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Lenguaje no verbal PASO 2019: qué dijeron con los gestos los candidatos en el búnker
Qué hablaron los candidatos de las distintas fórmulas en sus respectivos búnkers.
Luego del cierre de las casi 14 mil mesas de votación distribuidas en todo el país para la realización de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y de que comenzara el escrutinio de los votos de todos los inscriptos en el padrón, los candidatos de las distintas fórmulas hablaron en sus respectivos búnkers para reflexionar sobre la jornada, que fue la primera etapa para definir quién será el presidente de la Argentina desde el 10 de diciembre. Y, además de prestar atención a sus discursos, es fundamental hacer foco en sus gestos, que a veces dicen más que las mismas palabras.
"En un proceso político no hay que confundir honestidad con autenticidad", advirtió en diálogo con Infobae el estratega en Comunicación Política y periodista español Carlos Celaya. Y la autenticidad de la retórica política no siempre viene de la mano de sus palabras, sino del lenguaje no verbal. Y es que la comunicación no verbal es un arma. Los actores elegidos para hacer política comunican todo el tiempo, aun cuando prefieren no hacerlo. "En el teatro es más importante la intención de besar que el acto del beso", ejemplificó. "Almodóvar dijo que es mucho más emocionante una lágrima contenida que una derramada".
"Todos los políticos son actores y deben hacerlo", agregó Alejandro Sangenis, coach de neuro-oratoria de políticos y empresarios. "Los ejemplos son varios, desde el Discurso del Rey o Churchill prometiendo 'Sangre, sudor y lágrimas', hasta Menem con el 'no los voy a defraudar' o Alfonsín relatando el preámbulo durante su campaña presidencial".
"Macri y Vidal plantean discursos con muchas verdades pero resultan menos convincentes porque hay mucho coaching", apuntó Celaya. Los dos Fernández son más orgánicos y genuinos. Más convincentes. 'Esto somos, pero es lo que hay'. Más el estereotipo argentino. Son más auténticos".
"Massa, por ejemplo, es una mezcla de las dos cosas. Ofrece un discurso con pocas verdades y también con poca autenticidad. Su caudal de votos se fue diluyendo con el tiempo".
Uno de los primeros en salir a hablar fue el actual jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta. "Todos los días yo siento cuando camino la ciudad que el esfuerzo vale la pena, que juntos estamos haciendo la mayor transformación en la historia de la Ciudad", apuntó.
"Muestra las manos en ojiva. Quiere decir 'le doy autoridad a lo que digo'", explicó Sangenis sobre sus gestos. "Son las manos como en rezo algo abiertas, se le nota un buen coacheo. También usa el gesto en hacha con la mano derecha al decir que Mauricio hizo lo que hay que hacer. Acompasa lo que dice con su mano derecha. Se llaman gestos batuta. También abre y cierra los brazos para 'incluir' a todos. Al hablar del Paseo del Bajo y las mejoras se siente cómodo verbal y gestualmente".
"Larreta es un ejemplo de impostación porque es un discurso de cambio. Si bien es un discurso de cambio que encarna Cambiemos para dar batallas, es tal el grado de impostación que no da batallas y resulta en la gente verosímil", agregó Celaya.
"Vamos a estar en primera vuelta", aseveró el precandidato a presidente por el Frente Despertar José Luis Espert desde su búnker. "Se mostró con un semblante asertivo, no exultante. Mostró el mentón levantado, que significa 'no me importa lo que digan los demás, solo lo que pienso yo'. Levantó su mano derecha como ganador sin convicción. Expresó 'vamos a estar en la primera vuelta' con asertividad y convicción", aseguró Sangenis.
"El presidente Mauricio Macri comenzó en forma mesurada la campaña. Luego de fidelizar a sus votantes, buscó mostrar carácter a los indecisos. Él se dio cuenta de que necesitaba mostrar sangre en las venas y movilizar desde el sentimiento para ejercer el poder, por ejemplo con su palabra 'carajo', cosa que Cristina tiene y maneja en forma más natural", reflexionó Sangenis.
Sin embargo, esta vez fue diferente. "Reconocimos que hicimos una mala elección", dijo con tono grave y triste el presidente Mauricio Macri en su discurso, cuando salió a hablar cerca de las 10.15 pm. Sangenis apuntó que "al llamar a la elección de octubre lo hace cerrando el puño de la mano izquierda al hablar de las dificultades. Se lo vio contrariado, con las manos con los dedos enlazados, lejos de la gestualidad abierta de otros momentos".
