Limitaciones y deficiencias de un servicio ferroviario que reclama ser modernizado
Muchos de los cuales dependen de ese medio para trasladarse cotidianamente a sus trabajos, han llegado a un extremo tal que realmente obliga al Estado a definir si la política a seguir con este sistema de transporte es permitir que continúe declinando, hasta llegar a su completa extinción, o impulsar desde ya acciones que lleven a una gradual pero completa recuperación del servicio.
Ahora se han hecho públicos los inconvenientes padecidos por centenares de pasajeros de un tren que iba de Mar del Plata con destino a Constitución y que sufrió desperfectos mecánicos que lo demoraron por tres horas. Como se sabe, los usuarios cansados de esperar decidieron cortar la ruta 2 hasta que, al ser solucionado el problema, el convoy continuó su viaje. Pero no ha sido éste el único accidente, ya que en lo que va de la actual temporada se registraron varios problemas similares en el ramal a Mar del Plata, que se tradujeron en demoras interminables para miles de turistas.
En el caso de nuestra región existe una limitación ya histórica, consistente en la no concreción de las obras de electrificación del ramal La Plata-Constitución , una iniciativa cuyos muy pretéritos antecedentes se remontan a ochenta años atrás, transcurriendo desde entonces una serie de postergaciones que tradujo con elocuencia la mayúscula inoperancia con que manejaron este tema muchas de las administraciones que se sucedieron, especialmente, en la segunda mitad del siglo pasado.
Es de sobra conocido que el servicio que prestó el entonces Ferrocarril Roca, hasta la década del '50, resultó eficiente, con trenes locales, rápidos o semirrápidos que facilitaron el traslado seguro y puntual de miles de personas que diariamente viajaban entre las dos capitales.
Pero, lamentablemente, el ferrocarril comenzó a perder gravitación y quedó relegado a fines de la década del '60, cuando se privilegió el desarrollo del automotor como el principal transporte público de pasajeros y de cargas. Más allá de los intentos posteriores, en especial a partir de la privatización del servicio ferroviario que alcanzó, en un primer momento y sólo fugazmente, a convocar el regreso de miles de usuarios, el tren siguió decayendo, demorándose tanto la renovación del material rodante como -en el caso del ramal por vía Quilmes- la electrificación que, en cambio, sí favoreció a otros itinerarios en claro perjuicio de la capital del primer Estado.
El explosivo crecimiento del parque automotor, que ha hecho que en muy pocos años la traza de la Autopista La Plata-Buenos Aires se encuentre atestada y en vías de un inminente colapso, urge para que se tomen firmes decisiones destinadas a modernizar y electrificar el servicio ferroviario que une a nuestra ciudad con la de Buenos Aires.
Tal como se ha dicho anteriormente en esta columna, carece de toda explicación y justificación que una ciudad como La Plata -capital de la provincia más importante del país, nacida como producto de una visión política de vanguardia- continúe relegada en la ejecución de una obra que no es compleja y que, según los especialistas, ni siquiera sería excesivamente costosa.