Londres bajó el telón y le dio la bienvenida a Río de Janeiro 2016 con la presencia de Pelé
La capital de Inglaterra vio por última vez la llama olímpica, que volverá a encenderse el 5 de agosto de 2016 en el estadio olímpico de Río de Janeiro.
Brasil heredó la antorcha olímpica y Río de Janeiro será la sede de los Juegos de 2016, un nuevo nivel de desafíos no sólo en la organización, sino especialmente en lo deportivo.
Antes de que se extinguiera la llama olímpica, que estuvo encendida 16 días en el pebetero, y de declarar el cierre de los Juegos, varios artistas brasileños participaron de la fiesta inglesa. Pasaron por el escenario Marisa Monte, BNegao, Seu Jorge, entre otros, y no faltó a la cita el astro Pelé, quien hizo intercambio de camisetas.
La antorcha se marcha rumbo a la antigua ciudad de Brasil, que es distinguida por su belleza natural y su gente acogedora, pero criticada por su caos urbano y problemas de violencia.
El alcalde carioca, Eduardo Paes, confía que el legado de las Olimpiadas ayudará a Río a superar deficiencias actuales en infraestructura, particularmente en transporte, y aseguró que las obras de mayor alcance ya están en marcha para asegurar que estén listas antes del plazo límite.
Una de las sedes olímpicas, el Estadio Maracaná, deberá estar listo con aún más anticipación, porque servirá de sede para el Mundial de 2014 en Brasil. El histórico estadio de Río está siendo reformar para albergar la final de la Copa del Mundo.
El gobierno brasileño, junto al Comité Olímpico Internacional, proyectó inversiones para los Juegos por 14.400 millones de dólares, incluyendo 2.800 millones del sector privado y el resto procedente del sector público.
Por otro lado, el gran desafío de los Juegos de Río es revivir la fiesta de medallas que alcanzó Gran Bretaña en Londres.
Mientras los deportistas británicos conmemoran sobre 60 medallas, casi la mitad de ellas de oro, Brasil lucha para mantener un nivel similar al alcanzado en Beijing 2008, donde obtuvo 15.
Con la conclusión de los deportes colectivos, como vóley y fútbol masculino, Brasil se aseguró 17 medallas, un progreso pequeño desde la última Olimpiada, sobre todo si se considera el nivel de inversiones públicas en la formación de atletas.
El gobierno brasileño invirtió en los últimos años entre 35 y 40 millones de dólares anuales en el programa Beca Atleta, destinado a la formación de deportistas para competir a alto nivel.
El ministro de Deporte, Aldo Rebelo, había anticipado que dada esa inversión era factible esperar 20 medallas de Londres, una meta que quedó corta porque algunos de los principales atletas, como la saltadora de pértiga Fabiana Murer, el boxeador Everton Lopes y el judoca Leandro Guilheiro, no llenaron las expectativas.
Por último, los Juegos de Río también verán el debut de dos nuevas disciplinas: el rugby 7 y el golf, que regresa al menú por primera vez desde San Luis 1904.
Antes de que se extinguiera la llama olímpica, que estuvo encendida 16 días en el pebetero, y de declarar el cierre de los Juegos, varios artistas brasileños participaron de la fiesta inglesa. Pasaron por el escenario Marisa Monte, BNegao, Seu Jorge, entre otros, y no faltó a la cita el astro Pelé, quien hizo intercambio de camisetas.
La antorcha se marcha rumbo a la antigua ciudad de Brasil, que es distinguida por su belleza natural y su gente acogedora, pero criticada por su caos urbano y problemas de violencia.
El alcalde carioca, Eduardo Paes, confía que el legado de las Olimpiadas ayudará a Río a superar deficiencias actuales en infraestructura, particularmente en transporte, y aseguró que las obras de mayor alcance ya están en marcha para asegurar que estén listas antes del plazo límite.
Una de las sedes olímpicas, el Estadio Maracaná, deberá estar listo con aún más anticipación, porque servirá de sede para el Mundial de 2014 en Brasil. El histórico estadio de Río está siendo reformar para albergar la final de la Copa del Mundo.
El gobierno brasileño, junto al Comité Olímpico Internacional, proyectó inversiones para los Juegos por 14.400 millones de dólares, incluyendo 2.800 millones del sector privado y el resto procedente del sector público.
Por otro lado, el gran desafío de los Juegos de Río es revivir la fiesta de medallas que alcanzó Gran Bretaña en Londres.
Mientras los deportistas británicos conmemoran sobre 60 medallas, casi la mitad de ellas de oro, Brasil lucha para mantener un nivel similar al alcanzado en Beijing 2008, donde obtuvo 15.
Con la conclusión de los deportes colectivos, como vóley y fútbol masculino, Brasil se aseguró 17 medallas, un progreso pequeño desde la última Olimpiada, sobre todo si se considera el nivel de inversiones públicas en la formación de atletas.
El gobierno brasileño invirtió en los últimos años entre 35 y 40 millones de dólares anuales en el programa Beca Atleta, destinado a la formación de deportistas para competir a alto nivel.
El ministro de Deporte, Aldo Rebelo, había anticipado que dada esa inversión era factible esperar 20 medallas de Londres, una meta que quedó corta porque algunos de los principales atletas, como la saltadora de pértiga Fabiana Murer, el boxeador Everton Lopes y el judoca Leandro Guilheiro, no llenaron las expectativas.
Por último, los Juegos de Río también verán el debut de dos nuevas disciplinas: el rugby 7 y el golf, que regresa al menú por primera vez desde San Luis 1904.