"Miguel Pichetto es un caso muy interesante en la política", recordó Sangenis. "Es un gran estratega de alianzas. Siempre se apegó a su honestidad intelectual, diciendo cosas que muchas veces molestaban a su propio espacio. Representa un hacedor de alianzas y fue puesto como vice para generar gobernabilidad con senadores y gobernadores, no para captar votos".
Por otro lado, el experto apuntó que "la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal ha utilizado su carisma durante la campaña. Y aprovechó los dichos de Cristina para posicionarse. 'Yo no soy una Heidi, no soy una virginal', afirmó. Eso lo acompaña con un gesto no verbal muy femenino, apuntando directamente al voto de las mujeres que tanto resultado le dio en la elección hace 4 años".
"Lilita salió a poner la polenta que le faltó al presidente en su discurso", declaró Sangenis sobre la diputada nacional Elisa Carrió. "Con su brazo derecho apuntó su índice al horizonte una y otra vez mientras decía que van a revertir esta elección. Se mostró con tono y lenguaje corporal de barricada. Intensa. Dice 'mírenme a mí,vieja con 63 años espléndida', tocándose el pecho".
"Dijo que 'para no ser Venezuela o Cuba va a ganar la Argentina republicana' al estilo de Carlos Tévez cuando le ordenó sus jugadores salir de la Bombonera después de empatar el partido de ida en la Libertadores que finalmente perdieron en Madrid. Lilita señaló con el dedo índice (que es un gesto inequívoco de acusación) 'vamos a salvar la República', y se retiró del escenario como una actriz shakesperiana".
Celaya coincidió, y dijo que "Lilita tenía un aspecto de pastora evangélica en su forma de hablar; extraña también".
"En la rueda de prensa se afirma la impostación por parte de los dirigentes de Juntos por el Cambio por trasladar una calma que no es tal, que no se condice, que es un fracaso electoral. Es muy significativo el silencio de María Eugenia Vidal, que desde el punto de vista gestual se lo podría definir hermético. Casi no había ningún gesto en ella, casi como si estuviera plastificada, no había gesto de tristeza, de alguna manera muy estudiada".
"A Roberto Lavagna se lo vio muy sobrio. Como es su estilo utilizó lo que se llama 'estilo británico', casi solo moviendo la cabeza sin utilizar las manos", analizó Sangenis. "'Somos la tercera fuerza nacional' fue su frase más exultante y cruzó su frontalidad con su brazo derecho al decir 'gracias a todos ustedes' al recorrer a su audiencia en manera de agradecimiento. Fue el único gesto 'no positivo' porque atravesar la frontalidad se interpreta como un gesto defensivo, ya que probablemente el porcentaje alcanzado sea inferior al deseado".
Sobre Lavagna, Celaye aclaró: "Se lo vio bastante tranquilo, sereno y en el caso de él, que es una persona grande, fue bastante auténtico en cómo hablaba".
"Matías Lammens tuvo cero capacidad de oratoria. Habló con mala postura, con el brazo izquierdo cruzando su frontalidad", dijo Sangenis. "Repitió la palabra 'impresionante' muchas veces. Mascullaba al hablar, moviéndose de un lado para el otro. Después cambió el micrófono a su mano izquierda para incluir en su agradecimiento a sus colaboradores". Repitió muchas veces la fórmula de "todos y todas".
"Cristina Fernández de Kirchner ha mantenido una actitud prescindente o casi ausente en general en toda la campaña. Es lo que hacen los grandes actores o actrices en el escenario durante toda una obra de teatro y aparecen sólo en el final. Para ella, la Argentina es su escenario. Se trata del efecto de ausencia. Y cuando entra en escena tiene presencia central. Así lo ha demostrado en los pocos actos que le tocó estar, incluso tratando de no opacar al candidato principal, Alberto Fernández".
Esta vez apareció con un video previamente grabado desde Santa Cruz. Utiliza como marco sus cuadros -que la muestran con Néstor- y un dibujo de Evita. "Cualquiera haya sido su voto, los argentinos merecen saber el número verdadero en estas elecciones", instó Cristina.
