Las Fiestas haitianas de Boudou
* Por Ricardo Roa. Como si estuviera en un crucero, Boudou mandó fotos de su año nuevo en Haití, con gorra de los Cascos Azules: "Compartiendo con nuestras tropas, pasé uno de los mejores fin de año de mi vida. Orgullo argentino".
Nota extraída del diario Clarín
Como si estuviera en un crucero, Amado Boudou mandó fotos de su año nuevo en Haití, con gorra de los Cascos Azules y una camisa de expedicionario. "Compartiendo con nuestras tropas –explicó por Twitter– pasé uno de los mejores fin de año de mi vida. Orgullo argentino".
¿Alguien puede creerle?
La expresión de la cara no encaja con lo que dice. Se ha vuelto rígida y parecida a una máscara, difícil de asociar con la sonrisa televisiva que mostraba montado en su Harley Davidson o tocando la guitarra en actos de la campaña.
Las huellas del 2012 están estampadas en el rostro hoy sombrío del vicepresidente, que casi no puede salir a la calle desde que el escándalo de corrupción en Ciccone lo arrastra como una marea. Dice que en su vida nunca hubo tanta alegría. Debiera decir que nunca tuvo aquí tan pocos lugares donde estar en estas fiestas.
Cuando lo ungió hace poco más de un año, Cristina Kirchner le dio una posición que nunca había soñado y una ventaja que no supo conservar.
Boudou siempre estuvo seriamente desinteresado por la política. Fue un personaje menor de la UCeDé residual, que ingresó casi por azar al kirchnerismo.
Es probable que haya sido el propio Kirchner quien le ordenó zambullirse en el charco de Ciccone, una imprenta estratégica que estaba en quiebra y de la que se apropiaron usando obscenamente el poder del Estado. Pero Boudou lo hizo a lo Boudou: reclutando amigos impresentables entre la población marplatense de buscas y más flojos de papeles que el frustrado procurador Reposo.
A él y a ellos los unen empresas y negocios de los que se ignora casi todo y por eso proporcionan más información sobre la vida del vice que cualquier otra cosa. Vandenbroele, el monotributista cuya ex esposa llama su testaferro y que era su inquilino no declarado en el departamento de Puerto Madero. Carosso Donatiello, representante de futbolistas y su inquilino declarado, pese a que vivía en España. Sergio Martínez, detenido en Estados Unidos con cien tarjetas de crédito. Y Núñez Carmona, el único al que Boudou reconoce como socio y que fue denunciado por el periodista Granovsky de intentar coimearlo.
Toda gente confiable.
Como bien se sabe, todos se cruzan en el The Old Fund, el fondo buitre que se hizo de la compañía a precio vil y que volvió a ser denunciado ante la Justicia por la familia Ciccone, los históricos dueños de la imprenta, como reveló ayer La Nación.
Boudou es investigado por enriquecimiento ilícito, negociaciones incompatibles con la función pública y lavado de dinero. Le convendría recordar a María Julia cuando le dicen que en este país de todo se vuelve porque no hay memoria colectiva. La foto en Haití no puede disimular el contraste entre lo que es y lo que pretende ser. Pero, igual, allí tiene una ventaja: seguramente nadie le pregunta por Ciccone.