Liberaron a Coco tras la cuarentena y se pudo reencontrar con su dueño después de 10 días
El can pasó 10 días encerrado en Ezeiza porque no tenía un certificado de vacunas. Ahora se irá a Córdoba con el jugador de handball Franco Gavidia.
Emocionado, también algo incómodo por la situación y sumamente sorprendido por la magnitud mediática que provocó "el encierro de Coco", Franco Gavidia pudo reencontrarse, abrazar y llevarse a su amado perro, que debió pasar 10 días en cuarentena, en el aeropuerto de Ezeiza, porque no tenía actualizada la vacuna antirrábica que había vencido semanas antes de llegar a la Argentina, adonde provino desde Hungría.
Cerca del sector de "arribos" de Ezeiza, donde está el Senasa, un nutrido grupo de periodistas y fotógrafos espera a Coco y a su dueño, un gigante de 1,98 y casi cien kilos, que contiene a su pichicho con dos dedos. "A Coco lo tengo desde Polonia, cuando jugaba en Gdansk. Lo agarré de la calle, en realidad lo encontró un amigo y me lo ofreció... y no pudimos resistirnos. Mi hija Francisca se enganchó al toque y fue ella, en honor a la película de Disney-Pixar, la que lo bautizó", recuerda este jugador de handball, en un encuentro previo con Clarín.
Le hace bien a Gavidia hacer un poco de historia para maquillar el "estresazo" que viene padeciendo desde el martes 24 de mayo, cuando aterrizó en Buenos Aires. "En medio de todo este desborde, la viralización de la noticia me tomó con la guardia baja, me colapsó, es algo que no esperaba, se nota que hace mucho que no estoy en la Argentina -sonríe tenso-. Las redes sociales con el hashtag #LiberenaCoco, más la presencia de los medios de prensa fueron fundamentales para que esta historia llegara a buen puerto, de lo contrario no sé qué hubiera ocurrido. Así que gracias", personaliza el deportista de 30 años.
Después de meses de residir en Budapest -juega para un club húngaro- solo con Coco, sin ver a su familia, Gavidia sólo quería llegar a Ezeiza y rumbear hacia Córdoba, de donde es oriundo y viven su mujer Camila y Francisca (6). "La cercanía con Ucrania, el avance de la guerra con Rusia y el estado de alarma dictado por el gobierno en los últimos días fueron motivos suficientes para decidir volver a la Argentina. Adelanté mi partida, tenía miedo de esperar un poco más y no poder salir. Me había pasado con el Covid, no quería repetir la historia".
El viaje a la Argentina fue maratónico, con escala en París, y una noche inesperada allí, luego Bogotá y finalmente Ezeiza. Pero lo peor todavía no había llegado hasta aquella mañana del 24 de mayo. "Hay que deportar al perro, no puede pasar, la vacuna antirrábica está vencida", le abofetearon a un por entonces agotado Gavidia los agentes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). Aturdido, el muchacho asumió su "descuido", pero intentó llegar a un acuerdo por derecha, procurando buscar una solución.
"Ofrecí pagar un veterinario si era necesario, una multa o un lugar de cuarentena, porque era algo que yo había hecho mal... Propuse todas las opciones, estaba abierto a encontrar la manera de reparar el tema, pero de ninguna manera me iba a mover sin mi perro. Me jodió mucho que todo este tiempo estuviera con desconocidos, pasé por muchos inconvenientes", describe cómo fue el impacto de su llegada al país.
"Todo el tiempo amenazaban con deportar a Coco a Colombia, última escala que había hecho... La verdad es que la gente del Senasa, los superiores, no los laburantes, tenían una actitud pedante, una soberbia, un maltrato injustificado. Yo salí de Hungría medio de apuro y pensé que las regulaciones eran similares a las de Europa y se me pasó controlar la vacuna de Coco... Pero de ahí a tratarme como un delincuente, como un pedazo de mierda... no tenía razón de ser".
Desde que pisaron suelo argentino hasta que se llegó a una resolución, Gavidia y Coco -que tiene 18 meses- pasaron 35 horas en Ezeiza, inmersos en la incertidumbre. "La primera noche me la comí ahí, dormí en el piso del aeropuerto, una situación vergonzosa y humillante". Cuando finalmente establecieron que a Coco se lo vacunaría y permanecería diez días en cuarentena, el jugador de handball decidió viajar el viernes a Córdoba. "Por todo esto me perdí el cumpleaños número seis de mi hija, así que tuvimos que celebrarlo el domingo... me llevaban los demonios".
