Los censos desnudan sin compasión
Cuando el ojo de los analistas de los censos –en este caso el de 2010- se detiene en aquellos rubros que reflejan la calidad de vida, esto es, el grado de civilización del pueblo –se dan con que, en relación con los catamarqueños, debe hablarse propiamente no de una sola Catamarca sino de varias. Porque ocurre que la buena suerte no está equitativamente repartida.
Aquí mientras hay un sector minoritario que dispone de gas natural, que es el combustible de mayor nivel por su rendimiento, precio y otras ventajas, hay otro más numeroso, el de quienes deben conformarse con el gas envasado; y un tercer grupo, afortunadamente muy menor pero que se halla todavía poco menos que en la Era de la invención del fuego y que recurre a la leña, a estas alturas combustible más que primitivo.
Estas tres Catamarca conviven bajo un mismo cielo y pisan, también, un mismo suelo, pero eso no alcanza para añadir que comparten las mismas "comodidades", como se dice entre los catamarqueños.
En el caso de los "privilegiados" –hay que notar que esta condición no deriva necesariamente del nivel económico, sino del área en que se vive y de si se instaló cuando todavía el sistema de distribución no se había saturado como efecto del incremento de la población y de la incapacidad gobernante para lograr nuevas redes para Catamarca-, el Censo 2010 indica que los hogares que tienen acceso a la red suman 17.942 en todo el territorio provincial.
El segundo sector –¿la "clase media" catamarqueña según el combustible que usa?- suma 65.351 hogares que deben resignarse a las garrafas y tubos de gas envasado y que están sujetos a la disponibilidad de esas fuentes caloríferas en el mercado y obligados a racionalizar el consumo también por su costo económico.
Por debajo están los hogares que por sus reducidos ingresos deben apelar al carbón o a la leña o a ambos recursos. Conforman la base –un eufemismo para suavizar la postración- de la pirámide local, el umbral a partir del cual, y siguiendo la dirección del principio de gravedad de la Tierra, no queda más que la hondura de las raíces, las guaridas de los roedores y las míticas cuevas de los primeros "homo sapiens".
Si alguien dijera que alivia el hecho de que en Catamarca los inviernos sean "cortos", podría replicarse que ese dato no invalida otros: que, no obstante ello, hay días invernales de rigor extremo y que no son tan pocos como registra la mala memoria de muchos. Por otra parte, la cocina es servicio que no se detiene, tanto como la higiene personal y ambiental.
Lo peor de esto es que configura una situación que no podría modificarse de cuajo de hoy para mañana. Aunque es posible superarla. Habrá que esperar que nuevos programas "Conectar-Igualdad", ya no destinados a la entrega de "netbooks" a los estudiantes, sino a otros renglones como el gas natural, la vivienda o la salud vengan a redimir a la provincia de su realidad de sociedad estratificada hasta en lo que se vincula con los más elementales derechos humanos.
El Censo 2010 puso en evidencia que 65.351 catamarqueños no tienen acceso al gas natural y que sólo 17.942 gozan de ese privilegio.