Lectura DV: Crisis y divorcios por culpa de Macri
El periodista Carlos M. Reymundo Roberts deja otra desopilante entrega sobre el panorama político del país.
Por: Carlos M. Reymundo Roberts
Los altos mandos del Contrafrente para la Resistencia (ex Frente para la Victoria), Cristina y Máximo, están alarmados: siguen las rupturas en nuestras filas, los choques, los divorcios. Por momentos parece una guerra de todos contra todos, un sálvese quien pueda. Alicia está a los tortazos con Báez. Y Báez con Echegaray, que ya se lo imagina en cana. Esto le preocupa a Máximo, porque si Lázaro termina en la cárcel a él le va a caer encima una bocha de laburo. Y no la clase de laburo que le gusta a Maxi, como la generación de Rosaditas, sino antipático: esconder papeles, tapiar bóvedas, cerrar empresas, tirar por la ventana a miles de empleados, vérsela con los jueces. Vaya socio que nos legó papá, se queja el Principito. La familia ya venía afectada por la separación de Florencia y Camilo Vaca Narvaja. Los Kirchner no pueden dejar de sospechar que Camilo había encarado la relación como una alianza estratégica.
No nos escandalicemos: es algo parecido a lo de Scioli y Karina Rabolini, cuyo amor estaba a la vista y era muy grande, pero no tan grande como para soportar un traspié en las urnas. También se separaron Cristóbal López y De Sousa, para administrar mejor sus muertos, hasta que se metió la Justicia y los obligó a seguir juntos, con un mandato tipo "muchachos, tienen que quererse". Y el colmo: la única pareja que deseamos que estalle por los aires, la de Ottavis y Vicky Xipolitakis, sigue viento en popa. Contra la opinión de los altos mandos, Ottavis está convencido de que ha encontrado por fin su Evita, su Cristina, digamos, la compañera ideal para llevar adelante un proyecto verdaderamente revolucionario.
Mis jefes están obsesionados con estas cuestiones. Por ejemplo, el noviazgo de Juan Manuel Urtubey e Isabel Macedo los puso de la nuca. No pueden negar que el traidor, que tiene su facha, y la beauty hacen una buena pareja. "Tienen garantizado mucho espacio en los medios sin poner un mango", protestan madre e hijo. Yo los consuelo: tampoco el macrismo escapa a estas crisis. A la separación de María Eugenia Vidal y Tagliaferro le siguió, los últimos días, las fuertes críticas de Lilita a Macri. Mauricio la convocó de urgencia a Olivos y, como recurso extremo, puso la terapia de pareja en manos de Ernesto Sanz, un experto en traumas después de haber liderado la UCR durante tantos años. Sanz asistió a la cruda descarga de Lilita en la cara del Presidente. Habló pestes de Nicky Caputo, de Angelici, de Majdalani. Básicamente, un cuestionamiento a los amigos y al manejo de la plata, como en cualquier matrimonio. Mauricio no quiere el divorcio. Sólo quiere que ella no hable tanto. Como en cualquier matrimonio.
La pareja que acaba de consumarse es la del Gobierno con los buitres. Una pareja despareja. Singer puso las condiciones y Macri aceptó todo. El juez que los casó fue Griesa, así que imagínense. Me acuerdo con cuánta dignidad Cristina y Kicillof se les plantaron a los buitres, a Griesa, a Wall Street, y dijeron: no pagamos. Ustedes creían que íbamos a pagar, el mundo creía que íbamos a pagar, pero saben qué, se comieron el amague, no vamos a poner un mango. Alabado sea el default, glorificado sea el default. Quién dijo que hay que saldar las deudas. Dónde está escrito que si yo te dije que te iba a pagar tengo que cumplir. Dónde está escrito que hay que obedecer las sentencias de los jueces. Lo de Cris y Kichi fue un grito emancipador: un rotundo y maravilloso no a las normas establecidas, a los contratos firmados, a las buenas costumbres, al qué dirán. Además, la consecuencia de aquella negativa fue que empezamos a vivir con lo nuestro, digamos, apostar al peso y no a los dólares, porque, como los argentinos sabemos muy bien, el que apuesta al dólar, pierde. Por eso quemamos las reservas del Banco Central y emitimos pesos, muchos pesos, cada vez más pesos. Por suerte, fue hace poco y la memoria está fresca: todos recordamos que con esa fórmula nos fue bárbaro. El cepo se volvió inútil porque la gente se enamoró de nuestra moneda. ¿Alguien se preguntó dónde fueron a parar los dólares que aparecen en los videos de La Rosadita? Tuvieron la misma suerte que la droga decomisada: el fuego. Por eso se veía festejar con whisky y habanos a Martín Báez, Pérez Gadín y los otros. El destino final de la moneda del oprobio, del látigo del imperio, fue la hoguera. Contaban los billetes para saber cuánto carbón iban a necesitar.
Pero sigamos con los conflictos matrimoniales. Se me ocurre que el tarifazo de esta semana en transporte, gas, agua y naftas ha provocado terremotos en muchas parejas. Digamos, en aquellas en que sólo uno de los dos votó a Macri. El que no lo votó habrá hecho abandono del hogar al grito de "hacete cargo vos de los aumentos salvajes de tu querido presidente". Por eso durante nuestro gobierno congelamos las tarifas. Es cierto, pusimos tanta guita en subsidios que quebró la economía y soportamos una brutal crisis energética. Pero había paz en las alcobas.
El último divorcio, dicen, se está dando entre el kirchnerismo y el resto del país. Como que van con rumbos distintos. Puede ser. Sin embargo, no sacaría conclusiones definitivas. Todavía confío en que el resto del país sabrá rectificarse.