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Lecciones de management: por qué el liderazgo de Messi desafía la argentinidad y la mejora

El capitán del seleccionado argentino cuenta con cinco cualidades que lo convierten en un líder indiscutido.

Lionel Messi es un ícono del fútbol mundial que, no solo se destaca por su destreza en la cancha, sino también por un estilo de liderazgo que ofrece lecciones valiosas en management. Su trayectoria desafía muchas de las narrativas culturales que han moldeado la identidad argentina, y en este sentido, nos invita a reflexionar sobre lo que significa liderar en el contexto actual. 

El capitán del seleccionado argentino cuenta con cinco cualidades que lo convierten en un líder indiscutido. En primer lugar, tiene perseverancia para sostener un proceso, ya que durante muchos años no obtuvo los resultados que esperaba con la celeste y blanca, pero eso no le hizo perder el foco. Además, posee autosuperación técnica —que le permite seguir perfeccionándose a pesar de saber que es el número uno a nivel mundial—, y autosuperación emocional —que le permite trabajar la frustración para sobreponerse cuando los resultados no lo acompañan—. Tiene hambre competitiva, pero con una visión estratégica que le permite saber cuánto entrar y cuándo salir de juego. Y, por último, pese a la adrenalina y la pasión, no pierde la templanza. 

Otro punto indiscutido es que Messi unifica criterios, y un líder tiene esta capacidad de visibilizar y sociabilizar hacia donde quiere ir para inspirar y generar una visión compartida. En el caso particular del futbolista, esta gestión de las relaciones le permite, con su humildad y respeto, hacer que otros compañeros brillen.

Por todas estas cuestiones, Messi es un líder, pero como tal es un gran desafío para la argentinidad. Es que el 10 del seleccionado nacional tiene una gran capacidad para procesar las críticas —una característica que no es propia de la identidad nacional—, ya que, en general, los argentinos somos poco autocríticos. Esto puede deberse a varios factores, pero sin dudas uno de ellos es que los primeros 14 años de su vida los pasó en Argentina y los últimos 20 en Europa, entonces esta mixtura cultural sumada a la contención familiar hicieron que el futbolista se moldeara de otra manera para asumir un rol protagonista.

Por último, podemos decir que Messi deja una enseñanza clave y esta es que a un líder hay que darle tiempo. A lo largo de su carrera en la Selección Argentina, él no logró los resultados que quería y por eso fue duramente criticado, fue recién en los últimos cuatro que cosechó todos los éxitos. Esto nos enseña que si estamos en línea con los propósitos y tenemos el foco puesto en el proceso, los resultados van a llegar, solo hay que saber esperar. Claro que no es fácil porque implica sobrellevar momentos de incertidumbre y frustración, pero a veces saber sostener a un líder cuando los resultados no acompañan puede ser un punto de inflexión para darle más confianza.

La influencia de Messi va más allá del fútbol. Su presencia en el deporte ha generado un impacto social significativo, promoviendo valores como la humildad y el respeto, y ha demostrado que el verdadero liderazgo no se basa en la imposición o la grandilocuencia, sino en la dedicación, la constancia y la búsqueda de la excelencia. En una cultura donde muchas veces se priorizan el carisma y la oratoria, la figura de este futbolista nos recuerda que la acción habla más que las palabras. Además, su estilo de liderazgo se fundamenta en la colaboración, es decir, que opta por construir puentes y fortalecer la cohesión. Esta visión colectiva es esencial en el mundo del management, donde los resultados dependen cada vez más de la sinergia entre diferentes talentos. 
En resumen, Messi no solo es un referente en el fútbol, sino un líder que desafía las narrativas tradicionales de la argentinidad y la mejora. Su legado va más allá de los triunfos. Él nos brinda una hoja de ruta para cultivar un liderazgo más inclusivo, efectivo y humano.

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