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Llegan las elecciones y al peronismo le brota furor musical

*Por Julio Blanck. Vienen desde otro siglo y contienen una identidad, quizás más cultural que política; una manera de diferenciarse, de no ser otros. Tienen letra y música, y evocan tiempos lejanos por más que las esperanzas de los que las entonan sean tan parecidas a aquellas.

"Los muchachos peronistas", "Adelante radicales", "La Internacional" y alguna más que la memoria no retiene. La política hecha música, puñados de ideología cantada.

Hoy, más propaganda que sustancia doctrinaria, perduran quienes apuestan a ir más allá del simple slogan publicitario para llamar la atención del público en ocasión electoral. Esto no es un homenaje, apenas una constatación. Y no pretende, desde ya, abrir juicio de valor sobre la calidad del producto.

Lo que viene surgió de la inagotable cantera peronista , la más vigorosa productora de cultura política en la Argentina. Ahí va.

En la campaña de 2003, que terminó consagrando a Néstor Kirchner por default de Carlos Menem en el balotaje, brilló "Que vuelva Carlos" , ritmo cuartetero grabado por Walter Olmos y Los Palmeras. La letra, provocativa, era esta: Yo que tenia un hogar, que tenia trabajo, tenia un futuro tenia alegría. / Yo, que vivía seguro, no sabía de huelgas, saqueos, piquetes, paros ni peleas. / Yo me sentía orgulloso, de ser un hombre argentino / y ahora estoy encarcelado como un delincuente en mi propio país.

Y vivo de la limosna, esa que nos da el Estado. / Basta de tanta mentira, de tanta miseria, de tanta injusticia.

Que vuelva Carlos que vuelva ya.
Que vuelva Carlos que vuelva ya.
Que vuelva Menem para vivir en la nueva Argentina.
En la campaña de 2009, la de las candidaturas testimoniales, apareció "Compañero", una canción para Kirchner compuesta por Julián Mandriotti, el que supo ser amigo de Sandro, transitó vocerías peronistas y hoy está con el ministro Julián Domínguez. Con entonación épica muy al estilo Leonardo Favio en los ‘70, esa letra decía: Compañero / por todas tus conquistas / los días más felices / siempre fueron peronistas.

Y es por eso / que el corazón palpita / por el amor eterno / al General y Evita.
Sos el fuego / que quema sin la llama / sos todo sentimiento / que nace desde el alma.
Compañero / luchaste por la gloria / hiciste un país nuevo /y por vos cambió la historia.
Ahora, remadores del peronismo porteño como Eduardo Valdés y Milcíades Peña, le armaron un tanguito a Amado Boudou soñando con que el dedo irrebatible de Cristina lo elija candidato. Lo titularon "Amado Buenos Aires" , le bolsiquearon la música a "Anclao en París" y le pusieron estas estrofas: Golpeado por actos de un trucho gobierno / estás Buenos Aires dudando de ti / cubierto de baches racista y mugriento / quieren separarte de todo el país.

Admiro este ispa que incluye y que crece / hagamos lo mismo con nuestra ciudad / lo piden a gritos Gardel y Jauretche / Adán Buenosayres y el rock nacional.

Amado Buenos Aires ¡Qué lindo vas a estar! / cuando sea gobierno lo voy a demostrar / ningún niño en la calle dormirá / con Néstor y Cristina hay justicia social.
¡No sabés las ganas que tengo de verte! / Con subtes, trabajo, con plata y con fe / Cambiemos la historia, plantémonos fuerte / Y, Chau Ingeniero, no te vuelvo a ver.

El que cierra la lista es otra vez Mandriotti, que compuso "Yo estoy con vos" , melodía pegadiza estrenada en el acto que Daniel Filmus, otro postulante porteño, hizo en abril en el Luna Park. Dice así: Fuerza Cristina / que este destino / el que Dios te mandó / es ser presidente / de todo un pueblo / que hoy más que nunca / quiere seguir con vos.

Yo estoy con vos / Siempre con vos / Y juntos haremos un país / cada día mejor Yo estoy con vos / siempre con vos / y quiero seguirte otra vez / por ser como sos.

Todos unidos / hoy triunfaremos / bajo tu conducción / Todos unidos / con la esperanza / de seguirte adonde vayas vos.

Ni ángeles ni demonios. Más panfletarios que poetas. Mucho Rodolfo Sciamarella y nada Homero Manzi. Apenas pícaros, nunca inocentes. Alcanza si arrancan una sonrisa, o un entusiasmo cortito. Para los tiempos que corren, ya es bastante.