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Lecciones santafesinas para candidatos mendocinos

* Por Carlos Salvador La Rosa. La boleta única de Santa Fe permitió a los votantes elegir a sus representantes y rechazar a delegados del poder central. Campañas y candidatos decididos en Buenos Aires pueden ser un búmeran en Mendoza.

Santa Fe. Hasta hace pocos años, Santa Fe votaba bajo la Ley de Lemas, un perverso sistema electoral donde el candidato más sufragado podía perder frente a la suma de varios candidatos del partido más votado. O sea, alguien que sacaba 45% de los votos podía perder ante otro que sacó el 35% o menos. Una calamidad, peor aún que la lista sábana, donde las estructuras partidarias devenían oligarquías adulteradoras de la voluntad popular.

Pero, nobleza obliga, hay que reconocer que la posterior reforma política santafesina fue extraordinaria. La boleta única instaurada en estos comicios es un ejemplo de alta institucionalidad y de enorme respeto por la voluntad  del soberano. Contribuyó a demostrar que (pese al desprecio de los intelectuales por el voto popular cuando éste no coincide con sus prejuicios corporativos disfrazados de ideológicos),  si al ciudadano se le facilita el camino en vez de obstaculizárselo, elige con una racionalidad de la que las élites esclarecidas casi siempre carecen.

El voto santafesino, liberado de los vergonzosos arrastres de la lista sábana, eligió con una libertad y un vuelo ejemplares. Básicamente se ocupó de poner límites, de castigar soberbias, de colocar los intereses provinciales por encima de esos "proyectos nacionales" a los que se aferran los que carentes de valores o votos propios buscan colgarse de los prestigios de alguna que otra figura nacional.

A diferencia del voto en Capital Federal, donde la nacionalización y la polarización fueron determinantes, en Santa Fe se trató de la resistencia extraordinaria de una provincia orgullosa de sí misma, de alta autoestima, contra las invasiones del centralismo nacional. Por eso los dos principales castigados fueron la presidenta Cristina Fernández y el candidato a gobernador por el Frente para la Victoria Agustín Rossi.

Cristina fue castigada, además de su ceguera frente a los dinámicos y modernos productores del campo de esa provincia, por transformar un acto del 20 de Junio en una convocatoria partidaria y por su última visita a la provincia, tan agresiva como la anterior, que impulsó a su candidato Rossi a proferir  injurias contra el respetuoso y respetable gobernador Binner, un caballero educado, perteneciente al histórico y valorado Partido Socialista.

Agustín Rossi, un hombre inteligente y capaz, cometió -como Filmus- el error de proponerse más como un delegado del "proyecto nacional" que de la provincia que se proponía gobernar. Y recibió su merecido cruel castigo electoral.

En cambio,  María Eugenia Bielsa, pese a tributar en el mismo espacio político de Rossi, supo mostrar una conducta diferente,  que ahora veremos si la cumplirá a no, pero lo cierto es que los santafesinos vieron en ella a una dama que en caso de contradicción entre su provincia y "su" proyecto nacional, siempre elegirá por la provincia. Su ideología acá no fue tan determinante como su federalismo a la hora de hacer una extraordinaria elección.

Bielsa, junto a muchos intendentes triunfantes del kirchnerismo, demuestran que no es correcto decir que en esa provincia 8 de cada 10 emitieron un voto contra el Gobierno nacional. No, porque cuando el Frente para la Victoria presentó buenos candidatos, obtuvo una importante cantidad de votos. En realidad "el 8 de cada 10" se verificó en cuanto a la voluntad de la inmensa mayoría de los santafesinos de no admitir que sus candidatos los impongan desde fuera de la provincia.

El otro dato fuerte de la elección fue la impresionante elección del Midachi Miguel Del Sel, a cuyos votantes ya la intelectualidad K empezó a menospreciar con la misma soberbia oligárquica disfrazada de progresismo con la que se taparon la nariz frente a los votantes macristas de Capital. Ahora resulta que a Del Sel lo votaron los antipolíticos, los indiferentes, los aspirantes a fachos, los que no tienen "conciencia de sí", etc., etc. Sin embargo, De Sel fue votado mucho más por santafesino que por otra cosa. Por eso se dio el lujo de ir en las listas de Macri pero con apoyo de Reutemann y aclarando que votará a Duhalde para presidente.

Porque apoye a quien apoye, a Del Sel lo votaron por él mismo, mucho más que por sus simpatías políticas. Claro, no fue un voto ideológico como le gustaría a los intelectualoides calificadores de votos, pero sí fue un voto eminentemente político: votaron a un hombre de Santa Fe, que quiere a su provincia, que la recorrió con afecto y que, esto es aun más importante,  les sirvió a los electores no sólo para ponerles límites a los grandes partidos, sino para señalarles sus falencias.

Así, el socialismo se impuso por su honestidad, su sana gestión y su transparencia institucional, pero los votos que perdió ante Del Sel hablan de las dudas del interior de la provincia -y también de los pobres urbanos- ante un gobierno provincial que más de una vez fue en exceso vacilante con respecto a la Nación. No obstante, triunfó la gestión por sobre las vacilaciones, pero con límites y advertencias.

Del mismo modo, la inmensa cantidad de votos que Del Sel le sacó al kirchnerismo no fue contra los buenos gestores locales sino contra los que se mostraron más como delegados nacionales que voceros de los votantes. Un rechazo que no necesariamente se trasladará al voto presidencial hacia Cristina, a la cual no se la castigó tanto por ella misma, sino por las actitudes que los suyos -y también ella misma- tomaron con Santa Fe, ya fuera con las agresiones al campo como con una campaña soberbia, agresiva y centralista en una provincia donde el respeto institucional es de forma y de fondo.

En síntesis, el voto santafesino fue más positivo que negativo, más político que ideológico, más pensado que pasional. Fue la obra sumada de la racionalidad popular más un sistema electoral que  apostó a la madurez del elector, y éste le respondió.

Mendoza. Hace mucho tiempo que los mendocinos reiteramos la alta calidad institucional de una provincia sin caudillos, pero de seguir las cosas así Santa Fe nos superará raudamente. Es que no se necesitan altisonantes reformas constitucionales para poder votar en Mendoza como se acaba de votar en Santa Fe, pero sí se necesita vencer intereses partidarios y corporativos que se vienen resistiendo -con éxito- a que el pueblo vote con más libertad.

Sin embargo, con o sin listas sábanas, el ejemplo de Santa Fe debe advertirles a los candidatos mendocinos que eso de comprar campañas elaboradas en Buenos Aires, instrumentadas por publicistas traídos de Buenos Aires, con ignotos candidatos impuestos en Buenos Aires o que piden que los voten sólo por formar parte de un proyecto centralista... puede transformarse en un terrible búmeran que castigue al que lo arroje.

Santa Fe indica que las propuestas o los candidatos enlatados  serán, casi seguramente, rechazados también por los mendocinos. Tanto por los mendocinos que simpatizan con el kirchnerismo como por los demás, ya que unos y otros quieren gobernantes que los representen primero que nadie a ellos, y que en caso de conflicto con la Nación se la jueguen por Mendoza aun peleándose con sus jefes nacionales.

Y no se trata sólo de que lo digan, sino que los mendocinos les crean. Como los santafesinos le creyeron a Bielsa y no le creyeron en absoluto a Rossi. Porque ni Mendoza ni Santa Fe necesitan delegados o virreyes, como sí los necesita, y pretende imponerlos, el centralismo nacional, sea éste K o no K.