Los museos están vivos
Las recientes manifestaciones culturales en Buenos Aires y Córdoba demuestran que el arte y la ciencia pueden estar al alcance de todos, sin distinciones entre cultura popular o cultura de elites.
El éxito de la Noche de los Museos, realizada recientemente en la ciudades de Buenos Aires y Córdoba, confirma que existe una demanda masiva por el disfrute y el goce de los bienes culturales.
En la Capital Federal, las cifras fueron más que elocuentes: hubo unas 700 mil visitas en 174 museos y espacios culturales de 27 barrios porteños. En Córdoba, el encuentro fue organizado por la Universidad Nacional (UNC) a una escala menor, pero también tuvo una considerable convocatoria.
Entre las actividades propuestas por la Secretaría de Ciencia y Técnica y la Subsecretaría de Cultura de la casa de altos estudios, se destacó una instalación multimedial sobre la cosmología aymara, en la que se evocaba el conocimiento astronómico de una cultura prehispánica del continente. En ambos casos, museos, parques y plazas estuvieron abiertos al público desde el anochecer hasta la madrugada.
Gente de todas las edades y sobre todo miles de jóvenes se dieron cita en esta verdadera peregrinación cultural, que debe ser tomada como un ejemplo a seguir, no sólo en Buenos Aires sino también en todas las ciudades argentinas, en especial en aquellas que –como Córdoba– tienen mucho que exhibir en esta materia.
Cabe una digresión: ante la magnitud de manifestaciones como la comentada, es evidente que no hay una cultura popular por un lado y una cultura ilustrada, minoritaria o de elites por el otro, ya que esta también puede convocar a cientos de miles de personas, como lo demuestra la Noche de los Museos.
Con un mérito adicional: que hay gente que, en acontecimientos como este, entra por primera vez a un museo y puede admirar pinturas de Modigliani, Picasso, los impresionistas y los grandes pintores argentinos.
O también, como sucedió en los museos de la UNC no dedicados al arte, puede iniciarse en el legado histórico de disciplinas como la anatomía, la antropología o la astronomía. Y que se trate de una participación colectiva es muy importante, ya que identifica a las personas en el goce de los bienes artísticos y culturales.
La ciudad de Córdoba, con sus grandes, medianos y pequeños museos, con sus iglesias y sus grandes monumentos, con edificios públicos como la Legislatura Provincial o el Palacio de Justicia, también tiene la posibilidad de desarrollar alternativas culturales similares, y lo mismo ocurre en ciudades y pueblos del interior.
Hay muchos antecedentes sobre el particular, como los recitales de música barroca que se ofrecen en el llamado Camino de las Estancias y que ya llevan varias ediciones.
Toda esta experiencia tiene que ser valorada. En los últimos años, Córdoba ha hecho mucho por la cultura y valen la pena la perseverancia y la continuidad en el camino iniciado.