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Londres y Santiago revelan la aceleración del cambio histórico

*Por Jorge Castro. Una apuesta por la cultura de lo instantáneo. Las movilizaciones cuestionan la desigualdad social y se vinculan a los modernos medios de comunicación.

Las revueltas juveniles en Gran Bretaña, las movilizaciones en Israel, el reclamo de los "indignados" en España y las reivindicaciones de los estudiantes en Chile son todas expresiones de un fenómeno de alcance global, que reúne ciertas características comunes que le otorgan una particular identidad. Se trata de expresiones de la juventud, vinculadas por el rechazo a lo que estiman su creciente exclusión, que se revelaría en el deterioro de sus condiciones de vida, sobre todo en el largo plazo. En todos los casos, son movimientos intensamente vinculados a los modernos medios de comunicación, en especial Internet y las redes sociales (Blackberry, Facebook, Twitter, etc.) .

A su vez, estos instrumentos les sirven como mecanismos de articulación y movilización, otorgándoles un poder cualitativamente mayor — en términos políticos y mediáticos — que el que han tenido hasta ahora.

La causa principal de la exclusión que perciben está vinculada a la insuficiencia de su bagaje educativo, que les impide o dificulta integrarse en una sociedad globalizada y extraordinariamente competitiva como la actual, en la que el capital humano (educativo y tecnológico) es el único activo verdaderamente decisivo.

Las movilizaciones también apuntan a la desigualdad social en el mundo de hoy, donde las clases sociales no están vinculadas a la inserción en el mecanismo de acumulación, sino al nivel de calificación técnico-cultural .

Hoy ser "excluido" no es sinónimo, necesariamente, de pobreza o marginalidad, sino que tiene un contenido simbólico, de autopercepción con relación al conjunto social , en especial los sectores más avanzados y competitivos. Detrás de estos acontecimientos, surge con la fuerza de la evidencia el movimiento insurreccional que recorre Oriente Medio desde enero de este año, cuyo epicentro es Egipto, eje político, cultural e intelectual del mundo árabe. La característica de esta insurrección es que ha sido desencadenada por una juventud de alto nivel educativo y cultural, vinculada con el sistema mundial por las redes sociales e Internet .

La interpenetración del sistema mundial por la revolución tecnológica ha modificado la ecuación estratégica tradicional, con sus categorías de tiempo y espacio, que han sido suplantadas por la de instantaneidad. Por eso las crisis no sólo llegan antes, sino que exigen una respuesta inmediata, como es propio de una cultura de la instantaneidad.

En las últimas dos semanas, las movilizaciones de Londres, Tel Aviv y Santiago han coincidido con una aceleración de la crisis de confianza respecto a EE.UU. y Europa, provocando la mayor caída de los mercados bursátiles en 20 años. Esta crisis coincide con un hecho estructural de fondo: el eje del crecimiento ha pasado irreversiblemente de los países avanzados a los emergentes y, como consecuencia, el flujo global de capitales ha comenzado a seguir este vector fundamental.

La aceleración de este giro histórico quiebra en todas partes el statu quo y proliferan las crisis y movilizaciones.

El peculiar sistema político surgido en China por la aparición, junto con el Partido Comunista, de 485 millones de usuarios de Internet y 54 millones de "bloggers", también ha recibido el impacto de la quiebra del statu quo mundial.

El 23 de julio chocaron dos trenes-balas en la ruta Shangai/ Beijing y murieron 37 pasajeros. Este acontecimiento despertó la indignación de los usuarios de Internet y un torrente de críticas de sus bloggers. Los usuarios de Internet se han convertido en la base estructural de la gigantesca opinión pública china y con ella comparte el Partido Comunista las decisiones, en una de las sociedades más interconectadas del mundo.

Se ha iniciado, en síntesis, una etapa histórica en que las crisis se multiplican, el statu quo se ha quebrado y los jóvenes tienen mayor poder.

Quizás podría formularse una admonición: "Jamás digas que eres ajeno a los acontecimientos de Londres, Santiago, Tel Aviv o la plaza Tahrir".