Los ricos no piden permiso, parte 2
La popular conductora quedó en el centro de las críticas esta semana por su imprevisto viaje a Uruguay. A Marcelo Tinelli le pasó lo mismo, pero fueron más suaves con ella.
Mientras miles de argentinos aún no pueden salir de sus casas para retomar sus actividades comerciales por la cuarentena que impuso el Gobierno, los dos conductores más famosos de la televisión nacional quedaron expuestos como mal ejemplo por burlar el aislamiento gracias a los benditos grises legales.
Hace unas semanas, las críticas afloraron contra Marcelo Tinelli, quien ya había iniciado la polémica yéndose a Esquel (Chubut) a horas de iniciarse la cuarentena pero que, al extenderse la medida, decidió regresar a Buenos Aires en su camioneta alegando ser “personal esencial” por trabajar en los medios de comunicación y consiguiendo un permiso esporádico del Gobierno. Dos cosas al menos discutibles.
Ahora es el turno de Susana Giménez, quien decidió irse del país porque, lisa y llanamente, no se aguantaba más la cuarentena en Buenos Aires. Lo dijo ella, a Nicolás Wiñazki: “Tengo residencia porque tengo casas en Uruguay. Tengo personal al que le tengo que pagar, tengo animales. Después de 65 días encerrada en mi casa sola tenía derecho a venir”. En épocas de tanto movimiento financiero de manera virtual, ¿era necesario viajar solo con la excusa de pagarles a los empleados? ¿Y por qué no se fue antes y lo hace recién ahora, dos meses después de iniciada la cuarentena?
Está bien, todos sus mecanismos legales para abandonar Argentina fueron correctos, o al menos se presume, por algo la dejaron salir del país y le permitieron arribar en Uruguay. En última instancia habría que cuestionar el permiso de la ANAC para permitirle volar.
Porque el que tiene dinero hace lo que quiere con lo que ganó, pero también puede salir del país como si nada, sin motivo urgente y aun si forma parte del grupo de riesgo al que se le pide insistentemente que se quede en su casa. Parece que algunos afortunados pueden saltarse las recomendaciones e ir cumpliendo el aislamiento de casa en casa. Aunque no tengan la residencia en otro país y solamente la estén tramitando.
También hay que decir que las voces que opinaron desde los medios sobre lo sucedido con Susana fueron muy leves en sus críticas contra la conductora. Y habían sido muy duros con Tinelli, sobre todo por su apego político al Gobierno de turno.
De todas formas, ya estamos acostumbrados a que se le perdone todo a Susana. Desde su escándalo con el Mercedes Benz importado con un certificado trucho de discapacidad para evadir impuestos hasta sus brutales frases a la hora de opinar sobre temas sensibles como la sexualidad o la delincuencia. “El que mata tiene que morir”, “Peor sería que te gusten los hombres” y siga-siga.
Una última cosa para comentar: parece haberse armado una nueva distinción entre “tinellistas” y “susanistas”. Los primeros son los que condenan a la diva de Telefé por su decisión de irse del país, a la que se suma un fuerte distanciamiento ideológico, mientras que los segundos la defienden pero también despotrican contra el conductor. Todo es político. Todo es show. Todo es grieta.
Quizás, como autocrítica, también debería haber lugar para analizar por qué y a quiénes ponemos como famosos intocables en un pedestal. No son uno más como nosotros, ciudadanos de a pie.
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