Las Madres de Plaza de Mayo
* Por Rubén Arroyo. Es injusto atribuir de modo general el escándalo Schoklender a las Madres, consagradas en el mundo y ante su pueblo como el símbolo de la resistencia.
En abril de 1977, madres de jóvenes detenidos y desaparecidos, cansadas de deambular por juzgados, dependencias policiales y cuarteles militares, y de peticionar ante funcionarios y autoridades eclesiásticas en busca de sus hijos, sin lograr respuestas, escribieron una carta al entonces presidente Jorge Rafael Videla y la llevaron a la Casa Rosada. Nadie las atendió. Encabezado por Azucena Villaflor de De Vincenti, el grupo decidió la realización de las famosas rondas de los jueves en Plaza de Mayo.
Primero fueron 14 madres y luego el grupo creció a pesar de las intimidaciones, detenciones y vejaciones, acompañadas por el silencio de los medios de comunicación. Tratadas como "locas" por el ministro del Interior de entonces y sus secuaces, las amenazas se transformaron en trágica realidad: secuestraron a Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco. Supimos luego de Alfredo Astiz, infiltrado en el grupo, y del horror de sus muertes, arrojadas al mar. Sus cuerpos, hallados en la costa atlántica, fueron inhumados como NN.
Terminó la dictadura y se instaló el gobierno de Raúl Alfonsín. Comenzaron las discrepancias y Hebe de Bonafini impulsó el rechazo a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
La separación. Las diferencias se fueron profundizando y a mediados de 1986 se planteó crear la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Nora Cortiñas recuerda lo que se pidió: "Elecciones, porque el grupo tiene que tener personería jurídica (...); pedimos un balance y una rendición de cuentas, porque entraba mucho dinero, obsequios, donaciones. El día de las elecciones, Hebe de Bonafini se erigió en presidenta en ejercicio, presidenta propuesta y presidenta de la asamblea. Era la suma del poder, con madres muy queridas, pero que respondían a ese autoritarismo. Nos fuimos la mayoría de las fundadoras. Pero la estructura, las cuentas del banco, todo, absolutamente todo, se lo quedó Hebe de Bonafini. Preferimos no hacer reclamos para no confundir". Este grupo creó Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora.
Hebe de Bonafini así explicó la separación: "(...) se fueron ocho madres que habían decidido cobrar la reparación oficial, continuar la lucha en forma individual por sus propios hijos y que aceptaron exhumar e identificar cadáveres. Nosotras nos negamos a cobrar la reparación y no buscamos cadáveres por los cementerios. Tampoco queremos que la lucha sea individual, sino que somos Madres de todos (...). Además, reivindicamos a nuestros hijos como revolucionarios".
Resulta injusto atribuir los escándalos de los hermanos Sergio y Pablo Schoklender a las Madres. Consagradas en el mundo entero y ante su pueblo como el símbolo de la resistencia a la dictadura que asoló al país, no son sólo Hebe. Este grupo de Madres se identifica con el Gobierno, crea la Fundación, el programa de viviendas Sueños Compartidos, la Universidad Popular, la imprenta, etcétera.
La decisión del Gobierno de usar como trofeo político a organismos de derechos humanos, como las Madres, las expuso innecesariamente. Lo dijo el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel: "No es conveniente que las organizaciones de derechos humanos reciban dinero de los gobiernos de turno".
Más allá de la responsabilidad penal que corresponda a los autores materiales del manejo fraudulento de fondos públicos, lo ocurrido debería servir para corregir esa política. Es deleznable utilizar la necesidad de la vivienda, que hace a la dignidad de cientos de miles de familias, en propaganda partidaria.