Los estudiantes vuelven a ser noticia
*Por Cecilia Merchán. Nuestros jóvenes conforman una generación que está reconstruyendo la identidad de protagonismo, compromiso y solidaridad; tan necesaria para nuestra democracia.
Demostrando su autoritarismo, el Ejecutivo provincial aprobó a fin del año pasado, a instancia de la Legislatura provincial, el proyecto de Ley de Educación y aprovechó la oportunidad para descalificar la movilización estudiantil, tildando de "fascistas" a quienes se oponían a ese proyecto.
Fue una verdadera pena que el Gobierno fuera incapaz de leer lo que una gran parte de la sociedad cordobesa ya interpretó: que los estudiantes, con su protesta, pusieron en el debate público cuestiones que van mucho más allá de lo meramente educativo.
En esos días, se pusieron en debate nuestra idea de ciudadanía y los límites de nuestra democracia, debates que llegaron justamente de la mano de ese sector al que los analistas de la derrota suelen llamar "la juventud perdida".
La toma de las escuelas nos habló del doble discurso de un Gobierno que se proclama preocupado por la educación pero permite que los colegios se caigan a pedazos, sin baños, sin vidrios, con los techos que se desploman. Un Gobierno que impuso una Ley de Educación sin debatirla plenamente con la comunidad educativa y que obligó a discutir si debe impartirse religión en las aulas, algo totalmente superado en la actualidad.
La protesta estudiantil no sólo desnudó la hipocresía del Gobierno provincial; también puso de manifiesto la complicidad de muchos dirigentes sindicales que, a pesar de que la mayoría de los docentes compartía el reclamo de los jóvenes, salió a defender la ley realizada codo a codo con el Gobierno y a descalificar las tomas de las escuelas.
Qué bueno hubiera sido ver a los dirigentes gremiales reclamando por las condiciones en que las maestras dictan clases en edificios insalubres y sin los mínimos recursos para contar con un espacio educativo digno.
Nueva generación. Si consideramos las cosas que salieron a la luz gracias al protagonismo de los estudiantes, quizá lo más importante sea el enorme potencial demostrado por esta nueva generación, posterior a la llamada "generación de los ’90". A diferencia de aquella, influida por el individualismo y la apatía neoliberal, podemos vislumbrar que la generación post 2001 tiene características diferentes, que se pusieron de manifiesto en las tomas de los colegios.
Allí había decisión de los jóvenes de reclamar por lo que reconocen como un derecho; había capacidad de hacerlo de manera organizada y tomando decisiones colectivas; había respeto por las diferentes posturas; había inteligencia para que las medidas no fueran desvirtuadas por intereses que no eran los suyos; había paciencia. Había, en síntesis, capacidad de actuar en forma colectiva y organizada para modificar una realidad injusta que se está viviendo en las escuelas.
Nuestros jóvenes nos obligaron a reflexionar, desde distintos lugares, sobre una generación que, lejos de responder a los estereotipos, está reconstruyendo la identidad de protagonismo, compromiso y solidaridad; tan necesaria para nuestra democracia.
Qué orgullosos y orgullosas debemos estar de presenciar que los jóvenes se hacen oír, sin descalificaciones ni agresiones, cuidando el patrimonio público y cuidándose entre ellos.
Tenemos buenos motivos para reafirmar la confianza en que la capacidad de cambiar la realidad de nuestra provincia sigue estando entre nosotros y nosotras. Los estudiantes cordobeses volvieron a mostrarnos lo mejor de la política y hoy vuelven a advertir sobre el atraso del Gobierno provincial en materia de obras y reparaciones, atraso que pone en duda el normal inicio del año lectivo.