Los mensajes cifrados de las primeras 24 horas de Cristina
De regreso a Casa Rosada, Cristina Fernández de Kirchner usó sus primeras 24 horas activas para proporcionar, al margen de protocolos y formalismos, una serie de pistas que sirven de guía para adivinar el esquema operativo que modela para los tiempos sin Kirchner.
Metódica, seleccionó cinco episodios para emitir esas señales específicas al mundo político, el propio y el extraño. Reflejan, a simple vista, que tomará el control personal, intransferible, sobre áreas puntuales en las que operaba su marido.
Como gesto de fortaleza, a modo de aviso -o advertencia-, se esforzó, con esos movimientos (que para algunos resultan crípticos y para otros, demasiado burdos) por ubicarse en los vértices del triángulo del poder K que conforman «la caja», el PJ y Hugo Moyano. Veamos.
1. La caja
Su primera postal, la primera acción al volver a su despacho, fue junto al ministro de Economía, Amado Boudou; el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa, y el jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray. El mensaje es lineal: en vida, Kirchner abrumaba a los funcionarios -con Pezoa hablaba cada mañana, muy temprano- con informes sobre las cuentas públicas y a Echegaray por el avance de la recaudación. La obsesión del ex presidente instaló el paradigma de que era él quien manejaba «la caja», monumental arma de disciplinamiento. Cristina, al elegir ese trío para su primera acción de gobierno, notificó que en adelante será ella quien se haga cargo de esos asuntos.
2. Scioli y el PJ
Fuera de agenda, un rato antes de que se emita su mensaje por cadena nacional, se vio con Daniel Scioli, que horas antes había amontonado a más de 90 intendentes en un «scrum» de apoyo al Gobierno. La cumbre, que se acordó a media tarde, tuvo un doble objetivo: que Cristina colecte, transferido por el gobernador, el alineamiento del PJ bonaerense -aunque había también radicales y vecinalistas- con su figura y desactivar los chispazos que el encuentro de La Plata generó en sectores K, que sospecharon el germen de una conspiración. Trasmitió -o quiso trasmitir- que la relación con esa maquinaria política la piloteará ella. A la mesa sumó al ministro del Interior, Florencio Randazzo, con lo que bendijo al bonaerense como nexo, posiblemente no el único, con el poder de la provincia.
3. Moyano y la CGT
La señal a Hugo Moyano fue la única -una omisión más que sugerente- que la Presidente no ejecutó en persona. Usó de correo a Aníbal Fernández que, posiblemente para compensar que el reconocimiento no fue hecho por Cristina, se embretó con un anacronismo al asegurar que la «CGT que conduce Hugo Moyano es nuestra columna vertebral». Un exceso de percepción o un rapto confesional que sólo explica la necesidad de suplir la frialdad que la Presidente ha tenido hasta ahora con el jerarca sindical, que se agudizó luego del crimen de Mariano Ferreyra y los rumores de una discusión intensa entre Kirchner y Moyano la noche previa a la muerte del ex presidente. Que el gesto hacia el camionero se haya tercerizado a través del jefe de Gabinete -al actuar de vocero y ayer como delegado supletorio de la Presidente en la cumbre nuclear consolida su protagonismo- también anima una lectura subterránea: que la parrafada elogiosa de Aníbal F. hacia Moyano responda a una lógica menor, vinculada a la conformación de alianzas y pactos, y la pretensión del quilmeño en erigirse en interlocutor preferencial de la cúpula cegetista que hasta ahora orbitaba, respecto de Moyano, exclusivamente en torno a Kirchner y, del resto de la jerarquía gremial, a través del ministro Julio De Vido.
4. Juventud
El discurso de agradecimiento, por cadena nacional, que había grabado por la tarde y se trasmitió a las 20.30 aportó otras de las pistas: en su breve intervención, Cristina de Kirchner mencionó a un solo actor político, de protagonismo excluyente durante la jornada de despedida de Néstor Kirchner: los sectores juveniles. «Quiero agradecer en forma especial a las decenas de miles de jóvenes que cantaron y marcharon, con dolor y con alegría, cantando por él y por la patria», dijo. No hizo, en cambio, referencias a otros clanes: ni a los gremios, ni al PJ, ni a los piqueteros que también tuvieron presencia en Plaza de Mayo. Centralizó en los jóvenes y se tradujo como un indisimulado guiño para esos grupos que tienen como la referencia más marketinera a La Cámpora, agrupación que patrocina Máximo Kirchner, a quien se comienza -ayer alimentó esa idea Aníbal Fernández- a observar como una figura que empezaría a ganar influencia y presencia en el círculo cerrado de la toma de decisiones de su madre, la Presidente.
5. Exterior
No se limitó a mensajes domésticos. El lunes dedicó 15 minutos de su agenda a recibir las cartas credenciales de los embajadores de Canadá, Cuba y, entre otros, Países Bajos. Escoltada por Héctor Timerman, transmitió indicios de predisposición hacia el exterior, de apertura y buena voluntad. Un aviso, posiblemente redundante, de no «chavización» frente a la fluidez de su vínculo con el bolivariano que viajó, incluso, a Río Gallegos para participar de la despedida última del ex presidente y ex titular de la Unasur. Que a horas de despedir a su esposo y líder político, se ocupe de darles la bienvenida a los nuevos embajadores -práctica que jamás cumplió Kirchner- supone transmitir, hacia afuera, hacia el mundo, entereza y certidumbre.