Los Andes: Siguen jugando con las necesidades
* Por Rodolfo Cavagnaro. El anuncio de la presidente Cristina Fernández lanzando un ambicioso plan de viviendas, es otra movida efectista que juega con una necesidad real de miles de argentinos, pero cuya concreción deja demasiadas dudas y deudas en el camino.
Nota extraída del diario Los Andes
Es real que en Argentina faltan viviendas. Durante los últimos años tuvimos un caso atípico, ya que vivimos un "boom" inmobiliario sin créditos. Esto fue producto de la crisis de 2001, por la cual el que tenía recursos en su poder no los quería dejar en el banco y el que pudo recuperar algo del "corralito", ya sea en bonos o en efectivo, decidió invertir en viviendas.
Además, hubo sectores ampliamente favorecidos que movilizaron sus utilidades hacia inversiones inmobiliarias, aunque la mayoría de las construcciones fueron destinadas a clase media y media alta con disponibilidades importantes. El crédito casi estuvo ausente. Al día de hoy subsisten algunas líneas del Banco Nación y del Banco Hipotecario, pero con requisitos de ingresos muy elevados.
Fue en estos tiempos de bonanzas cuando se anunciaron fabulosos planes de vivienda social que no se concretaron. Aún están pendientes casas del Plan Federal I y casi todas las del Plan Federal II, mientras los institutos de la vivienda provinciales casi no tenían capacidad operativa.
Esto llevó a una sobrevaluación de los inmuebles muy por encima de la lógica. Es que había más demanda que oferta, y como muchos no podían acceder debían alquilar, pero como no se había construido cantidades suficientes, esos mayores valores de los inmuebles se traducían en mayores costos de locación.
Desde este punto de vista, no se puede objetar un programa destinado a aumentar la cantidad de viviendas disponibles, sobre todo las destinadas a la clase media y media baja, con condiciones de financiamientos muy favorables.
El problema deriva del financiamiento y los orígenes de los recursos. Aparentemente, el grueso provendrá de la caja de la Anses, que parece ser muy frondosa. Esta caja se alimenta con los aportes de los trabajadores y las contribuciones de los empleadores pero, además, contribuyen las provincias, a las cuales les detraen el 15% de la masa coparticipable total.
Y es aquí donde aparecen las contradicciones. Con tal de usar políticamente la situación, el gobierno anuncia este plan en lugar de devolverles los recursos a las provincias para que estas lleven a cabo sus planes. Pero no se puede permitir que le discutan el rédito político a la Presidente, la cual anunció un plan financiado por los trabajadores y las provincias, que están en mala situación financiera.
Ni qué decir de los jubilados, que no solo no están comprendidos en los planes sino que, ante la masa de recursos de la Anses no reciben mayores aumentos y ven peligrar sus futuros ingresos en tiempos en los que se jubila cada vez más gente y que el 80% de los pasivos cobran la jubilación mínima.
Las viviendas se necesitan, pero después de incumplir durante seis años, lanzan en forma pomposa un nuevo plan, con recursos ajenos, con el único objetivo de sacar un rédito político.
Es real que en Argentina faltan viviendas. Durante los últimos años tuvimos un caso atípico, ya que vivimos un "boom" inmobiliario sin créditos. Esto fue producto de la crisis de 2001, por la cual el que tenía recursos en su poder no los quería dejar en el banco y el que pudo recuperar algo del "corralito", ya sea en bonos o en efectivo, decidió invertir en viviendas.
Además, hubo sectores ampliamente favorecidos que movilizaron sus utilidades hacia inversiones inmobiliarias, aunque la mayoría de las construcciones fueron destinadas a clase media y media alta con disponibilidades importantes. El crédito casi estuvo ausente. Al día de hoy subsisten algunas líneas del Banco Nación y del Banco Hipotecario, pero con requisitos de ingresos muy elevados.
Fue en estos tiempos de bonanzas cuando se anunciaron fabulosos planes de vivienda social que no se concretaron. Aún están pendientes casas del Plan Federal I y casi todas las del Plan Federal II, mientras los institutos de la vivienda provinciales casi no tenían capacidad operativa.
Esto llevó a una sobrevaluación de los inmuebles muy por encima de la lógica. Es que había más demanda que oferta, y como muchos no podían acceder debían alquilar, pero como no se había construido cantidades suficientes, esos mayores valores de los inmuebles se traducían en mayores costos de locación.
Desde este punto de vista, no se puede objetar un programa destinado a aumentar la cantidad de viviendas disponibles, sobre todo las destinadas a la clase media y media baja, con condiciones de financiamientos muy favorables.
El problema deriva del financiamiento y los orígenes de los recursos. Aparentemente, el grueso provendrá de la caja de la Anses, que parece ser muy frondosa. Esta caja se alimenta con los aportes de los trabajadores y las contribuciones de los empleadores pero, además, contribuyen las provincias, a las cuales les detraen el 15% de la masa coparticipable total.
Y es aquí donde aparecen las contradicciones. Con tal de usar políticamente la situación, el gobierno anuncia este plan en lugar de devolverles los recursos a las provincias para que estas lleven a cabo sus planes. Pero no se puede permitir que le discutan el rédito político a la Presidente, la cual anunció un plan financiado por los trabajadores y las provincias, que están en mala situación financiera.
Ni qué decir de los jubilados, que no solo no están comprendidos en los planes sino que, ante la masa de recursos de la Anses no reciben mayores aumentos y ven peligrar sus futuros ingresos en tiempos en los que se jubila cada vez más gente y que el 80% de los pasivos cobran la jubilación mínima.
Las viviendas se necesitan, pero después de incumplir durante seis años, lanzan en forma pomposa un nuevo plan, con recursos ajenos, con el único objetivo de sacar un rédito político.