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Los escándalos complican a la realeza japonesa

* Por Eric Talmadge. El emperador japonés es un tipo serio e intelectual, pero su familia es una tormenta de escándalos. O al menos así describe la situación la prensa sensacionalista de este país.

En esta tierra donde algunos ancianos bien recuerdan los días en que era un delito difamar al emperador o su familia, hoy la prensa local se regocija publicando el más mínimo desliz o imperfección de la monarquía, especialmente de sus mujeres. Y en ese marco, el emperador Akihito, de 77 años, es descripto como un dignatario intachable, pero su esposa, que hace años estuvo envuelta en agrias disputas con sus suegros, es presentada como, digamos, endeble. ¿Y qué de su nuera, la princesa Masako? ¡Sin hijos todavía! ¡Qué tragedia!

MUJERES EN LA MIRA

Masako, esposa del heredero al trono, educada en Harvard y Oxford, es un blanco favorito de los columnistas, que se aferran al más mínimo incidente para mofarse de ella. "La princesa se da por vencida, dice 'No me dejan trabajar'", afirmaba un titular reciente. En otra ocasión, la atención viró hacia su hija de 9 años: "Aiko se niega a ir al colegio, se encierra en la limusina", decía una crónica periodística, acompañada de unas fotos borrosas, que en algún punto de la nota reconocía que la pequeña se quedó dentro del lujoso auto sólo por 15 minutos.

El escrutinio de la prensa ha sido implacable y con frecuencia ha afectado, según se afirma, la salud de los miembros de la realeza. Tanto Masako, de 47 años como la emperatriz Michiko, de 76, sufren de depresiones severas que en la realeza atribuyen a la cobertura de los tabloides.

Pero la prensa japonesa dice que sólo está dándole a sus lectores -especialmente a las lectoras- lo que ellos piden. Sostienen que el país tiene derecho a conocer a su monarquía y que ya no son los tiempos imperiales en que toda la cobertura de la monarquía era sumisa y halagadora.

"Hay momentos en que, sinceramente, me da lástima la realeza", dice Shu Hatakehori, reportero de ese ámbito para Shukan Josei, una revista semanal con una circulación de 700.000 ejemplares. "Pero sólo estamos dándole a la gente lo que quiere", argumenta.

Es un cambio drástico comparado con el respeto y reverencia que caracterizaban la cobertura de la monarquía hasta fines de la Segunda Guerra Mundial. Incluso en las décadas subsiguientes, los artículos sobre el emperador Hirohito eran tímidos.

Todo cambió cuando murió el emperador en 1989. "Hay una diferencia enorme con relación a la monarquía de los años 40, que era intocable", declaró Kenneth Ruoff, profesor de historia en la Universidad Estatal de Portland y autor de dos libros sobre la monarquía japonesa. "La política de cobertura irrestricta asumida por los semanarios es algo relativamente reciente", agrega.

LOS HOMBRES, INTOCABLES

En realidad, no es tan irrestricta. Rara vez son los hombres -especialmente el emperador- blanco de los titulares, aunque de vez en cuando surge una leve crítica.

"Impera todavía el tabú de criticar al emperador", dijo Bunichi Terada, subdirector de la revista Shukan Josei. "Pero, honestamente, ésa no es nuestra función. Somos del pueblo, no queremos demasiado contenido intelectual".

Terada opina que la prensa japonesa le tiene fuerte respeto a su monarquía, pero también hay gran interés por sus problemas y los desafíos que enfrentan las mujeres de hoy: cómo equilibrar la familia con la carrera profesional, cómo lidiar con los suegros.

"La gente necesita leer sobre personas con las que se pueda identificar", dice Terada.

CON SITIO PROPIO

Lo cierto es que el palacio imperial japonés tiene su propio sitio de internet donde se ocupa de desmentir muchas de las versiones.

Después de que la emperatriz Michiko sufrió un colapso emocional a comienzo de los `90, que la dejó sin poder hablar durante meses, ella confesó que se sintió profundamente dolida por versiones que afirmaban que era una neurótica que maltrataba a sus asistentes.

La cobertura se atenuó un tanto hasta que Masako acaparó los titulares hace unos siete años, cuando salieron a la luz pública sus problemas de adaptación a la vida palaciega. Desde entonces, la cobertura de la realeza japonesa ha sido implacable, señala Terada.

Michiko, en tanto, fue nuevamente blanco de los titulares en 2007 cuando sufrió una hemorragia intestinal que sus médicos atribuyeron al estrés. En una conferencia de prensa ese año, ella reconoció que a veces se pregunta cómo se sentiría "si fuera invisible".

Masako, quien abandonó una carrera diplomática para casarse con el príncipe Naruhito en 1993, perdió un bebé en 1999 y prácticamente renunció a todas sus funciones monárquicas después de haber dado a luz a Aiko en el 2001 debido a su depresión crónica. La mayoría de los observadores de la monarquía japonesa coinciden en que ello se debió en gran parte a la intensa cobertura periodística sobre su incapacidad de dar a luz a un varón.

En rigor, la crisis de sucesión repercutió en el Parlamento, donde algunos legisladores arguyeron que se debería derogar la ley según la cual sólo un hijo varón puede heredar el trono. El debate murió cuando la cuñada de Masako, la princesa Kiko, dio a luz a un varón, el príncipe Hisahito, en el 2006, por lo cual Aiko nunca será una emperatriz.