"Utiliza un tono actuado de pesar y mira para abajo las dos veces que menciona a los argentinos y a la Argentina. Cambia el tono y la gestualidad cuando habla de los controles del sistema electoral, mostrando mayor intensidad. Buscó empatizar con los sufrientes de la economía. Siempre gesticulando con la cabeza", analizó Sangenis.
"A pesar de que tenia un pequeño mechón cerca de la boca no se sacó el pelo cuando ella juega siempre con su cabello, a veces con coquetería o por estrés", reveló.
Sobre Cristina, Celaya comentó: "Con una escenografía muy casera, llena de cuadros desde su casa, con una postura diciendo 'bueno yo ya les dije que teníamos la razón' se puso en el lugar de presidenta y se impuso en su forma de hablar con una actitud superadora. Ella es un ejemplo de impostación, de alguna manera por el electorado que maneja, tiene una conexión que nunca logró Macri".
Luego salió al escenario del búnker su hijo Máximo Kirchner. Según Sangenis, "utiliza su mano izquierda acompasando su discurso con gestos batutas, festejando que llegaron al 50 por ciento de los votos en Provincia. Usa su mano izquierda en forma de 'garra' al decir que esto no era una guerra".
Al enumerar las "faltas y carencias económicas salvajes", utilizó el gesto en hacha como cortando el aire con su mano izquierda, y terminó haciendo una reverencia.
Luego, le pasó el micrófono a Sergio Massa. "Hoy una ola de esperanza derrotó a la mentira", anunció ante los vitores de los presentes. "Se lo vio con su estilo de siempre", aseguró Sangenis. "Con tono alto, habló de la alegría y la esperanza y con el pecho inflado literalmente".
"Massa se zambulló sobre Kicillof, quien claramente quiso terminar el abrazo lo antes posible. Axel Kicillof es el golden boy del kirchnerismo. Trata de cautivar el espacio peronista kirchnerista. Tiene bastante predicamento entre los jóvenes. No tiene llegada en el campo, pero busca generar empatía, por ejemplo tomando mate con Fantino".
"Fue una elección bastante inteligente del kirchnerismo. Tiene su carisma al comunicar. Ha sido astuto en nunca confrontar y buscar un tono de dirigente juvenil. Es un personaje en sí mismo con un rotundo apoyo de Cristina que le da un respaldo de mucho poder. Marcó su lealtad absoluta a Cristina Kirchner agradeciéndole primero a ella".
Sin embargo,"buscando a personas para agradecer , se dio vuelta y le dio la espalda al público, algo totalmente reñido con la oratoria. Pero desarrolla un carisma personal especial hablando como un dirigente estudiantil contando anécdotas que le dan proximidad con la gente. Realiza gestos batuta acompañando las enumeraciones de carencias en el país. Cruza su frontalidad con su brazo derecho al señalar la dirección hacia dónde debe ir el gobierno".
Luego, presentó a Alberto Fernández como "el próximo Presidente de la Argentina".
"El impacto de la candidatura de Alberto Fernández como presidente y Cristina como su vice, lo sorprendió a él mismo, tanto en lo verbal como en lo gestual. Comenzó su campaña saliendo con su perro Dylan para generar empatía y mostrarse conciliador con la gente. Intentaba mostrarse con poder, aunque es bien conocido que es un extraordinario gestor de poder o administrador del poder de otros. El cambio lo sorprendió también. Le costó acomodarse desde su gestualidad. Un ejemplo de ello fueron las confrontaciones con periodistas".
En esta ocasión, Fernández hizo su entrada al escenario flanqueado por dos señoras mayores y le dio un beso a su hijo, Estanislao, emocionado y al que también hizo mención en su discurso. "De saco y camisa bien anclado en su estilo de siempre grita '¡Gracias Argentina!'", destacó Sangenis. Todo esto agarrando el micrófono con sus dos manos y recorriendo el escenario. "Utiliza un estilo similar al de de Raúl Alfonsín".
"Acompaña sus palabras con gestos batutas pero con el dedo índice de su mano derecha, que es un gesto acusatorio. Cuando dice 'ese país que todos nosotros soñamos' gira y señala a los que estaban detrás". Terminó su discurso y es abrazado con fuerza por Massa y vitoreado por todos los presentes.
