Llega la hora de decisiones críticas
Por Carlos Sacchetto* Hoy el enemigo externo de Cristina se llama Macri y el interno se llama Moyano.
Desde los extremos opuestos de un arco de adversidades, el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, se han ubicado en el centro de las preocupaciones de la Presidenta. El primero porque el oficialismo piensa que es, a futuro, el principal adversario político capaz de aglutinar a lo que se denomina el voto de centroderecha. El segundo, porque con su representación y su enojo tiene indudable capacidad de daño hacia el interior del kirchnerismo.
En su idea de que gobernar es protagonizar una guerra, a Cristina Fernández no le hacen falta muchas palabras para que todo el oficialismo entienda y se sume a la tarea de destruir políticamente a Macri y a Moyano. Ambas operaciones, sin ningún disimulo y para las que no se ahorrará costo alguno, están en marcha.
Los tironeos
La absurda disputa por la transferencia de los subterráneos y colectivos que usan los porteños es el encofrado de aquella pelea política con el líder del PRO. Al conflicto que va transformando a la autoridad y al Estado en tierra de nadie, lo dirimen por la televisión y los diarios, con los usuarios como rehenes. Nadie sale indemne de una lucha semejante.
Cristina evalúa que no tiene mucho que perder en un distrito como la Capital Federal, que le es adverso en las preferencias ideológicas de sus habitantes. Pero el caso de Moyano es diferente. El camionero ha sido un aliado estratégico del modelo y ha aportado gente movilizada para apoyar la gestión de Kirchner y el primer período de Cristina. Cerca de Moyano aseguran que está dispuesto a seguir el enfrentamiento hasta las últimas consecuencias.
La Presidenta intenta aislarlo de sus bases y en los pasillos de la Casa Rosada se comenta que están listas para hacerse públicas por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos, varias denuncias contra Moyano. Eso sin perjuicio de que se vuelvan a agitar en la Justicia las viejas causas que lo involucran.
De todos modos, el conflicto con la CGT podría quedar desactivado con un par de medidas. "Si el Gobierno eleva el mínimo no imponible de Ganancias, revisa las asignaciones familiares, hace un plan de pagos para la deuda con las obras sociales y tiene algún gesto de cariño con los trabajadores, Moyano se queda sin el 50 por ciento de la sustentación en la central obrera". Quien lo dijo es un sindicalista que no se ubica precisamente entre los enemigos del camionero.
En los gremios, y también en el sector empresario, ha comenzado a crecer una inquietud que está lejos de ser solamente esgrima política. Hay signos claros de que el crecimiento económico se va deteniendo. Si a eso se le agrega la política de importaciones, que deja a sectores de la industria y el comercio sin insumos y mercaderías de origen extranjero, las suspensiones y hasta los despidos de personal encienden una luz de alarma.
Que la representación de 40 países, entre ellos Estados Unidos, los de la Unión Europea o México, hayan hecho una durísima presentación ante la Organización Mundial de Comercio contra la política comercial de Argentina, no es ningún halago para el país. Eso es la consecuencia del poder que detenta Guillermo Moreno con sus particulares métodos de ejercer sus funciones.
El futuro
Como se ve, la Presidenta tiene de qué ocuparse durante el descanso de estos días en Río Gallegos. En aquella soledad, que no es muy diferente a la que la acompaña en la residencia de Olivos, tiene que modificar o ratificar el rumbo de su Gobierno. Comentan en la Casa Rosada que se le escuchó decir a Cristina que algunos de los integrantes de su gabinete "ya están un poco gastados". Eso disparó aún más las especulaciones de cambios en el equipo de ministros y las internas oficiales.
Muchos miraron a Julio De Vido y a Carlos Tomada, dos hombres que vienen desde el primer día de Kirchner en la presidencia. Otros insisten en que se refería al ministro del Interior, Florencio Randazzo, acusado de operar en contra del vicepresidente Amado Boudou en relación a las denuncias de corrupción.
Desde el sur, tras la Semana Santa, tal vez lleguen las respuestas. Ya no se trata de conflictos políticos o de la lucha por el poder. Lo que está en juego es el sostenimiento del exitoso modelo kirchnerista de crecimiento, o su paulatino abandono.
El que habla es alguien que conoció por vivencia personal la intimidad de la familia presidencial: "Cristina tiene que agradecer que quienes estuvieron muy cerca de ella y de Kirchner, compartiendo durante años el poder, hoy se callen la boca. Ella está tomando decisiones que vincula al pensamiento de Néstor y en realidad son contrarias a lo que él pensaba". ¿Una advertencia?