Los hombres se apropian de la estética
El valor de la imagen los acerca cada vez más a los tratmientos de belleza en salones unisex, sin que su virilidad sea cuestionada
El desopilante ruego publicitario de "no me pidan que cabecee"- aquel coqueto futbolista que con su melena recién acicalada se encaminaba hacia la mirada de multitudes- hace tiempo que dejó de ser el reflejo paródico sobre el cuidado estético masculino.
Hoy los hombres que se entregan a los tratamientos cosméticos saltaron el corralito de los narcisos y metrosexuales y se suman a la legión de los que buscan una imagen reconfortante de sí mismos.
A diferencia de una década atrás, la faena de embellecimiento no se hace a escondidas ni en salones reservados o exclusivos para ellos.
Hoy la gravitación de la imagen los empuja a mezclarse con ellas en los salones a la hora de los alisados de pelo a base de formol, de los reflejos con platinium, los tratamientos capilares nutritivos, la belleza de manos y pies, y la depilación, permanente o no, del torso, espalda y piernas, sobre todo entre los más jóvenes.
Los peelings con puntas de diamante, el Botox en el entrecejo, el fotorrejuvenecimiento y hasta la eliminación de adiposidades con frío forman parte del menú estético del hombre modelo siglo XXI, precisan en el Centro de Estética M & D.
Claro que en esta avanzada también prima la mirada descolocada de muchas mujeres que manifiestan cierta perplejidad frente a la certeza de que el sexo opuesto se muestra dispuesto a dedicarle igual o más tiempo y dinero a su apariencia que ellas.
La gravitación del fenómeno fue medida por la consultora Advise entre 300 hombres de la Capital y el Gran Buenos Aires. Mientras que para el 81 por ciento es prioritario cuidarse para verse bien, el 53% de los hombres reconoció frecuentar mensualmente algún recinto donde mejorar su imagen, desde una peluquería hasta el consultorio de un dermatólogo. Pero esa misma proporción trepó al 82% al indagar en los hábitos de varones de entre 25 a 40 años.
"Las nuevas generaciones llevan incorporados los ritos de belleza como propios de ambos sexos. Hoy el cuidado estético es unisex", señalan las conclusiones de Advise.
Omar Hassan tiene 25 años, es licenciado en comercialización, trabaja en una empresa automotriz y frente a La Nacion admite que destina $ 800 por mes para verse bien. Eso incluye depilación del pecho -"herencia de mi paso por el fútbol", dice-; pedicuría y un tratamiento facial al mes. Además, está el corte de pelo de moda, que un estilista le realiza en un salón de belleza unisex en Palermo.
Allí, entre ritmos electrónicos y cócteles, los hombres superan en número a las mujeres.
"Mi novia me carga y me dice que parezco gay, pero, para mí, verme bien es una necesidad", cuenta con naturalidad Hassan, que luego del corte logrará un real parecido físico con Ronaldo. No en vano le extendió a su estilista, Sebastián Hernández, una foto en su celular con el último look del astro portugués para que le reeditara el corte.
Hernández contó a su vez que hoy lo más pedido entre varones son los alisados de pelo que popularizó Carlos Tevez en el último Mundial. Son furor también los baños de crema, el apagado de canas, la manicuría sin brillo y las ceras capilares para aplicarse en el hogar.
Aunque para muchos ya es tradición, hasta Mauricio Macri sucumbió a un tenue maquillaje facial en su boda campera. Y si bien nunca lo admitirían en público, se cuentan de a decenas las manicuras que, con reserva, visitan oficinas y domicilios de encumbrados empresarios.
"La realidad es que el hombre se cuida muchísimo y gasta igual o más en su imagen que la mujer", dicen Liliana Fiocco, dueña de Rooms, en Palermo.
"Con la edad, uno va perdiendo ciertas cosas e incorporando otras. Pero el hombre siempre se embelleció a escondidas", argumenta Juan Carlos Bottinelli, comerciante de 56 años, que acaba de apagarse la canas con reflejos rubios. "Mi trabajo requiere que esté siempre impecable, ya que la gente te trata como te ve", dice con crudeza.
El dermatólogo Mario Fuks, director de M&D, afirma que hoy ellos representan el 30% de los pacientes de ese centro. "No hay prejuicios. Se mezclan con las mujeres. Y hasta los folletos de los tratamientos son unisex", cuenta. Fuks sólo distingue el comportamiento masculino del femenino en materia estética en que ellos son, por lejos, "mucho mejores pagadores".