Los accesos, los ciclistas y las bicisendas
La realidad indica que existe una tendencia progresivamente creciente a la práctica del ciclismo, sin que haya paralelamente zonas específicas para tal fin. Así, los ciclistas suelen utilizar los accesos o el Corredor del Oeste, con el consiguiente peligro que significa para ellos el tránsito de automóviles a alta velocidad.
En los últimos años se ha instalado en gran parte de la sociedad una cultura destinada a fomentar la práctica de actividades físicas, en razón de que contribuyen a mantener una buena salud.
Actividades que se incrementan sustancialmente los fines de semana, como sucede en los alrededores del lago del parque General San Martín, donde la cantidad de deportistas que se congregan obligó a las autoridades a adoptar medidas especiales, como conformar un cerco para prohibir el tránsito de autos y así evitar accidentes.
Pero el tema se complica con los cientos de ciclistas que recorren las rutas, esencialmente las principales vías de acceso, en razón de que se trata de vías rápidas, en las que no está autorizada la circulación de vehículos de tracción a sangre -la bicicleta es uno de ellos-, lo que multiplica las posibilidades de que se produzcan accidentes de gravedad.
Las autoridades policiales señalan que, a pesar de no estar permitido, los accesos Norte, Este y Sur, la Costanera y el Corredor del Oeste son utilizados en forma habitual por los ciclistas. Frente a ello, lo único que pueden hacer es advertirlos, pero no aplicarles multas ni retenerles las bicicletas porque la Policía no tiene la facultad de hacerlo.
En la provincia se ha trabajado en la construcción de ciclovías y hasta se han producido diferencias entre los vecinos y los ciclistas, como sucede con la iniciativa de la comuna de la Capital en la remodelación de calle Juan B. Justo. Resulta interesante lo que se realizó en los costados de la avenida de Acceso Este, en el tramo comprendido entre el Predio de la Virgen y el Puente de Hierro, en Villa Nueva, con sendas especiales de una extensión de 12 kilómetros.
Sin embargo, esos trabajos no cubren las expectativas de los amantes del ciclismo, especialmente de aquellos que toman a esa actividad como un deporte amateur, más que como un pasatiempo.
Para ese grupo importante existen escasas posibilidades, y podría mencionarse en ese aspecto lo que sucede con las veredas-bicisendas en el carril Rodríguez Peña o con los caminos que se pavimentaron a los costados del Acceso Este en el tramo entre el Puente de Hierro y Rodeo del Medio, aunque lamentablemente quedaron inutilizados por el paso de vehículos pesados.
Las autoridades policiales señalan que los ciclistas deberían utilizar rutas alternativas para evitar el peligro de la circulación por los accesos y destacan a modo de ejemplo la posibilidad de que lo hagan por calle Terrada o Cervantes para dirigirse a Maipú.
Pero el inconveniente se presenta en que esos caminos alternativos -como podría suceder con la ruta provincial 50 hacia el este- no se encuentran en condiciones de transitabilidad. Una situación diametralmente distinta a lo que sucede en Chile, por ejemplo, donde las concesionarias de las rutas principales tienen la obligación de mantener también los caminos alternativos.
En síntesis, existe en la provincia una creciente utilización de la bicicleta con fines deportivos. Será cuestión entonces de establecer qué tipo de mecanismos puedan aplicarse para permitir que la práctica continúe, sin que corran peligro quienes la realizan.