Los límites de la racionalidad del dólar
Por Martín Lousteau* El affaire dólar va aflojando. En gran medida porque el Gobierno, con sigilo, parece estar reviendo su diagnóstico inicial y comenzando a transitar un camino más lógico y natural: deja subir paulatinamente el dólar oficial mientras el paralelo rebota desde el techo de $5,10 alcanzado el viernes pasado.
Ese valor era superior, incluso, al que un mes atrás el consenso de los analistas económicos pronosticaba para ¡fines del 2012! La baja era, por ende, esperable. Y si a ello se le suma un deslizamiento un poco más acelerado del valor oficial, la brecha se irá achicando aunque no desaparecerá.
Con sus medidas iniciales el Gobierno había generado una situación en la cual pagaba todos los costos de una devaluación sin ninguno de sus beneficios. Aumentó la intranquilidad, se perdieron depósitos, subió la tasa de interés y se paralizaron gastos e inversiones, todo con impacto negativo en la actividad económica. El reciente candidato a vicepresidente Javier González Fraga usó una expresión muy acertada: "El problema no es el paciente sino el Parkinson del cirujano".