Clarín se comunicó con Senasa, organismo que se mostró sorprendido por "cómo de la noche a la mañana pasamos de ser los más creíbles y veraces de la Argentina a convertirnos en el enemigo público número uno, en un monstruo... Llaman a nuestra sede gente anónima insultando, diciendo que van a venir a quemar nuestra oficina -puntualiza la fuente-. Primero hay que decir que el Senasa procedió con el protocolo adecuado, respetando las regulaciones. Segundo, el perro no debió salir de Europa sin la vacuna ni tampoco ser embarcado en una aerolínea. No entendemos cómo sucedió".
"En estos diez días -prosiguen desde el Senasa-, el animal estuvo en una jaula amplia dentro de un predio que la Aduana tiene en Ezeiza y por lo que se observó, mantuvo un comportamiento normal, sin alteraciones. Está completamente sano, según la evaluación del veterinario encargado de hacerle los controles. Por otra parte, no se lo vacunó antes de la cuarentena como se informó erróneamente, sino que fue vacunado este jueves, antes de entregárselo a su dueño".
El lunes último Gavidia regresó a Buenos Aires en auto y fue directo a Ezeiza a ver a Coco. "Estuve allí lunes, martes y miércoles. Cuando me veía estaba chocho, saltaba, jugaba... y yo también, no sabés cómo lo extraño, pero él estuvo bien, tenía su casita con una manta, pelotitas para jugar. Además no quiero dejar de mencionar a Nora (Portela), que está al frente de la ONG Aliento de Vida Animal y que cuando yo no estuve fue siempre y cuando estuve también estuvo presente, una mujer que hace un trabajo maravilloso con los animales".
Hace saber Gavidia que "en estos últimos seis meses, el vínculo con Coco se fortaleció. Imaginate que yo en Hungría estaba solo, él era lo único que tenía, me la pasaba hablando con Coquito y prácticamente que nos mimetizamos -ríe-. Es mi familia, ya es parte de mi vida... te podrás imaginar cómo me puse en Ezeiza cuando me dijeron que había que deportarlo -frunce el entrecejo-. Bastante difícil y tedioso fue tener que venir hasta aquí, verlo encerrado y tener que despedirlo, pero ya está, terminó esta pesadilla y acá tengo a mi compañerito del alma".
Directora de la ONG Aliento de Vida Animal, el rol de Nora Portela fue clave para que el día a día de Coco fuera más llevadero. "Moví cielo y tierra para poder dar una mano. Franco (Gavidia) no sabía quién era pero logré acceder a él, luego me presenté en Ezeiza, con abogados, acreditando quién soy y a qué me dedico y pude visitar a Coco durante los días en cuarentena... Y sí, me encontré con un perrito angustiado y nervioso después de más de 30 horas viajando en avión, y hoy vine a despedir a un perrito feliz y recuperado".
Portela, presente en Ezeiza, es una experta en la materia: convive con 40 perros en su casa de Lomas de San Isidro, a los que rescató en la calle. "Basta con ver a un perro diez segundos para entender todo lo que le sucede. Al ratito de estar la primera vez con Coco, pude empezar a construir un vínculo maravilloso y como era de imaginar hoy no pude contener las lágrimas, porque no lo dejo de ver... Estuve con él entre cuatro y cinco horas por día durante todo este tiempo. Le llevé huesitos, juguetes, ropita para abrigarlo a soportar las heladas, comida de marca, lo sacaba de la jaula donde estaba y lo hacía correr, saltar, me hizo fiestas cada día".
Ex modelo y madre de la reconocida Chloe Bello -ex novia de Gustavo Cerati-, Portela confiesa que tiene una gran satisfacción "porque todo este esfuerzo de ir y volver a Ezeiza cada día sirvió para que Coco se sintiera contenido. Ver cómo pasó de la angustia y el nerviosismo, de no querer comer, a jugar, correr y devorarse todo lo que le llevaba, no tiene precio para mí. Le pude devolver la tranquilidad, algo esencial para un animalito".
¿Y qué hay del futuro de Gavidia? Ya está por emprender el viaje a Córdoba, en auto, junto a Coco. Estará dos meses en la Argentina y retornará a Europa, pero esta vez a Munich, donde abrochará un nuevo contrato. "Viajo solo, sin mi mujer -está haciendo la residencia médica en un hospital-, ni mi hija, ni tampoco Coquito, mi fiel ladero. Será muy duro, no me tengo mucha fe, veremos cuánto tiempo duro".
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