"Alberto Fernández fue el mejor orador. Hizo mucho hincapié en que se terminó la grieta y la venganza. Lo dijo con fuerza y convicción. Habló con un tono exaltado y aun conciliador", aseveró Sangenis. "Aprovechó el terreno que le dejó Macri, que había dicho a los argentinos que se fueran a dormir después de un discurso light, y sin la fuerza con la que quiso compensar Lilita Carrió. Habló con tanta intensidad que hasta preocupa su salud. También es una demostración de fortaleza".
"En un proceso político no hay que confundir honestidad con autenticidad", advirtió en diálogo con Infobae el estratega en Comunicación Política y periodista español Carlos Celaya. Y la autenticidad de la retórica política no siempre viene de la mano de sus palabras, sino del lenguaje no verbal. Y es que la comunicación no verbal es un arma. Los actores elegidos para hacer política comunican todo el tiempo, aun cuando prefieren no hacerlo. "En el teatro es más importante la intención de besar que el acto del beso", ejemplificó. "Almodóvar dijo que es mucho más emocionante una lágrima contenida que una derramada".
"Todos los políticos son actores y deben hacerlo", agregó Alejandro Sangenis, coach de neuro-oratoria de políticos y empresarios. "Los ejemplos son varios, desde el Discurso del Rey o Churchill prometiendo 'Sangre, sudor y lágrimas', hasta Menem con el 'no los voy a defraudar' o Alfonsín relatando el preámbulo durante su campaña presidencial".
"Macri y Vidal plantean discursos con muchas verdades pero resultan menos convincentes porque hay mucho coaching", apuntó Celaya. Los dos Fernández son más orgánicos y genuinos. Más convincentes. 'Esto somos, pero es lo que hay'. Más el estereotipo argentino. Son más auténticos".
"Massa, por ejemplo, es una mezcla de las dos cosas. Ofrece un discurso con pocas verdades y también con poca autenticidad. Su caudal de votos se fue diluyendo con el tiempo".
Uno de los primeros en salir a hablar fue el actual jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta. "Todos los días yo siento cuando camino la ciudad que el esfuerzo vale la pena, que juntos estamos haciendo la mayor transformación en la historia de la Ciudad", apuntó.
"Muestra las manos en ojiva. Quiere decir 'le doy autoridad a lo que digo'", explicó Sangenis sobre sus gestos. "Son las manos como en rezo algo abiertas, se le nota un buen coacheo. También usa el gesto en hacha con la mano derecha al decir que Mauricio hizo lo que hay que hacer. Acompasa lo que dice con su mano derecha. Se llaman gestos batuta. También abre y cierra los brazos para 'incluir' a todos. Al hablar del Paseo del Bajo y las mejoras se siente cómodo verbal y gestualmente".
"Larreta es un ejemplo de impostación porque es un discurso de cambio. Si bien es un discurso de cambio que encarna Cambiemos para dar batallas, es tal el grado de impostación que no da batallas y resulta en la gente verosímil", agregó Celaya.
"Vamos a estar en primera vuelta", aseveró el precandidato a presidente por el Frente Despertar José Luis Espert desde su búnker. "Se mostró con un semblante asertivo, no exultante. Mostró el mentón levantado, que significa 'no me importa lo que digan los demás, solo lo que pienso yo'. Levantó su mano derecha como ganador sin convicción. Expresó 'vamos a estar en la primera vuelta' con asertividad y convicción", aseguró Sangenis.
"El presidente Mauricio Macri comenzó en forma mesurada la campaña. Luego de fidelizar a sus votantes, buscó mostrar carácter a los indecisos. Él se dio cuenta de que necesitaba mostrar sangre en las venas y movilizar desde el sentimiento para ejercer el poder, por ejemplo con su palabra 'carajo', cosa que Cristina tiene y maneja en forma más natural", reflexionó Sangenis.
Sin embargo, esta vez fue diferente. "Reconocimos que hicimos una mala elección", dijo con tono grave y triste el presidente Mauricio Macri en su discurso, cuando salió a hablar cerca de las 10.15 pm. Sangenis apuntó que "al llamar a la elección de octubre lo hace cerrando el puño de la mano izquierda al hablar de las dificultades. Se lo vio contrariado, con las manos con los dedos enlazados, lejos de la gestualidad abierta de otros momentos".
