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"Lo que yo escribo no es poesía"

Se viene una nueva maratón de shows del cantautor español por toda la Argentina, incluyendo ocho Luna Park. Antes de viajar, opinó sobre su estilo y la política actual.

El penúltimo tren." Así bautizó Joaquín Sabina a la gira por la Argentina. "Para que después no me digan: pero cómo, ¿la anterior no era última?", explica cada vez que puede. Pero no hace falta. A esta altura, y sobre todo tras el ACV que lo afectó en el 2005 y lo obligó a cambiar de estilo de vida pero no de mañas, se sabe que el español ama tocar en vivo. Y que lo seguirá haciendo hasta que el cuerpo le diga basta. 

Con más de 10 millones de discos vendidos en todo el mundo, el magnetismo por el autor de "Y nos dieron las diez" no decae. Todo lo contrario. Por eso, la excusa para esta serie de shows, que arranca la semana que viene (más precisamente el 16 de marzo en el Anfiteatro Municipal de Tucumán) y finaliza el 10 de abril con una seguidilla de ocho shows a sala completa en el Luna Park, es simplemente repasar los temas de Vinagre y rosas, su último disco. Y volver a hablar, en las entrevistas, de todo aquello que desde hace años le interesa.

En una reciente entrevista con el diario Público, de España, Sabina evaluó con preocupación la situación actual del continente europeo, avizoró un ataque frontal hacia el "Estado de bienestar" en el mundo y volvió a hacer gala de su proverbial incorrección política y humor.

"No basta con dar opiniones en privado; hay que hacer algo. Hay que volver a la calle", disparó cuando lo consultaron sobre cierta apatía social ante una depresión económica que ya lleva varios años. "La izquierda en general y yo en particular no la hemos pisado demasiado en el último tiempo. Pero yo he sido absolutamente callejero: he vivido en la calle y en los bares hasta que, por un lado, cumplí años y, por otro, me echaron los cazafamosos. ¡Qué le vamos a hacer: gajes del oficio!"
 
–En Europa, cada vez que se consulta a la calle salen gobiernos más conservadores.
–Sí, pero a pesar de esta bronca tremenda antizapaterista, no seré yo quien se ponga a estas alturas a defender a Zapatero porque ya tengo la ceja bastante afeitada. Cuando aquí se hizo la huelga general ya le habían hecho ocho o nueve a Sarkozy en unos meses... O sea que la calle sigue contando y debería contar más.

–¿Te asusta la evolución de las clases medias en Europa y el auge de la extrema derecha?
–Claro que me asusta, pero no creo que sea cuestión de las clases medias. Las clases medias están asustadas y se están proletarizando cada vez más. Lo que hay es una batalla feroz contra el Estado de Bienestar, contra la socialdemocracia, contra los sindicatos. Lo vemos aquí cada día, basta con poner la televisión: una batalla feroz.

–La prensa gráfica te inspiró canciones tan emblemáticas como "Eclipse de mar". Ahora que se habla tanto de la crisis de la prensa, ¿creés que sigue siendo un buen lugar para los debates?
–Para mí, un diario es una cosa sagrada; hasta el periódico más infame. Cada vez que cierran un diario me pongo de luto. También desde el punto de vista personal: me paso tres horas al día leyendo periódicos. Y si no los tengo, me pongo muy nervioso. Me parece que son el foro público de discusión.

–¿Por qué muchas veces elegís la poesía para expresarte públicamente? ¿Te sienta más cómodo?
–Nadie me oirá a mí jamás decir que lo que escribo es poesía. Lo que escribo son versos, que no es lo mismo. A mí me gustan las formas clásicas, rimadas, porque como vengo de la canción creo que el idioma lleva su propia música. La música del idioma son los acentos, la fonética y la rima, y esto siempre me ha importado mucho. Además, como es tan escaso... En los años ’30 había una gran tradición en España y los grandes poetas escribían versos en los periódicos, pero esto se ha perdido y me parece que es un lugarcito que me gustaría ocupar, ya que no lo ocupa nadie. Y para mí tiene el plus de que las cosas rimadas pueden tocar más el oído a la gente que un sesudo artículo de fondo.

–Tu decepción con Zapatero, al que apoyaste en 2004 y de nuevo en 2008, ¿es personal? ¿Creés que tiene margen para hacer otras cosas?
–No es personal. Creo que es un hombre honrado. No creo que sea el más listo de su clase, pero tampoco lo creía cuando lo apoyé. Creo que es un gobernante limpio que creía en lo que decía. ¡Creía demasiado! Mi decepción es que no tenga margen, porque lo que tiene que inventar la izquierda son márgenes. Yo no puedo resignarme a que no haya más que una política que se pueda hacer en el mundo.

–Uno de los debates que más apasiona a la izquierda ha sido el de Cuba, y muchas veces tomaste posición defendiendo la revolución. ¿Seguís opinando lo mismo sobre esos temas?
–Sigo pensando que la de Cuba fue una revolución ejemplar, faro de otras cosas que pasaron, que dio unas cuantas lecciones y que ahora es un fracaso absoluto. ¡Qué le vamos a hacer! Todos envejecemos; nosotros también, y no somos lo que fuimos de jóvenes. Pero a mí me duele en el alma. ¡Una islita de mierda hizo una revolución muy cerca de  los Estados Unidos y hay que ver la que ligó! Y a mí sí me importa la mortalidad infantil y la educación y la sanidad, eh... También veo cómo se desangra la isla y la cantidad de exiliados... Todo esto lo veo, pero mi corazón... ¡Qué le vamos a hacer! No tengo que pedir perdón por los movimientos de mi corazón.

–Antes parecía que el mundo de la cultura no tenía otra alternativa que el compromiso. Y ahora el compromiso es a menudo ridiculizado. ¿Cómo vivís esa evolución?
–Es verdad que el compromiso está muy devaluado. Durante años, la derecha se ha quejado de que la cultura siempre estaba en la izquierda y ahora parece que hemos abandonado esta trinchera y esta bandera. Parece que estamos dejando la opinión pública en manos de estos tribunos de la plebe, en el sentido de que plebe es peor que pueblo.

–¿Te hás peleado con amigos por temas políticos?
–Yo no le pido el carnet (de filiación política) a mis amigos. Discuto con los mejores, Savater o Vargas Llosa, y me encanta.