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Llamado de alerta por un posible rebrote de las enfermedades respiratorias

Estudios médicos realizados recientemente que determinaron que las enfermedades respiratorias son una de las principales causas de muerte en la Argentina, especialmente en quienes tienen entre 60 y 65 años de edad y en los bebés desde el nacimiento hasta los cinco años de edad, relacionado al hecho de que la baja temperatura ambiente, como la experimentada en los últimos días, favorece el incremento de estos cuadros, constituyen referencias y llamados de alerta que no deben ser desoídos.

De sobra se conoce que la aparición de virus que cobran fuerza con las temperaturas frías y la modificación de costumbres por parte de la población -como por caso el cierre de ventanas y puertas con la llegada del otoño, originándose así una escasa ventilación sobre todo en lugares a los que acude mucha gente- confluyen para facilitar la transmisión de estas enfermedades.

En testimonios ofrecidos en este diario, infectólogos platenses señalaron que la bronquiolitis -una de las enfermedades de la vía respiratoria baja- es la primera causa de consulta y hospitalización, no sólo por la enfermedad en sí sino por su asociación con la neumonía, frente a la cual son particularmente vulnerables los prematuros, los chicos con cardiopatías, aquellos con asma o broncoespamos, y los inmunosuprimidos, debido a una enfermedad congénita o por medicación.

Se advirtió, asimismo, que por encima de la bronquiolitis y de la neumonía, posiblemente sea el resfrío el problema más común y la imagen más repetida en esta época del año.

Como se recordará, en los primeros meses de 2008 se presentó una situación extremadamente crítica en la provincia de Buenos Aires, cuando murieron diez pequeños como consecuencia de una infección respiratoria aguda baja (IRAB). Luego de instancias que resultaron ciertamente inquietantes y hasta dramáticas se logró controlar ese brote, no obstante lo cual se presentaron otros casos con posterioridad.

Desde esa fecha hasta ahora se vino hablando de una disminución de casos de bronquiolitis, en una declinación que, según se aseguró oficialmente, se advirtió con las neumonías y cuadros gripales en niños, marcándose una tendencia a la baja, según las autoridades sanitarias.

Es evidente que, además de las prevenciones clásicas establecidas -como las inmediatas consultas a los médicos ante los primeros signos de una infección respiratoria, ya que el retraso en el tratamiento suele agravar el cuadro obstructivo y aumenta el riesgo de secuelas; la vacunación cuando corresponda y la adopción de hábitos de vida saludables-, debe atenderse en forma prioritaria a las franjas sociales más desprotegidas y carecientes, expuestas a todas las penurias propias de la falta de medios y, por consiguiente, extremadamente vulnerables a estas enfermedades.

La inminencia de la temporada fría obliga, entonces, a no bajar la guardia a las autoridades sanitarias, que deben mantener disponibles y accesibles los centros de salud, las dosis de medicamentos y las estructuras hospitalarias que hicieren falta, y también a las autoridades de las que depende la asistencia social a los sectores carecientes.