Los Idus de Octubre
Por Carlos Caramello. Los idus, en la antigüedad, eran días de buenos augurios.
Los idus, en la antigüedad, eran días de buenos augurios. Se celebraban los 13 de cada mes a excepción de marzo, mayo, julio y octubre en los que se honraban los días 15. Esta idea religiosa de fechas de buenaventuranza cambió abruptamente cuando, el 15 de marzo de 44 a. C., el emperador Julio César fue asesinado. De ahí la famosa advertencia shakesperiana “Cuídate de los idus de marzo”.
Macri ha tenido su idus, pero a fines de octubre. La derrota (yo le voy a hacer caso al peor Jefe de gabinete de los últimos 25 años, Marcos Peña, y voy a esperar “al escrutinio definitivo para poder saber qué ocurrió con la elección”) por más de 8 puntos lo condenó al llano y, de paso, lo transformó en algo bastante parecido a un muerto político. Porque, aunque sus operadores mediáticos insistan con la cantinela que lo sindica como “jefe de la oposición” (él mismo se lo comunicó a su gabinete), de su figura emana ese tufillo rancio como a cosa vencida… Como a pasado.
Adentro
La imagen de la vicepresidenta Michetti tratando de introducir en la urna un sobre que se doblaba con facilidad (signo inequívoco de que no contenía ninguna boleta) sumada a la ausencia de la gran pitonisa rubia del macrismo en la noche de la derrota son mensajes poderosos del desquicio que sobrelleva la nueva derecha democrática, (tan parecida a la vieja derecha autoritaria). "Cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo", explicaba el autodidacta y filósofo callejero “Ringo” Bonavena. Y a Macri le sonó la campana. Si hasta su enamorada más rendida, Laura Alonso, lo mira con ojos furiosos porque se siente más usada y abandonada que Estrellita, esa pobre campesina.
Pero el premio al “Ooosooo de Oro” se lo llevó Horacio Rodríguez Larreta la noche misma del comicio, cuando se subió al escenario del bunker amarillo y sólo habló de SU maravillosa victoria. Ni una referencia que mitigue la espantosa derrota del presidente. Ni una declaración para alivianar el desastre electoral de su invención política: María Eugenia “Juana de Arco” Vidal. Sólo SU 55 por ciento de los votos porteños -resultado record en la historia democrática de la ciudad-; sólo SU preciosa relación con los vecinos de CABA; sólo SU excelente gestión como Jefe de gobierno. Si eso no es disputar la jefatura del espacio político…
Afuera
A la operación de instalar a Mauricio Macri como líder de la futura oposición se sumó la de un pseudo-fraude electoral en el que la fuerza ganadora aparecería como partícipe necesario. Una jugada a dos bandas (por los menos) porque nada mejor para anclar una opereta que comprometer al enemigo en la misma: propios y ajenos, por adentro y afuera, avalaron la jugada debatiéndola, tiñéndola de seriedad. Pero, además, como confiesa un excompañero, fue el gran aval para que la sociedad argentina profundice su desconfianza por nuestro sistema electoral de boleta sábana de papel y vuelque su mirada hacia otras herramientas, siempre más tecnológicas y, por lo tanto, más inseguras.
Por afuera, también, avanza el radicalismo post-cambiemita, con Alfredo Cornejo y Martín Lousteau (si, leyó bien) a la cabeza (empujados por un tal Coti, que no es el cantante) y buscando su lugar en el mundo hacia 2023. Ellos, y un montón más, han comprendido que fueron convidados de piedra en el gobierno de Cambiemos y no están dispuestos a seguir de rodillas si la limosna es tan miserable. Por eso andan desparramando comentarios y chismes sobre una “futura pero cercana Convención” en la que buscarán romper lanzas mientras que desde dentro del Comité Nacional (en manos de Cornejo y sus adláteres) niegan con mirada pícara esa posibilidad, aduciendo que está establecido que haya “una sola Convención” anual.
Enfrente
Como fuere, unos y otros pasan a ocupar el complicado espacio de la oposición al peronismo. Claro que ellos no serán de los condenados a atravesar en el desierto con un frasquito de anchoas en salmuera: el aire acondicionado de apoltronadas oficinas empresariales y financieras los espera ni bien entreguen el gobierno (porque el Poder… no creo). Para esto último cuentan con un porcentaje mínimo de dirigentes que abrazaron la Unidá por imperio de los tiempos pero que, amuchados con el peronismo, están más incómodos que oficinista a las 8 de la mañana en la línea E de subterráneos.
Esos han aportado muy poco a la victoria del Frente de Todos: un par de fotos con sonrisa kolinos, su fastidio evidente y parte importante del discurso político de lo que vendrá. Y cuando hablo de discurso político no me refiero sólo a la oralidad sino a otros componentes simbólicos: minué de gestos, miraditas, guiños, suspiros, silencios y mohines que poblaron el último mes y medio de campaña. Viajes a Estados Unidos, declaraciones tan innecesarias como perturbadoras, faltazos sin motivo alguno, objeciones públicas a otros dirigentes del espacio, resucitaciones de esos muertos que vos matais y que, sin embargo, gozan de buena salud… en fin, una larga saga que construyó esa semántica que avisa que la mentada Unidá avanza a los tumbos.
El panorama promete más merca que algunos dirigentes de fútbol a los barra brava. Por suerte, el que agarró la manija no es manco para el negocio político y la señora, el domingo a la noche, subió al escenario, abrió la boca y marcó la cancha.
Sólo esperemos nuestros idus de diciembre… y esperemos que los hados nos sean propicios.
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