Los argentinos y la política exterior
Una encuesta del CARI revela las asignaturas pendientes y los desafíos del Gobierno frente a la opinión pública.
Desde 2003, la política exterior argentina ha estado más subordinada a las urgencias electorales que a los compromisos internacionales. No ha sido por sí misma relevante ni se ha trazado el Gobierno metas que fueran más allá de lo coyuntural. En la plataforma inicial de Néstor Kirchner, figuraban como prioritarias las relaciones con Brasil y Chile. Curiosamente, con el primero hubo frecuentes roces y con el segundo, por el corte del suministro de gas argentino, hubo trances aún más amargos.
Frente a ello, la perspectiva es difusa, si no confusa, en una sociedad que, según una reveladora encuesta del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), tiende a seguir cada vez menos las informaciones internacionales (era el 11% en 2006; es el 6% en la actualidad) y, por ende, no está tan pendiente como otras de los aciertos o los desatinos gubernamentales en política exterior.
El trabajo, titulado La opinión pública argentina sobre política exterior y defensa 2010 , requirió 1639 entrevistas, realizadas entre el 17 y el 28 de noviembre del año pasado. A la luz de este sondeo, el cuarto de los que viene realizando cada cuatro años el CARI desde 1998, los argentinos consideran como ejes de la agenda internacional la pobreza (78,2%), la contaminación ambiental (71,6%) y el tráfico de drogas (61,2%).
Esto refleja una nueva dimensión y un desafío para el cual debería estar preparada la Cancillería sobre las responsabilidades que la sociedad le otorga. En general, la mayoría coincide en que la globalización beneficia a la economía argentina. Esta evaluación crece del 43,7% entre la ciudadanía al 63,5% entre los líderes de opinión y supera en un 18,5% la evaluación de 2006.
No deja de ser curioso, en un país con supuesto sesgo antinorteamericano, que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, obtenga la mayor calificación entre los líderes mundiales y que, entre los regionales, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, se imponga entre las preferencias de los argentinos al ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva. Ni Hugo Chávez ni Evo Morales ni Fidel Castro están a esas alturas.
Tampoco deja de ser curioso, siguiendo ese razonamiento, que la mayoría de los argentinos considere que los Estados Unidos sean "el país preferido al momento de elegir la consolidación de una relación bilateral". Es llamativo que, a pesar de ese dato, tanto la presidenta Cristina Kirchner como el canciller de turno, Héctor Timerman, hayan hecho todo lo posible para empeorarla después de los cortocircuitos provocados por Néstor Kirchner en ocasión de la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata.
En Brasil perciben los argentinos el único liderazgo relevante en el concierto de las naciones y en el Mercosur advierten el principal instrumento de integración regional mientras, por fortuna, disminuye en su opinión la posibilidad de que haya conflictos regionales. Para la encuesta del CARI, institución señera de la política exterior presidida por el ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, los objetivos de la política exterior deben estar dirigidos a la creación de incentivos para el comercio internacional (69%). Valoran los argentinos, asimismo, la participación del país en operaciones de mantenimiento de paz de las Naciones Unidas.
La situación internacional de la Argentina, dice el trabajo, se ha ido modificando luego de la crisis de 2001. Decisiones propias y modificaciones en el contexto internacional han hecho que los argentinos perciban una mejor posición en el mundo. El viento de cola en la economía, sin duda, ha influido en esa visión, pero hay que tener en cuenta que la Argentina de estos últimos años lejos está de tener presencia y protagonismo como sería de desear. Eso no depende de la impresión de la gente, sino de la calidad de las instituciones y los hombres que las conducen.