Las lecciones que deja el trágico accidente de la ruta 3, en Las Flores
Reciente escenario del trágico choque en cadena que dejó el saldo de 11 muertos, la ruta 3 figura en los primeros lugares en el ranking de las vías camineras más peligrosas del país según un reciente estudio dado a conocer por el Centro de Experimentación en Seguridad Vial (Cesvi Argentina).
En su extenso trayecto que une las provincias de Buenos Aires, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego se registra casi el 6 por ciento de los accidentes de tránsito en el país.
Por cierto que, como ocurre habitualmente, después de cada episodio trágico comienzan a escucharse voces y advertencias que resultan, cuanto menos, dolorosamente tardías. Sin embargo, merece mencionarse que ahora se reflotó un antiguo reclamo, consistente en que la ruta 3 se transforme en una senda de doble mano, con carriles de ida y de vuelta separados. Se detalló que sólo alcanzó a tenderse un tramo hasta Monte y que, sin embargo, la realización completa de la obra no figura como prioritaria para el Estado nacional, pese a que se trata de una de las rutas más transitadas del país.
Un informe reciente dejó establecido que existen varios factores principales de riesgo en la ruta 3. El primero de ellos, el ancho de la calzada, que llega a tan solo ocho metros de banquina a banquina. Un camión moderno mide 3 metros de ancho: si el vehículo se desplaza por el centro de su carril, sólo quedan 50 centímetros de espacio libre de cada lado.
Los otros factores son la mala iluminación; la existencia de la llamada huella selectiva, es decir un pronunciado hundimiento por donde transitan habitualmente las ruedas de los vehículos de porte más pesado; la falta de banquinas que puede originar vuelcos si un automotor se desplaza y toca fuera del asfalto; la falta de señalización y la intensa niebla que afecta a varios de sus tramos.
Los expertos también destacan que las rutas de nuestro país se encuentran superpobladas por grandes camiones y ómnibus, en un proceso que se inició a partir del desmantelamiento del sistema ferroviario de transporte. Y advirtieron que el índice accidentológico baja notablemente en el caso de autopistas, quedando como obvia conclusión que, cuando el camino es sólo de mano y contramano, el riesgo de incrementa.
El panorama es similar en nuestra Provincia, en donde, ahora, la casi excluyente respuesta de las autoridades pasa por instalar en las rutas un sistema de vigilancia por radares, cuya finalidad recaudatoria ha sido cuestionada en forma reiterada en las últimas dos décadas.
Lo ocurrido en estas últimas jornadas en la ruta 3 dejó al desnudo el verdadero estado de colapso que exhiben las redes camineras del país. Y constituye, a la vez, un perentorio llamado de atención para que las autoridades se ocupen por revertir un cuadro de situación deficitario y sumamente crítico. El crecimiento poblacional y el constante aumento de automotores obligan a impulsar políticas que no sólo apunten a modernizar los diagramas camineros, sino que sino que prevean soluciones integrales. Entre ellas, la posibilidad de volver a contar con las ventajas que puede y debe ofrecer un servicio ferroviario puesto en valor.