Las preferencias de Cristina ponen en tensión a sus aliados políticos
*Por Ricardo Kirchbaum. Existe tensión en la heterogénea coalición oficialista. El último alarido de Moyano, convocando a una huelga en su defensa, ha sido la expresión pública de esa situación.
Pero no fue la única: las fricciones entre el peronismo y los "cristinistas" , una denominación que esconde históricos enconos de la izquierda con ese movimiento popular, son cada día más frecuentes. Las colectoras, por ejemplo, son un camino que en vez de reforzar pueden debilitar al oficialismo . Sabbatella, por izquierda, es uno de los arietes contra la candidatura de Scioli.
La presión para que Massa se sume, desde otro partido, a ese movimiento de pinzas y la incorporación de D’Elía a esa operación, tienen el mismo sentido . A esa tensión de fondo, se agregan alianzas difícilmente explicables desde la ideología que dicen profesar los jóvenes de la guardia imperial de Cristina. ¿Qué hace entre ellos el símbolo máximo de los "malditos 90" , como Carlos Menem? ¿O la presencia de Ramón Saadi, para limpiar una imagen política manchada por el crimen de María Soledad ? Y todavía hay otras oscuridades por iluminar en otras provincias, como el apoyo de los seguidores de Bussi a la tercera reelección de Alperovich , en Tucumán.
Menos lo de Moyano, aunque puede tener una explicación parcial, el resto es pura táctica electora l para que Cristina gane en primera vuelta. En esa empresa, entonces, confluyen fracciones y líneas de distintas canteras porque el objetivo mayor es más importante que los riesgos que se pueden correr. Más simple: es más importante que gane Cristina que colocar a Scioli al borde de la derrota con De Narváez (además, es colombiano y no puede aspirar a la Presidencia, dice el pensamiento oficialista pragmático y ramplón).
Frente a ese magma, Cristina navega sobre las "contradicciones". Es presentada como una "bonapartista" clásica, que arbitra por encima de todas las tensiones y ambiciones de las alas que componen la coalición. Ella se ha definido como peronista y no como justicialista.
Pertenece al movimiento, más que al partido . Esa pertenencia, tácitamente, la libera de ataduras, dándole una libertad de alianzas a sus operadores que habrían hecho sonrojar al propio Kirchner.
El grito de Moyano, entonces, está inscripto en ese marco. ¿Por qué la primera reacción del jefe de la CGT fue contra el Gobierno? Porque está convencido que más temprano que tarde desde allí vendrán por su cabeza . Como lo está su propia ambición y su necesidad de defensa: reclamar un lugar importante en las decisiones políticas. Ese planteo forma parte de su proyecto que, en un punto determinado, no es el que abraza el oficialismo sino otro que lo lleve a la Rosada .
Ese papel de Cristina por encima de todos debería ser neutral en la conducción. Eso es lo que está en debate porque las preferencias de la Presidencia no pasan ni por el sindicalismo actual ni tampoco por el peronismo "pejotista" . La inclinación es evidente.