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Lo que no se hizo ni se hace

Políticas de Estado espasmódicas obligan nuevamente a los argentinos a luchar contra las inclemencias del clima, inmersos, otra vez, en un colapso energético.

La ola de frío polar impuso la reposición de una vieja película. Las bajas temperaturas generan reacciones inmediatas: una de ellas son los cortes de electricidad. En el caso de la ciudad de Córdoba, la red se satura por la aparición de miles de "colgados", quienes perforan incluso los cables preensamblados, lo que provoca una alta demanda, los transformadores salen de servicio y el corte afecta a amplios sectores.

La tarea desarrollada por la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec) parece ser, en ese sentido, ineficiente.

Otra reacción es la inmediata suspensión de las exportaciones de gas a Chile. Y suele ocurrir lo mismo con Uruguay. En lo interno, la política de dilapidación de miles de millones de dólares para subsidiar el consumo de combustibles fósiles (petróleo y gas) beneficia siempre a los sectores más pudientes. Mientras tanto, millones de argentinos –condenados a la marginalidad– pagan precios abusivos por una garrafa de 10 kilogramos, que apenas si dura un puñado de días.

Desde fines de 2010, nuestro país posee una de las mayores reservas gasíferas del mundo: el yacimiento descubierto el 23 de noviembre último en Neuquén, que cubrirá nuestros requerimientos industriales de ese combustible al menos en los próximos 100 años.

Ya existen 46 proyectos de explotación de ese gas no convencional, 34 de los cuales pueden ingresar en la etapa de la firma de los contratos de comercialización siempre que la burocracia y la corrupción no demoren los proyectos de manera indefinida.

Mientras tanto, se ejecutan los "contratos interrumpibles" suscriptos con las grandes fábricas, que deben reducir o paralizar su producción, al mismo tiempo que se recomienda a la población reducir al máximo el empleo de gas (versión invernal de la recomendación veraniega de no usar aire acondicionado, porque la oferta de electricidad se torna entonces insuficiente).

No mejor es la situación de los combustibles. A pesar de la gran expansión en el uso de gas natural comprimido, el crecimiento del parque automotor en los últimos años plantea demandas de nafta y gasoil que tampoco son atendidas.

En 2004, el entonces presidente Néstor Kirchner –que enfrentaba una de estas cíclicas crisis energéticas, similar a la que se vive en estos días– sentenciaba: "Muchas cosas que nos suceden hoy son consecuencia de lo que se hizo ayer". Bien podría decir Cristina Fernández: "Muchas cosas que nos suceden hoy son consecuencia de lo que no se hizo ayer".

Las soluciones en los temas energéticos llevan años en su puesta en práctica, por lo que sería deseable que los candidatos presidenciales tuvieran en claro qué van a hacer para enfrentar, a partir del 10 de diciembre próximo, el colapso energético que la Argentina repite –como una vieja y mala película– cada invierno y verano.