Policiales
Los acreedores no descuartizan a sus deudores
Fernando Pérez Algaba, conocido como “Lechuga”, es el empresario hallado descuartizado adentro de una valija en un arroyo en Ingeniero Budge. Tenía muchos acreedores y muy enojados. Pero hay un detalle significativo, el deudor muerto NO PAGA.
A medida que se van conociendo más detalles de la vida del personaje en cuestión, surgen acreedores enojados que sólo reclamaban recuperar lo invertido vaya a saber en que negocios. En estos días apareció la camioneta en la que se desplazaba “Lechuga” hasta su desaparición. Se trata de una Land Range Rover Evoque, modelo 2012, registrada a nombre de la empresa Antártida Compañía Argentina de Seguros S.A. y que puede resultar clave para la reconstrucción del crimen.
El vehículo fue entregado a los investigadores de la DDI de Lomas de Zamora, por Maximiliano Pilepich, un vecino de Hurlingham, dedicado al rubro de la construcción, y quien mantuvo un conflicto económico con Pérez Algaba. Supuestamente, habrían sido socios, pero el vínculo entre ambos terminó mal, muy mal, con acusaciones y amenazas cruzadas y hasta hubo una denuncia por intento de homicidio que fue archivada por la Justicia de Morón.
“Fernando Pérez Algaba, si lo googlean, es una persona que se dedicó a estafar gente con una agencia, pidiendo plata, haciéndose el “chico trading”. Lo único que hizo fue comerse todo el capital y el capital de los demás (...) Está desesperado porque le debe a todo el mundo (...) Es una persona que se dedica a arruinar gente”, dijo Pilepich en un video contra “Lechuga” en el que lo acusaba de haberlo estafado a él y a otros amigos, entre ellos al tercer protagonista de esta historia: Nahuel Vargas, otro hombre con el que Pérez Algaba tenía diferencias.
Los investigadores continúan reconstruyendo la relación entre los tres y afirmaron que Pilepich y Vargas, tenían hasta hace poco tiempo una deuda económica con Pérez Algaba: le debían 150 mil dólares. En ese contexto, surge en escena la camioneta Land Rover: Pilepich se la prestó a “Lechuga” cuando éste volvió de Estados Unidos, tal vez a modo garantía hasta saldar la deuda. Según Pilepich y Vargas, esa deuda había sido cancelada en los últimos días. Ellos contaron que le entregaron la mitad del dinero a Pérez Algaba en una escribanía de Castelar. El resto, de acuerdo a sus relatos, se lo dieron el 18 de julio en una reunión en un descampado de General Rodríguez.
Investigadores del caso indicaron que ese día, la víctima del crimen llegó al lugar del encuentro junto a Vargas a bordo del vehículo en cuestión. Al recibir el dinero, “Lechuga” le devolvió la camioneta a Pilepich, quien se retiró junto a Vargas. Mientras, el comerciante descuartizado se quedó allí esperando que otra persona lo pasara a buscar. La camioneta será peritada en busca de rastros y de otros datos de interés para la causa. Pasará lo mismo con notebooks halladas en el departamento que Pérez Algaba había alquilado temporalmente en Ituzaingó, tras su arribo al país. En la inspección a ese domicilio, los investigadores además encontraron un certificado de su psiquiatra en el que se consigna que presentaba un cuadro depresivo y de ansiedad y le aconsejaba que viajara con su perro. Se trata de un bulldog francés color beige, Kupper, y que todavía no apareció. Tampoco se encontró el teléfono celular de la víctima.
Este tipo de mensajes, son típicos de ajustes de cuentas. Con descuartizamiento incluido, es del mundo Narco. Habitualmente se ven en México con aquellos que no cumplen.
Los acreedores no matan por algo muy elemental: transforman a la víctima en UN DEUDOR INCOBRABLE.
Dejá tu comentario