamos de un muro con sogas anudadas. Y la de 1991, cuando nos fugamos con seis compañeros por un túnel que construimos desde el hospital del penal hasta la calle. Pero eso no fue todo: en el camino descubrimos que debajo de la tierra había huesos humanos. Se comprobó tiempo después que eran los restos de desaparecidos. En ese momento no sabíamos de quiénes eran esos restos, pero lo que hicimos fue pedirle a los seres que allá abajo descansaban, el debido permiso para continuar con nuestro plan. Lo hicimos por haber considerado que estábamos perturbando su descanso eterno y prometimos que algún día contaríamos lo que se escondía en aquel pedazo de tierra de la cárcel de Devoto".
"En Devoto conocí, entre otros, al viejo Puccio y a su hijo Alejandro. Se llevaban mal. El viejo le daba órdenes, le dictaba cartas, le hacía la cabeza todo el tiempo. Era bravo. Se aprovechaba de los débiles de cerebros o de los tipos que no tenían estudios. Una vez un guardia lo retó y el viejo se le paró enfrente y le dijo: 'Soy un preso político, cuando salga y vuelva al poder, voy a encargarme para que todos ustedes pasen a usar uniformes rosas'. El guardia no le dijo nada. Hasta parecía un subordinado del viejo".
"En Devoto pasó de todo. Muchas veces iba la parroquia a rezarle al barbudo y pedirle por mis familiares. En una época prohibieron las visitas íntimas y los presos se la rebuscaban teniendo sexo con travestis. Pero no era gratis. Lo hacían pagando con estampillas de correo, que en prisión valían más que el dinero".
Rubén Alberto de la Torre (Ex miembro de la superbanda y de la banda que robó el Banco Río)
"En 1977 estuve detenido en Devoto por el encubrimiento del robo de un auto. Como muchos presos que fueron detenidos durante la última dictadura militar, fui torturado para que confesara los hechos que no había cometido".
"Muchos pasamos por la picana y el submarino seco. Incluso un policía me llevó a un cuartito, delante de un hombre trajeado. 'Te voy a dar máquina delante de él. ¿Sabés quién es? ¿No te imaginás? Te lo digo: es el juez'. Viví el motín histórico. Fue terrible ver el fuego devorando todo. Pero no olvido el día en que vimos muerto a Cebolla. Pobrecito".
"Cebolla es el apodo de un muchacho detenido en esa cárcel. Un día un amigo, RP, me hizo escuchar una canción del Indio Solari llamada Pabellón Séptimo. Yo estaba por afrontar el juicio por el robo del siglo al banco Río de Acassuso y escuchar ese tema me sacó del presente. No lo conocía: '¡Pobrecito! Pobre el Cebolla/no pudo más, se degolló por miedo/ Nadie es capaz, ¡no pueden borrar mis recuerdos!/Nadie es capaz de matarte en mi alma/Nadie es capaz de matarte en mi alma/ ¡Y así te dan! ¡Así te quiebra!/Así te dan por culo allí... sin más/Por esa vez la Vieja Cosechera/Vino por mí y no quiso besar mi vida'".
"La voz del Indio me pone la piel de gallina. La letra y la música me conmovieron. Todo eso pasó en Devoto. Muertes, peleas, sueños, planes, tristezas. El fin de Devoto es mucho más que el fin de una cárcel".
Extraído de Infobae