Los políticos, los votantes y las campañas hace medio siglo
*Por Julio Cesar Bac. Vívidos recuerdos personales de un mendocino que vivió como observador la política mendocina de antes, y nos la recuerda en esta nota, con sus virtudes y sus defectos.
Los actos eleccionarios de hace más de medio siglo eran sencillos, más ordenados, menos agresivos y había mucho respeto entre los políticos y la ciudadanía. No se conocían las elecciones primarias y las campañas de publicidad se reducían a pintadas en paredes y algunos pequeños volantes que se distribuían en mano durante el último mes de la campaña electoral.
Las boletas postulando a los candidatos eran todas blancas y no se conocían hasta verlas en el cuarto oscuro cuando se iba a votar.
El mayor trabajo de cada campaña consistía en las visitas personales a amigos y parientes para conversar sobre las ventajas que ofrecía cada partido si llegaban al gobierno; todo se reducía a dar mejores servicios, posibilidades de trabajo, caminos y puentes, mejoramiento de plazas públicas y salas de primeros auxilios.
Jamás se les ocurría prometer grandes obras imposibles de realizar o mentir descaradamente sobre posibilidades inmediatas en los proyectos del gobierno de la Provincia o las Municipalidades de los departamentos.
Los partidos políticos financiaban sus campañas con modestos recursos propios que obtenían de aportes personales de comerciantes, industriales o agricultores que contribuían con algún dinero o especie.
También se organizaban comidas y rifas para obtener algunos "pesitos". No recibían aportes oficiales de los Gobiernos que les permitiera realizar importantes campañas publicitarias ni la distribución de electrodomésticos, bolsas de mercadería o transportes para llevar gente a los actos.
En Mendoza los partidos políticos que participaban en cada elección con candidatos propios y sin ningún tipo de frente o "componenda" eran los siguientes: Unión Cívica Radical, Partido Demócrata Nacional, Partido Peronista o Justicialista; Socialista y Socialista Obrero, Comunista, Unión Cívica Radical Lencinista y algún partido chico, vecinal, que se organizan para participar de cada acto electoral y después no existían más.
Los caudillos políticos eran muy personales para llevar adelante su campaña electoral y lo hacía cada uno a su manera. En esta oportunidad solo pondré un ejemplo: El doctor Carlos Washington Lencinas que viajaba en un auto Ford modelo 1925 donde siempre llevaba muchos sacos de vestir, relojes de bolsillo y alpargatas.
En sus recorridas por las calles de tierras que eran regadas a balde por obreros de Vialidad Provincial, al observar algún regador en una calle, se paraba y lo saludaba amablemente, le pedía su nombre y le preguntaba cuánto ganaba; de inmediato le preguntaba si tenía saco, por lo general le respondían que no, entonces el doctor Lencinas se sacaba su saco y se lo entregaba y cuando volvía al auto se ponía otro.
Este gesto lo repetía diez o doce veces en cada gira; no les hablaba de política, se interesaba por la salud de sus mujeres e hijos y siempre los llamaba por su nombre porque tenía una memoria privilegiada; se despedía cariñosamente con abrazos y apretones de mano, así todos los que trataban al caudillo se quedaban felices y no se olvidaban más de ese político que para ellos era hombre querible y que les inspiraba confianza y respeto.
Muchas de mis vivencias son el resultado de haber votado regularmente en todas las elecciones convocadas en los últimos 72 años, mi Libreta de Enrolamiento registra 51 sellos de votos emitidos. Esa asistencia perfecta me ha permitido observar los movimientos que se producían entre autoridades de mesas, políticos y votantes.
Recuerdo maniobras políticas de aquella época para obtener votos en forma incorrecta, por ejemplo el voto "cantado" era el que el votante ingenuo le adelantaba al político de su confianza; el "voto cadena" era cuando le entregaban al ciudadano un sobre autorizado con una boleta adentro y le retiraban el vacío al cual le ponían otra boleta y se lo canjeaban a otro votante.
Y el "voto secreto" cuando le entregaban el sobre también oficializado para que concurriera directamente al cuarto oscuro y después de depositarlo en la urna el ciudadano preguntaba por quien había votado y la respuesta era: Mi amigo, el voto es secreto.
La maniobra la hacían consiguiendo un sobre firmado por las autoridades de mesa que entregaba un correligionario que no entraba al cuarto oscuro. Y con ese sobre habilitado continuaba la "operación".
Finalmente esta el "voto controlado", aquel que se podía observar desde un agujero efectuado previamente en una puerta o división que permitía ver la boleta que elegía el ciudadano. Y había casos que el político retiraba la Libreta de Enrolamiento de votantes y se la devolvía el lunes con el sello que indicaba haber votado.
Se respetaba la duración de los períodos de los cargos electivos y muy rara vez eran reelectos y los candidatos se elegían en reuniones de las autoridades de cada partido, no funcionaba el "dedó metro".
Finalmente, haré referencia a anécdotas, ocurrencias y recuerdos que dejaba la actividad política de hace más de medio siglo. Rescato la de los socialistas que gobernaron la Municipalidad de Godoy Cruz por varios períodos.
Allí se había creado un enfrentamiento con el párroco de la iglesia San Vicente Ferrer, o sea entre el padre Pedro Arce y el intendente Renato Della Santa, cruzándose ataques verbales desde el púlpito y desde la intendencia, que atraían la atención de los vecinos, que a su vez se había organizado en bandos.
Por su parte los demócratas le habían puesto el mote de "pericotes" a los radicales y estos a su vez el de "gansaza" a los demócratas y distribuían volantes con caricaturas donde aparecía un ganso con un pericote en el pico. Y después venía la replica.
Como anécdota final, me referiré a un gesto de los políticos Adolfo Vicchi y Emilio Jofré, que cuando había terminado su período de gobernador don Ricardo Videla en el año 1935, fueron a visitarlo a su casa de Chacras de Coria y como era verano observaron que no tenía una heladera en su hogar; entonces, cuando regresaron al centro, compraron y le enviaron de regalo una heladera familiar.
Moraleja: en esas épocas en general los políticos no vivían en mansiones, se retiraban pobres o como habían iniciado sus funciones y tenían que volver a trabajar porque no habían aprovechado la función publica para hacer fortuna. Si esto no es honestidad, ¿la honestidad donde está?