"Miguel Pichetto es un caso muy interesante en la política", recordó Sangenis. "Es un gran estratega de alianzas. Siempre se apegó a su honestidad intelectual, diciendo cosas que muchas veces molestaban a su propio espacio. Representa un hacedor de alianzas y fue puesto como vice para generar gobernabilidad con senadores y gobernadores, no para captar votos".
Por otro lado, el experto apuntó que "la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal ha utilizado su carisma durante la campaña. Y aprovechó los dichos de Cristina para posicionarse. 'Yo no soy una Heidi, no soy una virginal', afirmó. Eso lo acompaña con un gesto no verbal muy femenino, apuntando directamente al voto de las mujeres que tanto resultado le dio en la elección hace 4 años".
"Lilita salió a poner la polenta que le faltó al presidente en su discurso", declaró Sangenis sobre la diputada nacional Elisa Carrió. "Con su brazo derecho apuntó su índice al horizonte una y otra vez mientras decía que van a revertir esta elección. Se mostró con tono y lenguaje corporal de barricada. Intensa. Dice 'mírenme a mí,vieja con 63 años espléndida', tocándose el pecho".
"Dijo que 'para no ser Venezuela o Cuba va a ganar la Argentina republicana' al estilo de Carlos Tévez cuando le ordenó sus jugadores salir de la Bombonera después de empatar el partido de ida en la Libertadores que finalmente perdieron en Madrid. Lilita señaló con el dedo índice (que es un gesto inequívoco de acusación) 'vamos a salvar la República', y se retiró del escenario como una actriz shakesperiana".
Celaya coincidió, y dijo que "Lilita tenía un aspecto de pastora evangélica en su forma de hablar; extraña también".
"En la rueda de prensa se afirma la impostación por parte de los dirigentes de Juntos por el Cambio por trasladar una calma que no es tal, que no se condice, que es un fracaso electoral. Es muy significativo el silencio de María Eugenia Vidal, que desde el punto de vista gestual se lo podría definir hermético. Casi no había ningún gesto en ella, casi como si estuviera plastificada, no había gesto de tristeza, de alguna manera muy estudiada".
"A Roberto Lavagna se lo vio muy sobrio. Como es su estilo utilizó lo que se llama 'estilo británico', casi solo moviendo la cabeza sin utilizar las manos", analizó Sangenis. "'Somos la tercera fuerza nacional' fue su frase más exultante y cruzó su frontalidad con su brazo derecho al decir 'gracias a todos ustedes' al recorrer a su audiencia en manera de agradecimiento. Fue el único gesto 'no positivo' porque atravesar la frontalidad se interpreta como un gesto defensivo, ya que probablemente el porcentaje alcanzado sea inferior al deseado".
Sobre Lavagna, Celaye aclaró: "Se lo vio bastante tranquilo, sereno y en el caso de él, que es una persona grande, fue bastante auténtico en cómo hablaba".
"Matías Lammens tuvo cero capacidad de oratoria. Habló con mala postura, con el brazo izquierdo cruzando su frontalidad", dijo Sangenis. "Repitió la palabra 'impresionante' muchas veces. Mascullaba al hablar, moviéndose de un lado para el otro. Después cambió el micrófono a su mano izquierda para incluir en su agradecimiento a sus colaboradores". Repitió muchas veces la fórmula de "todos y todas".
"Cristina Fernández de Kirchner ha mantenido una actitud prescindente o casi ausente en general en toda la campaña. Es lo que hacen los grandes actores o actrices en el escenario durante toda una obra de teatro y aparecen sólo en el final. Para ella, la Argentina es su escenario. Se trata del efecto de ausencia. Y cuando entra en escena tiene presencia central. Así lo ha demostrado en los pocos actos que le tocó estar, incluso tratando de no opacar al candidato principal, Alberto Fernández".
Esta vez apareció con un video previamente grabado desde Santa Cruz. Utiliza como marco sus cuadros -que la muestran con Néstor- y un dibujo de Evita. "Cualquiera haya sido su voto, los argentinos merecen saber el número verdadero en estas elecciones", instó Cristina.
"Utiliza un tono actuado de pesar y mira para abajo las dos veces que menciona a los argentinos y a la Argentina. Cambia el tono y la gestualidad cuando habla de los controles del sistema electoral, mostrando mayor intensidad. Buscó empatizar con los sufrientes de la economía. Siempre gesticulando con la cabeza", analizó Sangenis.
"A pesar de que tenia un pequeño mechón cerca de la boca no se sacó el pelo cuando ella juega siempre con su cabello, a veces con coquetería o por estrés", reveló.
