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Leonor Benedetto, tras su accidente cardiovascular: “Pienso en la finitud de la vida, pero yo sigo adelante sin miedo”

Hace una semana, la popular actriz sufrió un Accidente isquémico transitorio (AIT), y a los dos días volvió a "Perdida Mente", la obra que hace en Mar del Plata. Repasa su vida y sus amores y cuenta por qué hizo "películas de mierda". También explica por qué el sexo le parece sobrevalorado.


A pocos días de haber generado una gran preocupación en el ambiente artístico por haber sufrido una “isquemia transitoria” (aunque muchos medios erróneamente afirmaron que era un ACV y peligraba su vida), Leonor Benedetto, ya recuperada, atiende a Clarín por una nota previamente pautada a raíz de su auspiciosa actualidad profesional.

“Qué momento tan extraño para hacer una entrevista, porque después de lo que me pasó, es imprescindible contar la estricta verdad y desmentir lo que se estuvo publicando”, dice la actriz que a sus 82 años, en Mar del Plata protagoniza Perdida Mente (Teatro Atlas), la exitosa obra que dirige José María Muscari.

Allí, Leonor Benedetto interpreta a una jueza que progresivamente pierde sus capacidades cognitivas. Además, dirige El café del señor Proust, con el actor italiano Néstor Saied, en lo que fue la casa marplatense de Victoria Ocampo.

Cuando el sábado 10, Leonor brindaba una entrevista en un programa matutino en Radio Brisas de Mar del Plata, presentó dificultades en el habla y fue trasladada a un centro médico, en donde quedó en observación hasta el domingo al mediodía.

La producción de la obra que recientemente ganó un premio Estrella de Mar como Mejor Comedia Dramática y que protagoniza junto a Iliana Calabró, Mirta Wons, Ana María Picchio y Emilia Mazer, decidió que ese día fuera reemplazada por la actriz Laura Espínola.

Tras manifestar que no le salían las palabras, trasladaron a Benedetto al hospital privado La Comunidad, donde le hicieron una tomografía y otros estudios que dieron bien. Y se descartó que fuera un ACV.

Un susto para todos

“Un accidente isquémico es un millón de veces menos serio que un ACV. Nunca puede dejar secuelas, en cambio un ACV, sí. Hablé con los neurólogos, que me explicaron qué es un episodio isquémico. Me dijeron que mucha gente lo padece, pero como a algunos se les produce mientras duermen, ni se enteran. De repente sentí que tenía dificultad para decir una palabra que estaba en mi cabeza. Pero eso duró exactamente un minuto y medio”, le dice la actriz a Clarín.

“¡Yo no me asusté, pero los que estaban conmigo sí! Terminamos en el hospital y los médicos optaron porque pasara la noche ahí para prevenir cualquier eventualidad. Enseguida se descartó que fuera un ACV, porque fue sólo un momento y después recobré la normalidad”, agrega.

Muchos especularon que el origen de este episodio fue que, con tanto trabajo, Benedetto descansa poco y se alimenta mal.

Ella contesta: “Puede ser que esa sea la causa, pero yo siempre hice lo mismo. Pusieron eso en algunos medios porque tienen que poner algo, porque esta es una sociedad que no sabe decir: ‘No sé’”, asegura y luego se ríe la repercusión que tuvo lo que le sucedió.

“Me llamó más gente que cuando ganamos el Estrella de Mar. Aquella vez casi que no me llamó nadie, y ahora, por esto, todo el mundo”, dice.


Una vida sin miedos

La actriz que fuera protagonista de la recordada telenovela Rosa... de lejos suele afirmar que es una persona que nació sin miedo.

“Trato de no decirlo demasiado porque es algo que a muchos les da bronca, porque a veces estamos rodeados de gente que vive aterrorizada. Y a partir de la pandemia, mucho más. Hoy alguien se suena la nariz y todo el mundo se da vuelta. Es una manera de vivir. Pero yo lo lamento, son parámetros con los que no puedo coincidir. Ahora empezó el run run de que hay muchos casos de covid: yo ni en pedo me vuelvo a vacunar otra vez”, afirma.

