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Liderazgos para la crisis

La delicada crisis financiera y económica de los mercados globales requiere liderazgos políticos fuertes y con capacidad para reconducir las herramientas usadas hasta ahora.

Jean-Claude Trichet​, presidente del Banco Central Europeo (BCE), hizo el jueves último una apuesta arriesgada cuando salió a comprar sólo bonos de las deudas soberanas de Portugal e Irlanda, los países miembros de la Eurozona más expuestos por sus excesivos endeudamientos. Dejó fuera de sus operaciones a España e Italia, por entender que aún no realizaron los ajustes exigidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el propio BCE.

Por otra parte, la agencia de calificaciones Standard & Poor’s produjo el viernes último un hecho inédito en la historia financiera: bajó la nota a la deuda soberana de Estados Unidos, que pasó de AAA –la máxima calificación– a AA+, un grado menor, al existir dudas sobre el límite de deuda que tendrá el Tesoro norteamericano para afrontar los pagos de esas obligaciones.

Ambos hechos –que generaron una enorme incertidumbre sobre la economía global– desataron una tormenta financiera que se abatió sobre los mercados de valores e impactó también en la cotización de las materias primas.

Los valores de acciones, bonos y del petróleo retrocedieron a precios de dos o tres años atrás, cuando el mundo vivía la crisis desatada por la explosión de la burbuja inmobiliaria y la caída del emblemático banco Lehman Brothers.

En una disputa de los grandes centros de decisión sobre cuál es la mejor política económica para salir de la crisis actual, el FMI decidió redoblar sus exigencias de contención del gasto público, que en la práctica supone avanzar en el desmontaje del Estado de bienestar en Europa.

Las protestas en Grecia, España e Italia, además de la de Londres –aunque aquí hubo también en sus inicios un componente policial-racial–, mostraron un fuerte rechazo de los sectores más pobres de las sociedades contra esa receta.

Las proyecciones inmediatas sobre la economía mundial son pesimistas, para decir lo menos. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), Estados Unidos, Japón y Rusia producirán "fuertes señales de inflexión" en sus crecimientos, mientras Canadá, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y, por supuesto, España seguirán desacelerándose. No por casualidad son los países que mantienen activos intercambios con Estados Unidos, donde las previsiones son deprimentes, a pesar del optimismo de Barack Obama​, que sigue considerando a su país como una potencia AAA.

La delicada crisis financiera y económica requiere de liderazgos políticos fuertes y con capacidad de reconducir las herramientas usadas hasta ahora. Pero esos liderazgos no están claramente definidos, por lo que asoma una nueva etapa de incertidumbre en el horizonte global. El Grupo​ de los 20 (G-20) y demás países emergentes deben aunar esfuerzos y criterios para evitar una crisis generalizada, cuya profundidad e impacto en la vida cotidiana podrían ser desastrosos.