Los intensos vínkulos de Jaime
*Por Luis Majul. Aunque Néstor Kirchner murió de manera repentina y ya no podrá comparecer ante la Justicia, es necesario recordar que Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte y acusado de múltiples delitos no excarcelables, respondía sólamente a él y era una pieza clave del entramado de acumulación de poder y dinero que manejaba el ex presidente.
Aunque Néstor Kirchner murió de manera repentina y ya no podrá comparecer ante la Justicia, es necesario recordar que Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte y acusado de múltiples delitos no excarcelables, respondía sólamente a él y era una pieza clave del entramado de acumulación de poder y dinero que manejaba el ex presidente.
Ricardo Raúl Jaime, 55 años, tres hijas, una nieta, alias "Mario Barakus", "El Señor de los Subsidios", "Gran Hermano" o "El María Julia K", cinturón negro de karate, amante de las motos BMW y de los caballos pura sangre, sospechado de haber adquirido un avión de 4 millones de dólares con un sueldo de funcionario de no más de 10 mil pesos, acusado de enriquecimiento ilícito, administración fraudulenta, cohecho y dádivas, recordaba cada tanto su vínculo indestructible con el ex jefe de Estado con una frase que escucharon por lo menos media docena de interlocutores: "Kirchner sabe que me puede pedir cualquier cosa, menos la renuncia".
Jaime debió renunciar el 1° de julio de 2009, abrumado por las acusaciones en su contra, después de la derrota electoral de Kirchner contra Francisco De Narváez. Estuvo, sin embargo, en el velatorio de su amigo y viajó a Río Gallegos para asistir a la despedida final. Además se dejó ver en el último acto de Cristina Fernández en Córdoba, en su carácter de presidente del Frente para la Victoria de esa provincia, y en la inauguración de un nuevo modelo de autos de Renault, durante aquel discurso en que la jefa del Estado invocó a su marido así: "Hoy estoy un poco menos triste porque siento que él debe estar caminando entre ustedes".
Jaime volvió a estar en la tapa de todos los diarios la semana pasada, después de que se revelara que el fiscal Carlos Rívolo tiene un su poder más 20 mil correos electrónicos con información sobre pedidos y recibimientos de coimas derivados de la compra de vagones de trenes por 1600 millones de pesos realizados en el año 2005.
Se trata de una información valiosa, que podría llevar a Jaime a la cárcel. Sin embargo, no es la primera, la única ni la más escandalosa.
El 16 de marzo de 2009, por ejemplo, Jorge Molina, un alto ejecutivo del grupo Marsans, me aseguró que Jaime le había hecho una "extraña sugerencia" a cambio de permitirle un aumento de tarifas que tenían congeladas. Publiqué esa información en mi libro y ese testimonio del directivo forma parte ahora de una de las decenas de causas judiciales que investigan al ex secretario de Estado.
Molina me contó que Jaime le transmitió la sugerencia a los dueños de la empresa y que al mismo tiempo les pidió que se reunieran con el secretario de Transporte para confirmar la extraña propuesta. Y también me dijo que se felicitó por haber gestionado el encuentro, porque los dueños de la aerolínea comercial lo escucharon con sus propios oídos. "En efecto, Jaime también les hizo la sugerencia a ellos", afirmó Molina.
Durante un tiempo, los dueños de Marsans pensaron que la proposición era una idea personal del secretario. Pero después ellos y Molina se terminaron convenciendo de que "venía de más arriba". "Como no aceptamos la sugerencia, no nos autorizaron los aumentos de tarifas, nos tiraron a los sindicatos encima y explotamos como un sapo", interpretó Molina.
¿Kirchner podía no estar al tanto de tan delicadas negociaciones?
Jaime es Kirchner. Su biografía política lo evidencia.
Ingeniero agrimensor, empezó a trabajar para el Estado en la dirección de Catastro de la provincia de Córdoba, durante los años de la dictadura. En 1983 se mudó a Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz donde fue contratado como inspector del Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda (IDUV) y donde conoció a un pingüino de la primera hora, el actual embajador de la República del Uruguay, Dante Dovena. En 1991 Jaime se hizo kirchnerista al cambiar su apoyo al entonces candidato a gobernador por un alto cargo en el Estado provincial. Kirchner le respondió: lo nombró secretario general de la gobernación. Fue durante aquellos años cuando Jaime logró lo que muy pocos: generó con Kirchner un vínculo personal que transcendió la política. De aquella época son los registros de sus "escapadas" de fin de semana al casino de Caleta Olivia. Los que conocen lo que fue la intimidad del matrimonio sostienen que Cristina Fernández nunca soportó a Jaime por eso mismo. Siempre lo vinculó con el ruido y la diversión y nunca le gustó su ostentación y su soberbia.
En 1991 Kirchner lo nombró ministro de Educación, aunque no tenía ningún antecedente en el área. En 1999 tuvo que regresar, de manera imprevista, a la provincia de Córdoba. El ex vicegobernador de Santa Cruz Eduardo Arnold aseguró que Kirchner lo había despedido por pedirle dinero a una empresa. En Córdoba, Jaime fue designado viceministro de Educación del gobernador José Manuel De la Sota. El ingeniero volvió a trabajar para su antiguo jefe en 2003 cuando Kirchner, ya como presidente electo, le pidió que se hiciera cargo de una de las grandes cajas de la política argentina: la secretaría de Transporte de la Nación. Ahora que la justicia lo puso en el banquillo de los acusados, es lógico preguntarse: ¿por qué el ex presidente mandó a Jaime al área de transporte, si su única experiencia como funcionario había sido en Educación?
Un empresario que lo conoció en Córdoba durante la década del noventa me explicó: "Kirchner puso a Jaime porque, de todos sus hombres, era el que tenía la mandíbula más fuerte".
El lector puede darle a la figura la interpretación que más le guste.
A casi un mes de la muerte del ex presidente, es bueno que se recuerde todo lo bueno que hizo por el país. Desde los cambios que impulsó en la Corte Suprema hasta la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Desde la recuperación de la autoridad presidencial hasta ciertos aspectos del manejo de la política económica que no frenaron el crecimiento.
Pero también es necesario, ahora que muchos pretenden colocarlo en la categoría de prócer, que Kirchner sostenía y avalaba a personajes como Jaime.