Los riesgos del comercio ilegal
La constante expansión de la venta ambulante ilegal en la ciudad de Córdoba atenta contra quienes ejercen el comercio legal, además de convertirse en un potencial foco de inseguridad.
El comercio callejero ilegal se está haciendo incontrolable y cada vez más complejo. No sólo persiste, sino que avanza en la Capital Federal, el conurbano bonaerense y la mayoría de las ciudades del país, como Córdoba.
Además de perjudicar a los locales instalados legalmente, aparece cada vez más conectado de manera estrecha con la explotación de personas, la corrupción y hasta el narcotráfico. Por caso, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires se detectaron nexos entre algunos "manteros" –como se llama allí a los vendedores ambulantes– y miembros de la Policía Federal y otras fuerzas de seguridad.
Hay que hacer las distinciones que corresponden, porque una cosa es aquel que vende productos en la calle porque no tiene empleo o porque su familia vive en una situación de pobreza extrema, y otra muy distinta la de quienes lucran o se enriquecen con la marginalidad, que manejan las grandes "cadenas" de puestos callejeros, que pagan las coimas y se llevan la parte gorda del negocio.
Estos barones del comercio ilegal también controlan o al menos están relacionados con las fábricas clandestinas de prendas, juguetes o cualquier producto comercializable; o sea, todo lo que se trafica en el calle.
La cuestión no es reprimir o erradicar por la fuerza a la gente que vende en la calle, pero el Estado no puede estar ausente o aparecer muy de vez en cuando para hacer un control pasajero, ya que los que son echados, en general vuelven al día siguiente y al mismo lugar, como si nada hubiera sucedido.
La provincia no está al margen de este problema, ya que en ciudades y poblaciones pululan los vendedores ambulantes, sobre todo en la Capital. Por razones que hacen al respeto de las personas, de la Justicia y de la seguridad de todos, es necesario enfrentar la cuestión, ya que lo peor que se puede hacer es no hacer nada.
Los controles periódicos deben ser, en ese sentido, sólo el primer paso para reconocer verdaderamente a quienes están en una necesidad económica extrema, y proveerles una solución asistencial temporal. Pero las investigaciones deben profundizarse detrás de esa foto que muestra el notable incremento del comercio ilegal en la noche de la peatonal cordobesa, para detectar a las organizaciones de trata de personas y de talleres clandestinos o no, que alimentan esta verdadera economía "en negro", la cual daña a la actividad formalmente establecida.
La solución final, que es la localización de estos pequeños comerciantes necesitados de esa actividad para su supervivencia, debe persistir, más allá de que el primer intento de ubicación en el Parque Las Heras fue dejado de lado. Una Córdoba digna y abierta al turismo internacional no puede ser la kermés que muestra el área peatonal por las noches.