Sobre Cristina, Celaya comentó: "Con una escenografía muy casera, llena de cuadros desde su casa, con una postura diciendo 'bueno yo ya les dije que teníamos la razón' se puso en el lugar de presidenta y se impuso en su forma de hablar con una actitud superadora. Ella es un ejemplo de impostación, de alguna manera por el electorado que maneja, tiene una conexión que nunca logró Macri".
Luego salió al escenario del búnker su hijo Máximo Kirchner. Según Sangenis, "utiliza su mano izquierda acompasando su discurso con gestos batutas, festejando que llegaron al 50 por ciento de los votos en Provincia. Usa su mano izquierda en forma de 'garra' al decir que esto no era una guerra".
Al enumerar las "faltas y carencias económicas salvajes", utilizó el gesto en hacha como cortando el aire con su mano izquierda, y terminó haciendo una reverencia.
Luego, le pasó el micrófono a Sergio Massa. "Hoy una ola de esperanza derrotó a la mentira", anunció ante los vitores de los presentes. "Se lo vio con su estilo de siempre", aseguró Sangenis. "Con tono alto, habló de la alegría y la esperanza y con el pecho inflado literalmente".
"Massa se zambulló sobre Kicillof, quien claramente quiso terminar el abrazo lo antes posible. Axel Kicillof es el golden boy del kirchnerismo. Trata de cautivar el espacio peronista kirchnerista. Tiene bastante predicamento entre los jóvenes. No tiene llegada en el campo, pero busca generar empatía, por ejemplo tomando mate con Fantino".
"Fue una elección bastante inteligente del kirchnerismo. Tiene su carisma al comunicar. Ha sido astuto en nunca confrontar y buscar un tono de dirigente juvenil. Es un personaje en sí mismo con un rotundo apoyo de Cristina que le da un respaldo de mucho poder. Marcó su lealtad absoluta a Cristina Kirchner agradeciéndole primero a ella".
Sin embargo,"buscando a personas para agradecer , se dio vuelta y le dio la espalda al público, algo totalmente reñido con la oratoria. Pero desarrolla un carisma personal especial hablando como un dirigente estudiantil contando anécdotas que le dan proximidad con la gente. Realiza gestos batuta acompañando las enumeraciones de carencias en el país. Cruza su frontalidad con su brazo derecho al señalar la dirección hacia dónde debe ir el gobierno".
Luego, presentó a Alberto Fernández como "el próximo Presidente de la Argentina".
"El impacto de la candidatura de Alberto Fernández como presidente y Cristina como su vice, lo sorprendió a él mismo, tanto en lo verbal como en lo gestual. Comenzó su campaña saliendo con su perro Dylan para generar empatía y mostrarse conciliador con la gente. Intentaba mostrarse con poder, aunque es bien conocido que es un extraordinario gestor de poder o administrador del poder de otros. El cambio lo sorprendió también. Le costó acomodarse desde su gestualidad. Un ejemplo de ello fueron las confrontaciones con periodistas".
En esta ocasión, Fernández hizo su entrada al escenario flanqueado por dos señoras mayores y le dio un beso a su hijo, Estanislao, emocionado y al que también hizo mención en su discurso. "De saco y camisa bien anclado en su estilo de siempre grita '¡Gracias Argentina!'", destacó Sangenis. Todo esto agarrando el micrófono con sus dos manos y recorriendo el escenario. "Utiliza un estilo similar al de de Raúl Alfonsín".
"Acompaña sus palabras con gestos batutas pero con el dedo índice de su mano derecha, que es un gesto acusatorio. Cuando dice 'ese país que todos nosotros soñamos' gira y señala a los que estaban detrás". Terminó su discurso y es abrazado con fuerza por Massa y vitoreado por todos los presentes.
"Alberto Fernández fue el mejor orador. Hizo mucho hincapié en que se terminó la grieta y la venganza. Lo dijo con fuerza y convicción. Habló con un tono exaltado y aun conciliador", aseveró Sangenis. "Aprovechó el terreno que le dejó Macri, que había dicho a los argentinos que se fueran a dormir después de un discurso light, y sin la fuerza con la que quiso compensar Lilita Carrió. Habló con tanta intensidad que hasta preocupa su salud. También es una demostración de fortaleza".
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