Policiales
Los chicos no nacen malos, falta familia
Nicolás Alexander Cernadas, un chico de 13 años, fue brutalmente asesinado por dos chicos de 14 y 17 años. Su cadáver apareció calcinado en un descampado de Mariano Acosta. ¿La hipótesis de la justicia?, un crimen por placer.
En la tarde del lunes feriado y con poca gente por la calle, un hombre y su hijo salieron a caminar por el barrio, se metieron por un descampado de la zona y en la caminata se encontraron con un cuadro de terror. Hallaron el cuerpo de un nene que estaba boca abajo, calcinado casi por completo e irreconocible. Los médicos determinaron que la muerte databa de aproximadamente 24 horas. Las cámaras de la zona ubican a la víctima en compañía de otros dos chicos, uno de 14 y otro de 17 años. La investigación desnuda una cruel realidad de exclusión y abandono familiar y un permanente hostigamiento que terminó en un brutal e inexplicable crimen.
La noticia rápidamente replicó en los grandes medios de comunicación. Mirando la televisión, Héctor Miranda, vecino de Merlo, reconoció un pedazo de tela que era igual a la remera que le había regalado a su sobrino de 13 años y que faltaba de su casa hacía tres días. Todos esperaban que fuera solo una coincidencia, pero con el DNI y los datos biométricos, confirmó que el cuerpo encontrado era el de su sobrino. La autopsia determinó que estaba vivo cuando lo prendieron fuego. Previamente, había sufrido varios cortes con un arma blanca en la garganta y en los pies. Sus matadores actuaron con saña, lo hirieron, lo vieron sufrir, y no conformes, incendiaron el cuerpo entre unos pastizales del lugar.
La investigación desnuda una triste realidad. Nicolás, la víctima, de muy chico fue apartado de su mamá, enferma psiquiátrica, como sus otros nueve hermanos. De su papá, nada se conoce. Por una decisión judicial se lo entregaron a su tío Chiche, sobrenombre como se lo conoce a Héctor Miranda, quien se convirtió en su tutor.
Los familiares se enojan porque en el barrio dicen que el chico andaba a la buena de Dios. Hay algo indiscutible que a mí me hace ruido (y a cualquier persona que tenga familia), el chico faltaba hacía tres días de la casa y el Tío Chiche no hizo la denuncia ¿Por qué? Porque era habitual que Nicolás desapareciera un par de días y volvía.
El chico sobraba en todos lados, vivía repartido entre la casa de su tío y con la abuela de un amigo.
Un pibe en total estado de vulnerabilidad, a eso hay que sumarle el recurrente “bullying” del que era víctima en la escuela, donde le decían “el huerfanito”. Al conocerse su muerte, todos los ojos apuntaron a otros dos chicos de la misma escuela, quienes los hostigaban permanentemente. Con esa sospecha, la investigación rastreó en las redes sociales de los dos adolescentes, y los mensajes que encontraron, asustan, duelen y lastiman.
Pero hay algo que sí puedo asegurar, LOS CHICOS NO NACEN MALOS, solo son el reflejo de lo que ven en la casa. Por eso puedo decir esto: nada de lo que hagamos tendrá sentido y trascendencia social, si no recuperamos LA FAMILIA.
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