-En Perdida Mente interpretás a una jueza que pierde sus capacidades cognitivas... Algunos podrían ver una casualidad o conexión con lo que te terminó sucediendo en la vida real. A la hora de encarnar un personaje, ¿qué técnicas o disparadores usás para componerlo?

-El de Perdida Mente es un personaje complejo, pasa de la lucidez, la inteligencia y la cultura absoluta, a estar patinando en una neblina mental. Tal vez sea una singularidad mía que pienso que cualquier cosa que veo hacer a otro ser humano, soy capaz de interpretarlo.

Yo no necesito almorzar con un asesino ni con alguien que se esté muriendo de cáncer, para interpretar un papel actoral. Eso no significa que sea mejor que otros actores que sí necesitan algo por el estilo. Mi manera de trabajar es diferente, porque creo que en mí viven todos los seres humanos, los buenos y los malos. Entonces me resulta un camino apasionante buscar a ese “ser raro” en mi interior y ponerlo sobre el escenario.

-Después de interpretar un personaje tan desafiante, ¿quedás muy movilizada?

-Me movilizo, pero no me quedo movilizada. Conozco colegas que dicen que es ficción y que el personaje se queda colgado en el camarín. Yo en eso no creo: pienso que cuando el personaje llora, también llora Leonor. No tiene otra salida que llorar. Pero yo no lloro por las mismas causas que llora el personaje. Seguramente lloro por las mías. Pero después no arrastro el personaje a mi vida, lo dejo donde está y al día siguiente lo voy a buscar otra vez.

-Cuando viste “El café del señor Proust” en Roma te enamoraste del texto, y aunque no es una obra para multitudes, trajiste al actor italiano Néstor Saied y te pusiste a dirigirla en la Argentina... Además de ser emprendedora, te caracteriza cierto nivel de audacia...

-Porque no soy normal (Risas). Porque si te dicen que encuentres a algún argentino que mueva a un actor desde Italia a aquí, y que armes un texto para que lo vean entre 40 0 50 personas por función, yo te aseguro que no hay quien lo produzca ni se haga cargo. Pero yo estoy convencida de que una de las finalidades de mi vida, y no sólo como actriz, es ofrecer belleza. Cuando el arte propone belleza, modifica al ser humano que lo percibe.

Abuelazgo disruptivo

Leonor Benedetto tiene tres hijos: María Antonieta Tuozzo (Bailarina de tango, vive en España,); Nicolás Tuozzo (Cineasta, copropietario con su madre de una productora llamada “El buen destino”); y Marcos Benedetto, de 39 años (radicado en Asunción, Paraguay, gerente de una señal subsidiaria sueca que transmite deportes). Además tiene dos nietas: Olimpia (15) y Matilda (12).

-¿Cómo es eso que no sos de las abuelas que lleva a sus nietas a la plaza, pero las llevaste a pasear a un cementerio? Explicame mejor...

-El año pasado también estuve trabajando en Mar del Plata. Vivía en el Sheraton, que está enfrente del cementerio, uno que hay que es muy hermoso y cuidado. Un día fuimos con mis nietas y les encantó.

A partir de ese día se transformó en un paseo, me pedían que las llevara. Yo me sentaba en un banco, y ellas corrían por todos lados. Venían y me contaban por ejemplo que habían visto la tumba de un nenito que había muerto al año y medio. Y no solo no me molestaba sino que me parecía muy bien, como un primer paso a que sean personas sin miedo, como yo.

Romances, enamoramiento y feminismo
-Leonor, vos tuviste muchos amores mediáticos: fuiste pareja de José Sacristán, Gerardo Romano, Santo Biasatti y Alberto Rodríguez Saá... Siempre destacás que te seduce la inteligencia y que nunca saliste con un imbécil. ¿Por qué decís que cada vez que te enamorás te ponés estúpida y no te gusta?

