Los extraños casos del padre Acuña, el cura exorcista de Santos Lugares
A lo largo de sus años como exorcista ha adquirido experiencias sobrenaturales que a la hora de contarlas, dejan sorprendidos a más de uno.
El padre luterano Manuel Acuña, es exorcista y tiene una escuela dedicada a enseñar sobre ésta milenaria y polémica práctica, común a cuatro religiones: el cristianismo, el hinduísmo, el judaísmo y el islamismo.
DiarioVeloz se acercó a Santos Lugares para encontrarse con Acuña, quien relató las experiencias más increíbles, que parecen sacadas de un film de terror.
El padre Acuña comenzó su relato: "Una vez se acercó a esta parroquia una mujer, de unos 65 años, la había derivado su psiquiatra, vino y mientras teníamos la entrevista, en la que se completa una ficha a modo de `historia clínica´ empecé a decir en silencio la oración preliminar de exorcismo y la mujer me dice `¿por qué dijo eso?´...
-Yo no dije nada, le respondí
-Sí, usted dijo algo que no me gustó.
-No, señora, yo no dije nada.
Entonces le extendí un papel, un lápiz y le dije "escríbame su nombre", lo escribió e imitando el gesto que yo había hecho, me entregó el papel con el nombre de un demonio escrito.
"Ahí no más, se levantó y me pegó un cachetazo tal que me voló los anteojos. Me desarmó la oficina. Empezaron a volar papeles, destruyó todo. No la podía frenar. Empecé a pedir ayuda y ahí vinieron mis asistentes, entonces la comencé a exorcizar. En el medio de la oficina. La exorcizamos, logramos que la mujer se libere y se fuera bien, sana", cuenta y continúa: "Pasaron cuatro años y un día viene un chica de 35 años, odontóloga ella. Una vez que estábamos en la oficina sentados, me dice 'nos volvemos a encontrar', y yo le dije 'no, si yo no la conozco, es la primera vez que nos vemos', entonces agarra un papel, un lápiz y con el mismo gesto de la otra mujer cuatro años atrás, me escribió el nombre del mismo demonio, pero esa vez ya no me voló los lentes porque me los saqué antes de que me pegara el cachetazo".
El luterano cuenta que además de practicar exorcismos sobre personas, se pueden realizar sobre casas y objetos.
"Por ejemplo, me ha pasado que recibí lo que llamé 'Las muñecas de la muerte´. Unas muñecas traídas de África, muy desagradables por cierto. Eran muñecas de trapo. Similares a las muñecas vudú, pero no lo eran porque tenían rasgos bonitos. Se las habían regalado a un matrimonio. A los pocos meses, el hermano de la señora cae en coma. La madre del señor, fallece. Él pierde el trabajo. Todo mal. Y uno dice '¿es casualidad?', pero no es casualidad. Vinieron acá a la misa con las muñecas. Y ahí las revisé. Hice lo que tenía que hacer y efectivamente: eran las muñecas el objeto maleficado".
Una vez me paso algo muy interesante con una señora que llevaba un año de casada. En un año se tuvo que mudar seis veces. Le pasaba de todo en la casa que habitaba: que las paredes, que los caños, que esto y que lo otro. Un día se levanta y el marido se va a la casa de la madre. Y ella le dice '¿por qué te vas?'
-No sé. Yo me voy con mi madre.
Y uno no lo entiende porque son personas adultas que han hecho una elección de vida, que alguien reaccione así. Entonces le dije a la señora, fíjese si no hay algún regalo de casamiento que haya recibido que le resulte extraño. Entonces me dice 'mi suegra nos regaló un juego de cubiertos, pero lo curioso es que son dos nada más: dos cucharas, dos tenedores, dos cuchillos' y le dije 'dígame que no se le perdió ninguna pieza en las mudanzas':
-Ninguna, está completo. Se perdieron muchas cosas, pero de ese juego de cubiertos, estuvo siempre con nosotros.
-Claro, ¡justo lo que hace a la familia! ¡Los cubiertos!
Le dije "señora deshágase de los cubiertos" lo hizo ese mismo día y me avisa.
Fue a la casa de la suegra y buscó a su esposo: 'querido vení conmigo'.
-Si, tenés razón.
¡Es de película!
"Hay muchas situaciones en las que a la madre le cuesta desprenderse del hijo y hacen cierto tipo de 'trabajos' para mantenerlo con ellas", cierra Acuña.
El padre explica que "existen muchas categorías de espíritus, hay categorías espirituales. No sólo están los ángeles y los demonios. El exorcista tiene que aprender a discernir a que categoría se está enfrentando. Para saber que debe ser expulsado de la vida de una familia o de una casa en caso de una infestación".
"Infestación le llamamos a lo que sucede en el los hogares. O sea, una casa infestada, requiere de un exorcismo. ¿Por qué la casa está infestada? Porque el lugar conserva memoria. Es la memoria de quienes han habitado ese lugar", continúa el padre.
"Por eso se da más en las casas antiguas. Porque a casa devuelve su memoria como el eco que nosotros sentimos de las paredes. Es la voz de la casa. Es la memoria que va devolviendo con el tiempo. Eso nos hace definir que existen casas que sanan y casas que enferman. De ahí es que a veces la única solución es mudarse", concluye Acuña.