-Es verdad: cuando estuve enamorada me convertí en una pelotuda (Risas). No tengo una categoría de hombres que me gusten, pero lo que siempre me atrae es la inteligencia. Me gustan los hombres que estén muy despiertos en la vida.

-Vos siempre tuviste un perfil feminista, ¿estás de acuerdo con las nuevas corrientes del feminismo?

-Ahora muchas feministas no están queriendo igualdad, sino pasarles por encima a los tipos, y ese me parece un pésimo negocio como especie. Por otro lado, la película Barbie me pareció una genialidad ideológica. Y que los señores de Hollywood no le hayan reconocido los méritos, es de una ignorancia supina. Ahí se nota la resistencia que hay a ver a las mujeres como seres humanos. Es tremendo.

-¿Por qué pensás que el sexo como práctica está sobrevalorado?

-Una vez que la pasás bien, durante un rato que es genial y amoroso... ¿Después qué? El conflicto con las parejas que estuvieron conmigo por un rato, fue mi libertad y mi prescindencia de lo que en general los hombres les pueden dar a las mujeres.

Se hacía muy difícil, porque no me tenían que dar una situación económica, ni algo intelectual, sino solo compañía. Y la mayoría no sabe hacer compañía. ¿Qué es lo que yo sola no consigo? Compañía. Cuando te ofrecen lo económico, o lo sexual, vos le decís: “Muy bien, gracias, ¿y qué más?”. Y si no tienen un “además”, ahí estamos en problemas.

-¿Sentís que por el hecho de ser una mujer de 82 años, la gente te trata diferente, con cierto prejuicio, como condenándote a un estereotipo de adulto mayor que vos no encarnás?

-Mucha gente tiene pensamientos antiguos y yo no puedo hacer nada. Yo soy diferente. Y muchos que tienen 20 años menos que yo también son antiguos. La Argentina está atrasada, muy atrasada... Aunque hay casos como el de Sara Facio, por ejemplo, con la cual tomo el té de vez en cuando y somos amigas... Con ella me atrevo a tocar cualquier tema y tiene 91 años. Por eso sé que el pensamiento no tiene nada que ver con la edad: ya te digo, veo jóvenes que son como Matusalén (Risas).

Consagración artística y coraje para vivir

-¿El Accidente Isquémico Transitorio (AIT) te hizo pensar en la finitud de la vida? ¿No te asustaste ni un poquito?

-Los médicos me dijeron lo que me tenían que decir, que me quede esa noche ahí. Porque en las primeras 24 horas existe un riesgo de que se repita. Ahora lo único que tengo que evitar es que me suba la presión. Todo el tiempo pienso en la finitud de la vida, lo que pasa es que no sé cómo va a venir. Yo sigo adelante sin miedo. Siempre me preguntan: ¿Cómo te llevás con el paso del tiempo? Pero ese es como un slogan. ¿Cómo te vas a llevar con el paso del tiempo?

-Solés decir que sos como el Perro Verde (Persona poco común, rara o algo excéntrica) de tu generación.

-A mí me caracteriza la inteligencia y cierto coraje para vivir. Cierta falta de miedo a estar sola, por ejemplo. La falta de miedo a correr riesgos. La mayoría de la gente que conozco que escuchara esta conversación, diría que también hay que tener cuidado porque puede pasar esto y lo otro.

Pero yo pienso que la vida en sí misma es un riesgo. Deja de ser un riesgo cuando nos ponemos almohadones por todos lados, como en las cunitas de los bebés, que se les ponen para que no se golpeen la cabeza. Yo no soy así.

-Te nombraron Personalidad Destacada de la Cultura, el público está feliz de verte trabajar con tanto éxito. Vivís una etapa de consagración y reconocimiento.

-Hace un tiempo que estoy muy contenta con los trabajos que hago, porque puedo elegir. Al principio no podía y por eso hice películas de mierda (Risas). La gente me quiere mucho, sobre todo las mujeres. Yo soy un espejo en el que les encanta mirarse. No les gusta mirarse en el espejo de una vieja chota (Risas).

 

Extraído de Clarín

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